Es noticia
Crear 'startups' con judíos ultraortodoxos alérgicos al progreso: el próximo reto israelí
  1. Tecnología
de estudiar la torá a manejar capital riesgo

Crear 'startups' con judíos ultraortodoxos alérgicos al progreso: el próximo reto israelí

Esta comunidad, cada vez más numerosa, ha desdeñado siempre la tecnología en favor de la religión. Ahora las autoridades buscan la forma de incorporarlos a la industria más boyante del país

Foto: Uno de cada tres habitantes de Jerusalén es ultraortodoxo. (Abir Sultan / EFE)
Uno de cada tres habitantes de Jerusalén es ultraortodoxo. (Abir Sultan / EFE)

Son las 4:30 de la madrugada y una vibración perfectamente audible por un ente semidormido empieza a colarse a través de las ventanas del hotel. Algunos lo han descrito como el sonido del agua descendiendo por la piedra, pero aquí y ahora suena a algo entre un cuerno tibetano y un cante jondo. Aaaaummmmm. Aún es de noche, pero de alguna manera, antes incluso de que cante el gallo, algunos de los 250.000 judíos ultraortodoxos que viven en Jerusalén han decretado el 'Alot Haschachar', momento en que algunos rayos de luz son ya perceptibles en el horizonte oriental de la ciudad y el cronómetro del Talmud empieza a correr marcando ayunos u oraciones.

En otras palabras, han decretado el amanecer.

En la capital del judaísmo, uno de cada tres habitantes es haredí, el nombre hebreo que reciben estos judíos que han decidido levantar un muro de santidad entre ellos y la sociedad, dado que la modernidad les aparta de su religión. Caminan con cierta prisa, con aspecto de siempre ir a algún lugar, ataviados de negro y habitualmente con sombrero. Por supuesto, la gradación entre los propios haredíes es enorme. Los más extremos rechazan viajar en coche o avión, pero algunos de los más jóvenes son vistos continuamente metiendo y sacando el teléfono móvil del bolsillo de su sobrio pantalón.

placeholder Una estampa habitual en Jerusalén, donde uno de cada tres son haredíes. (A.V)
Una estampa habitual en Jerusalén, donde uno de cada tres son haredíes. (A.V)

Vale, son modelos pequeños y antiguos de teléfono móvil, Nokia monocromos de la serie 1200 desprovistos incluso de la capacidad de enviar mensajes de texto SMS, pero muestran una brecha tecnológica en esta enorme comunidad a la que ahora las autoridades israelíes están intentando sacar partido.

Actualmente, los judíos ultraortodoxos suponen alrededor de un millón de personas, por encima del 10% de la población israelí, y dado que tienen hijos a un nivel muy superior al resto, entre cinco y diez por familia, se estima que a mediados de este siglo casi el 40% de los ciudadanos del país serán haredíes. Desde el punto de vista cultural y religioso, este colectivo supone una parte muy importante del Estado Judío. Por el otro, que hayan optado por acudir a las yeshivá —escuelas talmúdicas donde se estudian los textos sagrados— en lugar de acceder a las universidades es un quebradero de cabeza para un país que ha empeñado su crecimiento futuro a la tecnología y la innovación. Además, casi la mitad de ellos no trabajan, dado que esta tarea suele corresponder a sus mujeres.

Según un informe del Instituto de la Democracia en Israel (2016) un 73% de estas trabajan frente al 44% de sus maridos.

Israel es conocida desde hace unos años como la 'Nación Startup', invierte un 4,3% de su PIB en I+D —más que ningún otro país en el mundo, España en comparación está en el 1,2% desde hace años— es sede de 6.500 'startups', el 78% de todas las empresas, y un 60% de la riqueza nacional procede ya de este sector. En resumen, necesitan meter en este mundo de alta tecnología a los haredíes, ciudadanos de baja o nula tecnología, si quieren seguir creciendo. El Ministerio de Economía lleva años invirtiendo millones para promover la integración de los haredíes y otras minorías en el nuevo ecosistema de 'startups' punteras. El año pasado la inversión fue de más de 120 millones de euros, de acuerdo con el 'Jerusalem Post'.

'Coworking' para ultraortodoxos

Dado que toda la ciudad sigue aún el precepto arquitectónico impuesto por los ingleses a principios del siglo XX de revestir cada edificio con piedra de Jerusalén, un tipo de caliza dolomítica de color arena, uno nunca sabe si lo que tiene delante es un mercado de especias, un laboratorio de nanoimpresión en 3D o un 'coworking' para judíos ultraortodoxos como Bizmax, el primero que abrió en la ciudad, hace unos meses.

Por la módica cantidad de 750 nuevos séqueles israelíes, unos 180 euros al mes, un ciudadano haredí puede instalarse en este refugio donde potenciar su creatividad o encontrar socios empresariales sin renunciar a sus principios talmúdicos. Tamar Cohen, coordinadora logística en Jerusalén e hija de un rabino, explica a Teknautas cómo este tipo de espacios están tratando de adaptarse a las necesidades de sus peculiares habitantes. "Los espacios para hombres y mujeres están divididos porque no se les permite compartir habitáculo con mujeres más allá del matrimonio", dice. "El principal problema es que estas personas no recibieron suficiente formación en inglés, ciencia o matemáticas, pero más allá de eso, han demostrado ser individuos muy inteligentes".

placeholder Un ingeniero haredí en las instalaciones de BizMax. (YouTube)
Un ingeniero haredí en las instalaciones de BizMax. (YouTube)

Otra ventaja es que el emprendimiento, aunque puede ser muy esclavo, se adapta mejor a los hábitos actuales de los haredíes que un trabajo más funcionarial o a las órdenes de un cargo intermedio en una empresa. Los haredíes que acuden a Bizmax reciben charlas de rabinos, pero también seminarios en economía o clases de inglés.

Además de insertar volúmenes clave, como tratados talmúdicos y la Halajá o ley judía, en la biblioteca del 'coworking', este tipo de centros deben observar otras particularidades. Por ejemplo que las máquinas de café Nespresso sean compatibles con el nivel más exigente de la escala kosher, el mehadrim, o que existan pizarras en la pared para señalar las horas del rezo.

Este espacio es el primer nivel al que un nuevo 'entrepreneur' ultraortodoxo suele acceder. Si la idea es exitosa, luego vendrán las incubadoras y aceleradoras de empresas haredíes, ideadas para poner a estos empresarios en contacto con inversores de capital riesgo de dentro y fuera de Israel.

De la Torá al 'tera'

En el Centro Peres para la Innovación y la Paz, ubicado frente al Mediterráneo y junto a un cementerio musulmán en Jaffa, próximo a Tel Aviv, tienen un holograma de Moshe Friedman junto a otros 17 grandes innovadores que este país ha dado en sus 70 años de historia. A diferencia de los otros ilustres israelíes conmemorados aquí, Friedman no es reconocido por ningún invento en concreto sino por ser el primero en querer integrar a los haredís en el sector 'startup'.

Cuando tenía 30 años, Friedman, que pertenece a una ilustre saga de rabinos ultraortodoxos, fundó una empresa de edición de vídeo 'online' llamada Clipop, algo que ya le costó un disgusto con su familia por centrar su carrera en los negocios y no en la religión. "En el proceso de hacer esta empresa, me di cuenta de que Israel era una 'Startup Nation' pero no había ningún haredí o judío ultraortodoxo dentro de esa nación", dice el holograma en voz alta. "Así que en ese momento dejé mi 'startup' y monté una compañía social que tratara de introducir a esta comunidad en la industria de la alta tecnología".

placeholder Un haredí, en uno de los eventos organizados por la aceleradora de Friedman. (KamaTech)
Un haredí, en uno de los eventos organizados por la aceleradora de Friedman. (KamaTech)

"Había muchos retos", continúa la grabación robótica del rabino, "porque los haredís son una comunidad religiosa, muy tradicional y con miedo a la influencia de la innovación, cómo los ordenadores pueden alterar su sociedad, y por otro lado, la población general de Israel ve a esta comunidad como extraños, extranjeros que no saben cómo interactuar con ellos".

Pero sin duda, lo más difícil para Friedman fue decepcionar a su madre, que le veía como el último eslabón de una saga de rabinos que abarcaba 42 generaciones. Convenció a enormes multinacionales tecnológicas como Cisco, IBM o Microsoft para montar KamaTech, una aceleradora de empresas haredíes de alta tecnología por la que ya han pasado más de 8.000 judíos ultraortodoxos. Sus últimos dos movimientos fueron Ampersand, el primer 'coworking' del país ubicado en la comunidad natal de Friedman, Bnei Brak a las afueras de Tel Aviv, y 12Angels, el primer fondo de capital riesgo centrado exclusivamente en 'startups' haredíes.

Es imposible determinar el origen haredí de las empresas salvo que se mire una fotografía del fundador enfundado en un sombrero negro

¿Y qué tipo de empresas salen de aquí? Cuando uno observa el 'portfolio' de 'startups' salidas de estos semilleros, en la grandísima mayoría de los casos es imposible determinar el origen haredí salvo que se mire una fotografía del fundador enfundado en un sombrero negro, con una larga barba o tirabuzones en las patillas. Pero no recortarse la barba o, como reza la Torá, "no cortarás el pelo de los costados de tu cabeza" no significa que no pueda construirse una empresa tecnológicamente potente en estos tiempos.

Avital Beck tiene seis hijos y Hadas Shatz-Azoulay tiene cinco. Estas dos judías ultra-ortodoxas y biólogas del Instituto Weizmann han desarrollado un test para la leche materna que comprueba la calidad de los ingredientes. Su 'startup', convenientemente bautizada como MilkStrip, pasó a través de los filtros de KamaTech para levantar un millón de dólares de capital semilla que les está sirviendo para desarrollar un prototipo comercial del test. No son ninguna excepción a la regla. Del alrededor de 5.000 haredíes que se supone trabajan actualmente en la alta tecnología israelí, 3.500 son mujeres.

Falsa carne, alta tecnología

Esta semana, Jerusalén celebra la OurCrowd Summit, su cumbre global de inversores para 'startups'. Así funciona el modelo de negocio basado en la innovación que persigue Israel: crear empresas pequeñas, alimentarlas y ponerlas en el escaparate esperando a hacer un 'exit'. Es decir, que una gran multinacional venga, saque el talonario y la adquiera por un montón de millones.

Jon Medved, el fundador y CEO de la plataforma de 'startups' y financiadores que organiza la cumbre, cuenta sus éxitos en unicornios; empresas que han alcanzado los mil millones de dólares de valoración. En total lleva cuatro con OurCrowd. El 'exit' que capitaliza todas las charlas en este sentido es Mobileye, la 'startup' israelí de 'software' de visión para alimentar el sueño del coche autónomo. Intel vino al país en 2017 y la compró por 15.300 millones de dólares.

placeholder Medved atiende a los medios en la sala de prensa de la cumbre OurCrowd de 2019. (A.V)
Medved atiende a los medios en la sala de prensa de la cumbre OurCrowd de 2019. (A.V)

(Recordemos que el 'exit' récord en España sigue estando en la compra de Privalia, empresa de venta 'online' de moda con descuentos, por parte del grupo francés Vente Privée por 500 millones de euros en 2016).

En la conferencia, a la que asisten 70.000 personas de todo el mundo, Medved ha ordenado servir un total de 4.000 hamburguesas hechas con la carne 'fake' de alta tecnología de BeyondMeat, una de las empresas que su plataforma apoyó en su momento y que ahora está valorada en más de 500 millones de dólares, tiene casi 400 empleados y está esperando a salir a venta pública. Puede parecer otro método de llamar la atención de los inversores internacionales, pero encaja perfectamente en la estrategia israelí de enlazar la tradición religiosa con la más alta tecnología, en este caso alimentaria.

placeholder

Beyond Burger, el nombre comercial de esta hamburguesas veganas de última generación, "me permite poner queso en la hamburguesa", dice Medved, "porque nosotros los judíos ortodoxos no podemos comer juntos la carne y los lácteos".

Son las 4:30 de la madrugada y una vibración perfectamente audible por un ente semidormido empieza a colarse a través de las ventanas del hotel. Algunos lo han descrito como el sonido del agua descendiendo por la piedra, pero aquí y ahora suena a algo entre un cuerno tibetano y un cante jondo. Aaaaummmmm. Aún es de noche, pero de alguna manera, antes incluso de que cante el gallo, algunos de los 250.000 judíos ultraortodoxos que viven en Jerusalén han decretado el 'Alot Haschachar', momento en que algunos rayos de luz son ya perceptibles en el horizonte oriental de la ciudad y el cronómetro del Talmud empieza a correr marcando ayunos u oraciones.

Tecnología Israel Judaísmo
El redactor recomienda