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La final de la Champions: gestión por valores
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La final de la Champions: gestión por valores

Si algo ha caracterizado a las más exitosas empresas familiares, a aquellas que deben servir de espejo a todos los demás, es que sus miembros comparten

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La final de la Champions: gestión por valores

Si algo ha caracterizado a las más exitosas empresas familiares, a aquellas que deben servir de espejo a todos los demás, es que sus miembros comparten un proyecto de largo plazo y unos valores sólidos que se trasladan de generación en generación. Trabajar por el resultado a corto es importante. Sin rentabilidad no hay sostenibilidad. Pero hace falta también la “mirada larga” por la que clamaba Ortega y Gasset. “Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”, decía el genial filósofo español.

La final de la Champions League del pasado sábado nos ofreció una oportunidad excelente para contrastar la gestión por valores. Se enfrentaron los equipos más laureados de la última década y posiblemente, más allá de eso,  los más admirados del momento en el contexto internacional.

En el Barcelona se ha hecho una clara apuesta desde hace años por un modelo y unos valores. Cultivar la cantera, apostar por un tipo de fútbol, buscar cualidades más allá de las futbolísticas entendiendo que el deportista debe ser antes persona. El detalle de la cesión de la capitanía a Abidal para que, tras superar en pocos meses un tumor en el hígado, recogiera la Copa de Europa habla bien a las claras de los valores que se respiran en ese vestuario. Pero no me quiero centrar sólo en los ganadores pues en deporte ganar o perder es caprichoso a veces.

El Manchester está liderado por un escocés de ideas claras como Sir Alex Ferguson que ha dado una fisonomía perfectamente reconocible a su equipo en los últimos 25 años. Un equipo en el que prima el colectivo y el servicio al proyecto compartido por encima de cualquier cosa. Un estilo que va más allá de la cancha y en el que se reconocen fácilmente valores como la caballerosidad, o el orgullo.

Los empresarios familiares debemos ser conscientes de la importancia de contar con líderes emprendedores al frente de nuestros proyectos. Guardiola o Ferguson son magníficos ejemplos. Líderes que son capaces de generar alineamiento estratégico en sus equipos, gestión del compromiso y, al final del día, proyectos ganadores y sostenibles en el tiempo.

Así que, parafraseando a aquel asesor de Clinton en su primera campaña, me permito acabar este post con el slogan “los valores, por favor, los valores”.

Si algo ha caracterizado a las más exitosas empresas familiares, a aquellas que deben servir de espejo a todos los demás, es que sus miembros comparten un proyecto de largo plazo y unos valores sólidos que se trasladan de generación en generación. Trabajar por el resultado a corto es importante. Sin rentabilidad no hay sostenibilidad. Pero hace falta también la “mirada larga” por la que clamaba Ortega y Gasset. “Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”, decía el genial filósofo español.

Manuel Bermejo Empresa familiar