El gran golpe sobre Blackberry

Ha sido una semana para olvidar. El colapso en las comunicaciones de Blackberry ha puesto en jaque a toda una institución empresarial en Canadá, como Research in Motion (RIM). La popular terminal del mundo de los negocios se atascó. La versión oficial situó en un conmutador o interruptor principal de su red el origen de la avería. Este componente es el encargado de redirigir o cortar el tráfico de datos, y falló. También el mecanismo de emergencia. Y se produjo uno de los atascos de datos más importantes de los últimos años. RIM justificó ahí la avería, pero no explicó correctamente qué fue lo que llevó a ese pieza a dejar de funcionar.

Las especulaciones sobre un ataque hacker o, incluso, de un virus informático que habría disparado los reenvíos de información también estuvieron sobre la mesa, si bien fueron descartadas por el jefe de tecnología de RIM. Pese a que la compañía ha anunciado que todo funciona bien, también ha reconocido que algunos usuarios podrían experimentar retrasos en sus comunicaciones. Incluso, a través de su cuenta de soporte en Twitter, ha solicitado a sus clientes que se pongan en contacto con ellos si detectan nuevas incidencias. ¿No está todo bajo control? Aparentemente sí, pero los 17.500 empleados de la compañía están en alerta por si vuelve a suceder.

También los millones de usuarios que se han quedado en fuera de juego por el apagón. Muchos de ellos profesionales. Ramón Arno Torrades, abogado de Lleida, saltó a los medios al presentar la primera denuncia ante las autoridades de consumo sobre su caso, aunque matizó que no pretende agrupar ninguna demanda colectiva, ni abanderar ningún proceso judicial, según explicó a este diario. Las indemnizaciones a las que puede enfrentarse RIM podrían ser varias decenas de millones de dólares, nada a lo que no pueda hacer frente un grupo que facturó en 2010 cerca de 20.000 millones. Según los cálculos de las asociaciones de consumidores, estos podrían situarse entre los 0,3 y 1,5 euros por usuario y día de interrupción del servicio. En este caso, las operadoras, que según la legislación española deben compensar a los usuarios, serán quienes le exijan responsabilidades a RIM. 

Un cisne negro en las telecomunicaciones

La caída del servicio de RIM no se ha podido producir en el peor momento. El ecosistema Blackberry se enfrentaba en la segunda semana de octubre a la llegada de dos nuevas versiones de sus principales competidores, el iPhone y las terminales con Android. Era algo improbable e imprevisible para los directivos de RIM que justo en el momento en el que debían estar más preparados fallasen. Apple, apenas unos días después de la muerte de su cofundador Steve Jobs, acaba de presentar su iPhone 4S y la última versión de su sistema operativo iOS. Google, de la mano de Samsung, está a punto de presentar una terminal que pretende erigirse en la nueva reina de la sofisticación gracias al Android Ice Cream Sandwich, un nuevo software que está levantando gran expectación en el sector.

El golpe reputacional para Blackberry ha sido gigantesco. Durante estos tres días, la bandera de fiabilidad y rocosidad de estos teléfonos ha caído al suelo. La pérdida de cuota de mercado que sufría la compañía podría acelerarse en un momento muy delicado, en el que planean sobre RIM opciones corporativas de distinta índole. Hay un antes y un después tras esta crisis. Como rezaba uno de los múltiples mensajes que circuló estos días por las redes sociales, "gracias por los nuevos clientes. Firmado Apple, HTC y Samsung". 

Sus acciones, que caen cerca del 60% en lo que va de año y un 80% desde sus máximos de 2008, están siendo vapuleadas por rumores como la potencial venta de la empresa a gigantes como la operadora Vodafone o la tecnológica Microsoft, que podría replicar el movimiento de Google con la compra de Motorola este verano haciéndose con un fabricante como RIM. Su valor en bolsa apenas supera los 12.000 millones de dólares frente a los 73.000 millones en que se movía hace tres años.