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La ciudad fantástica de Apple
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UN COMPLEJO PARA 12.000 EMPLEADOS EN CUPERTINO

La ciudad fantástica de Apple

“Vamos a construir un edificio para 12.000 empleados”. Con estas palabras arrancó Steve Jobs su speech ante un atípico público: el Gobierno municipal de la ciudad

Foto: La ciudad fantástica de Apple
La ciudad fantástica de Apple

“Vamos a construir un edificio para 12.000 empleados”. Con estas palabras arrancó Steve Jobs su speech ante un atípico público: el Gobierno municipal de la ciudad de Cupertino. Con la garganta todavía tocada tras intervenir la víspera en la Worldwide Developers Conference y anunciar la migración a la nube de buena parte de los servicios de Apple, el carismático cofundador de la firma se presentó ante las autoridades para solicitar el beneplácito institucional al megaproyecto. La situación era un tanto surrealista: la admiración se palpaba en el ambiente y las caras de los miembros de la corporación evidenciaban su felicidad porque la urbe vaya a ser la sede de una de las empresas con más peso del momento.  Fiel a su estilo, Jobs desgranó los detalles del edificio ataviado con su peculiar indumentaria y demostrando el entusiasmo que exhibe habitualmente en la defensa de sus productos. “Vamos a construir el edificio más grandioso del mundo”, afirmó con convicción.

Una nave espacial

Comentábamos que la situación era un tanto particular, puesto que lo de Jobs fue un paseo militar. El de California quiso cumplir con los trámites legales en persona y asegurarse que todo el mundo comprendía la magnitud de lo que se iba a llevar a cabo. Y aplastar, al tiempo, cualquier atisbo de resistencia. No fue necesario: las exposiciones de los miembros de la corporación fueron almibaradas y destilaban una profunda admiración hacia alguien con quien la ciudad estaba en permanente deuda.

Solo una de las intervenciones pudo entenderse como una leve crítica hacia las implicaciones del proyecto en la ciudad y Jobs no titubeó: “Somos los mayores contribuyentes en los impuestos de la ciudad. Queremos estar en Cupertino, pero si no podemos, nos iremos a Mountain View”, anunció con rostro serio pero sereno. No había más que decir. Surgió como de la nada el líder autoritario y que hace las cosas a su modo, guste o no. Se fulminaron durante unos interminables segundos las sonrisas y la propia voz crítica reculó rápidamente agradeciendo la presencia del liderísimo.

“Será lo más parecido a una nave espacial aterrizando”, afirmó Jobs, en referencia a la forma ovalada del edificio que dará cobijo a cerca de 12.000 empleados, un 40% más que los actualmente emplea en la sede de Infinite Loop. Como si se tratara del lanzamiento de un nuevo iPhone, el CEO mostró sus cifras en pantalla. Los datos, tal y como los presenta Jobs, son irrebatibles para cualquier autoridad municipal: se cuatriplican las zonas verdes, se duplica el número de árboles y se reduce la contaminación ambiental de forma considerable. El público asentía embelesado ante ese semidios que les había caído en gracia. No se disimulaba su admiración y hubo quien, en ese momento, sacó su iPad y afirmó que era el mejor gadget que había tenido nunca. Jobs sonrió y bajó la cabeza, dando paso a la siguiente intervención. No persigue elogios, pero sí espera un reconocimiento al talento exhibido por su empresa.

En los 21 intensos minutos de su exposición, que fue calificada por la corporación como “momento histórico”, hubo tiempo también para el anecdotario: una concejala preguntó si, como compensación, Apple había pensando en dar algo a los vecinos, “no sé, como WiFi gratis”. Un ocurrente Jobs contestó que si se les retiraba los impuestos estarían encantados de proporcionar acceso a Internet a toda la ciudad, aunque luego su rostro se mostró de nuevo contrariado ante la ocurrencia. “Aportamos mucho más a esta comunidad”, zanjó mirando fijamente a su interlocutora. Contando con el beneplácito de las autoridades y, si no hay grandes retrasos (poco frecuentes cuando es el propio Jobs quien lidera un proyecto), el líder de la firma de la manzana afirmó que la “nave espacial” abriría sus puertas en el año 2015 y terminó su intervención afirmando que “vendrán estudiantes de arquitectura de todo el mundo a verlo”… Jobs en estado puro.

“Vamos a construir un edificio para 12.000 empleados”. Con estas palabras arrancó Steve Jobs su speech ante un atípico público: el Gobierno municipal de la ciudad de Cupertino. Con la garganta todavía tocada tras intervenir la víspera en la Worldwide Developers Conference y anunciar la migración a la nube de buena parte de los servicios de Apple, el carismático cofundador de la firma se presentó ante las autoridades para solicitar el beneplácito institucional al megaproyecto. La situación era un tanto surrealista: la admiración se palpaba en el ambiente y las caras de los miembros de la corporación evidenciaban su felicidad porque la urbe vaya a ser la sede de una de las empresas con más peso del momento.  Fiel a su estilo, Jobs desgranó los detalles del edificio ataviado con su peculiar indumentaria y demostrando el entusiasmo que exhibe habitualmente en la defensa de sus productos. “Vamos a construir el edificio más grandioso del mundo”, afirmó con convicción.

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