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La realidad del 5G que las operadoras no cuentan: así les pueden arrebatar el negocio
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¿Quién se va a llevar el pastel?

La realidad del 5G que las operadoras no cuentan: así les pueden arrebatar el negocio

Las operadoras van a invertir millones de euros en el despliegue de las redes 5G, pero corren el riesgo de que la historia se repita: que las tecnológicas acaben siendo las grandes beneficiadas

Foto: EC.
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Se acabó la tregua. El pasado mes de octubre, el jefe de Telefónica, Jose María Álvarez-Pallete, asestó un inesperado hachazo a Google, Amazon, Microsoft y Netflix. No los nombró directamente, habló de "digital services" y "gatekeepers", pero las referencias no dejaban lugar a duda. Tildó su actividad de "expropiación de las redes de nueva generación" y pidió a la Comisión Europea que desregule de una vez las telecos para competir de igual a igual con los gigantes de Silicon Valley. El tono de Pallete contrastó con el 'buenrollismo' de los últimos años: viajes a California, cenas con Zuckerberg, bromas con Hastings (CEO de Netflix), colegueo con Nadella (CEO de Microsoft), mega acuerdos con Google... La historia de amor, de momento, se ha enfriado y no estamos ante una simple pataleta. Ahora hay algo muy serio en juego sobre la mesa: el 5G.

El asunto es tan serio que tiene cifra. En realidad, muchas cifras y muy abultadas, cualquiera entre ocho y 11 billones de euros. Es el dinero que la industria del 5G puede mover a nivel mundial durante la próxima década, según múltiples estimaciones. La gran pregunta es quién se va a llevar la mayor porción de la tarta. Porque con el 5G, es cierto, prácticamente todas las compañías implicadas van a ganar algo, pero unas van a ganar muchísimo más que otras. Y en el sector se ha instalado ya una inevitable sensación de 'déjà vu': estamos ante otra inevitable batalla entre tecnológicas y operadoras cuya victoria tiene todas las papeletas de caer, otra vez, del lado del 'software' y los algoritmos.

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En la 'G' anterior, la del 4G, las operadoras invirtieron miles de millones de euros en desplegar una infraestructura de telecomunicaciones que les ha reportado mucho negocio, aunque nada comparable al rédito que han obtenido las grandes tecnológicas que, literalmente, han levantado un imperio sobre esas nuevas y costosas redes. Solo entre 2013 y 2015, las tres principales operadoras de España, Telefónica, Vodafone y Orange, invirtieron una cifra histórica de 11.200 millones de euros en el despliegue de las redes de fibra y 4G (Telefónica desembolsó casi el 50% de esa cantidad). La cifra no incluye lo que se dejaron en 2011 en la subasta del espectro, otros 1.700 millones adicionales que fueron a engordar las arcas del Estado. ¿Qué ha ocurrido desde entonces?

Bienvenidos a ThinkTek

Estás leyendo ThinkTek, nuestra serie de artículos de análisis sobre los grandes temas tecnológicos del momento. En esta segunda serie, desciframos las claves sobre el despliegue mundial del 5G y la guerra contra Huawei. ¿Cómo afectará el cambio de administración en EEUU al la batalla por el 5G? ¿Y a España? ¿Qué va a suponer para las operadoras en nuestro país? ¿Es el 5G el negocio revolucionario que nos están vendiendo o solo una vuelta de 'marketing' más? Y, sobre todo, ¿quién se va a beneficiar de verdad? Aquí puedes leer la primera entrega sobre este tema.

Si aún no has leído los anteriores ThinkTek, sobre la guerra contra Google, Amazon, Facebook y Apple, los todopoderosos GAFA, no te lo pierdas. Puedes leer aquí la parte I, parte II y parte III.

Operadoras y tecnológicas corrieron a intentar llevarse el mayor trozo del pastel. En 2013, cuando se encendió el 4G en las primeras ciudades en España, la industria de los 'smartphones' aún estaba en plena ebullición. Facebook apenas rozaba los 1.000 millones de usuarios activos al mes (hoy tiene casi 2.500 millones); Google acababa de comprar Waze para sus mapas por 1.100 millones; Netflix tardaría otros dos años en llegar a España, y empezábamos a trastear con el iPhone 5s. Lo que vino en los siete años posteriores fue un brutal desarrollo de las aplicaciones y servicios sobre las redes de las telecos.

placeholder El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. (EFE)
El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. (EFE)

El valor se creó por encima de las tuberías a golpe de 'streaming', modelos de suscripción y publicidad 'online'. La conectividad, la batalla por el consumidor con planes de fibra y móvil, ha seguido siendo un negocio millonario, pero nada comparado con el que las grandes compañías de internet y 'software' construyeron sobre el 4G.

"El 5G no es más que el truco de las operadoras para reinventarse. Ellas mismas han creado esta oportunidad y se van a tirar a la piscina"

Un vistazo a la evolución de las cotizaciones de cada compañía desde el encendido del 4G es bastante esclarecedor. Entre enero de 2013 y la actualidad, Amazon ha aumentado un 1.100% su valor de mercado, Microsoft más de un 760% y Google un 460%. IBM ha tenido más problemas: su valor ha caído de hecho casi un 45% en los últimos siete años. Pero nada que ver con Telefónica, que se ha derrumbado un 66% desde la llegada oficial del 4G. Otra paradoja: las costosas redes de las operadoras han permitido que medio mundo se pase al teletrabajo como si nada en los últimos ocho meses de pandemia, pero han sido empresas de internet y tecnología como Zoom, Amazon o Netflix las que han disparado su valoración en mitad del covid.

"Las operadoras no ganaron nada con el 4G, tampoco perdieron, pero apenas incrementaron sus márgenes. Se creó un montón de valor, pero se lo han quedado todo las plataformas tecnológicas, y las telecos en cambio se han endeudado fuertemente", explica a Teknautas Jorge Pérez Martínez, catedrático de la ETSI de Telecomunicación de la UPM. "Ahora, con el 5G, la situación es parecida, aunque hay dos mundos. Por un lado, está el frente de los 'smartphones' y los consumidores. Eso, las operadoras lo dan por perdido, ya se ha esfumado con el 4G. Por otro lado, están todos los servicios industriales, el internet de las cosas, los servicios a la automoción, industria, sanidad, educación... Esa es su gran oportunidad. En realidad, el 5G no es más que el truco de las propias operadoras para reinventarse. Ellas mismas han creado esta oportunidad y se van a tirar a la piscina. El problema es que una vez abres la red, todo el mundo puede sacar partido".

Más sectores, más competencia

Las fuentes consultadas coinciden en que la batalla de las operadoras por las aplicaciones y el negocio ligado al 'smartphone' y a los consumidores está perdida. El terreno que han gando las tecnológicas, con Google, Facebook, Apple y Amazon a la cabeza, y todo el ecositema de 'startups' está demasiado instalado como para que las telecos se puedan colar como un actor relevante. "Aquí va a ocurrir lo mismo que hasta ahora, se centrarán en la conectividad. Hay una gran oportunidad en el 5G para que las operadoras crezcan, pero la mayor parte del valor se irá a otras compañías", explica a este diario Tom Rebbeck, analista de telecomunicaciones de Analysys Mason.

placeholder Satya Nadella, CEO de Microsoft. (Reuters)
Satya Nadella, CEO de Microsoft. (Reuters)

Según Rebbeck, Pérez y otros especialistas, el gran caramelo del 5G serán los servicios de digitalización y automatización de miles de fábricas y empresas en todo el mundo. Telefónica sacaba pecho con un ejemplo reciente: la conexión por 5G de toda la maquinaria de una fábrica de piezas de automoción de Gestamp en Barcelona, un proyecto que permitirá a la empresa tener datos en tiempo real de la eficiencia de producción y tomar mejores decisiones. "Es la primera fábrica digitalizada con 5G en España", aseguraba. Días antes llegó el primer mercado con 5G del país, Mercamadrid, que avanzaba para "convertirse en ciudad inteligente". Las operadoras se han apresurado a lanzar la maquinaria del 'marketing' del 5G porque saben que llegar los primeros es fundamental. Pero no va a ser fácil.

"En el terreno industrial, hay mucha actividad ahora mismo en redes privadas virtuales 5G. Pero de las 101 redes privadas recientes de las que hay información disponible, solo 16 están lideradas por operadoras. La gran mayoría son proyectos que lideran Ericsson, Huawei o Nokia. En Alemania, por ejemplo, las empresas pueden conseguir espectro por su cuenta y crear redes privadas 5G sin pasar por un operador. Esto les añade mucha más competencia”, explica Rebbeck. El Gobierno español, al igual que han hecho otros socios europeos como Alemania o algunos países nórdicos, lleva tiempo masticando esta idea de permitir a las empresas montar sus propias redes 5G privadas sin depender de las operadoras. Una situación inédita en nuestro país.

"Sin menospreciar las bondades en términos de ancho de banda para el usuario, donde está la verdadera revolución es en el ámbito industrial"

El Ministerio de Economía, de quien depende este reparto, ya abordó el asunto en 2018, cuando incluyó la cuestión en la consulta pública que realizó al respecto. El pasado mes de septiembre, se reafirmó esta posibilidad, en boca de la directora general de Telecomunicaciones, María Teresa Arcos. “Sin menospreciar las bondades en términos de ancho de banda y latencia para el usuario, donde está la verdadera revolución es en el ámbito industrial”, puntualiza Sergio Ríos Aguilar, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Informáticos de la Universidad Politécnica de Madrid. "Por primera vez, hay una tecnología inalámbrica que puede sustituir con eficacia las redes cableadas en entornos industriales", apunta.

¿Por qué esto no sucedió con anterioridad? No solo es por la cuestión del ancho de banda o la latencia. El 5G está pensado para funcionar con una escala masiva de conexiones (hasta un millón de dispositivos IoT por km2) y está optimizado para ‘correr’ en entornos como una fábrica de coches, donde hay muchos elementos metálicos y fuentes de interferencias. La solución, sin embargo, no parece ser del agrado de las operadoras. No hay que olvidar en el escenario en que se mueven: un mercado de telecomunicaciones europeo hipersaturado donde actúan cientos de compañías frente a China o EEUU, donde apenas tres o cuatro empresas pueden meter mano. En un sector tan competido, cualquier oportunidad para hacer caja es algo que no se quiere dejar pasar.

placeholder Reuters.
Reuters.

El sentir es muy diferente entre los proveedores de equipos de redes, a los que se les abre una suculenta vía de ingresos. Algunos de ellos ya han realizado manifestaciones públicas exigiendo más regulación para “impulsar el 5G” y la llamada ‘industria 4.0’. "El 5G será industrial o no será", llegó a decir Tobías Martínez, consejero delegado de Cellnex, el gigante español de las torres de telefonía, en un foro organizado por la CEOE. "Cellnex es una de las verdaderas estrellas del 5G. Se está quedando con muchas de las infraestructuras básicas de las que se están desprendiendo las operadoras precisamente porque necesita competir con las tecnológicas", dice Pérez.

"Mi duda, y la duda del mercado, es si las telecos van a saber convertirse en científicos de datos y dejar de ser solo tuberías"

"Alemania ha entendido muy bien este escenario como algo estratégico", apunta Ríos Aguilar. En aquel mercado, se ha reservado el 25% de las bandas comprendidas entre los 3,7 Ghz y los 3,8 Ghz para estos fines, después de que algunos de los representantes de la poderosa industria teutona, como Bosch o Daimler, hiciesen presión en este sentido. "Para ellos, les supone tener entornos totalmente controlados, sin dependencia de nadie, con mayor seguridad y personalizando el funcionamiento a sus necesidades específicas”, añade este experto. Para las operadoras, supone un jarro de agua fría.

En España, de momento, no se optará por la receta germana. El 5G actuará en tres bandas del espectro: la de los 700Mhz, la de los 3,5Ghz y la de los 26Ghz. El reparto de la segunda ya se hizo de forma temprana, en 2018. Es donde actúan las operadoras tradicionalmente y ni siquiera se ha planteado ningún cambio sustancial. Quedan por repartir la de los 700Mhz (tras ejecutar el segundo dividendo digital y ‘cambiar’ la TDT de sitio) y la de los 26Ghz, algo que ocurrirá finalmente en 2021, tras los retrasos provocados, en parte, por la pandemia. La subasta del año que viene será la que fije la 'photo finish' de cómo queda esta tecnología en España.

placeholder Ginni Rometty, consejera delegada de IBM hasta el pasado enero de 2020. (Reuters)
Ginni Rometty, consejera delegada de IBM hasta el pasado enero de 2020. (Reuters)

La diferencia sustancial del 26Ghz, sin entrar en demasiados vericuetos técnicos, es que hay mucho más para repartir y no habría que quitar espacio a nadie para hacer hueco al 5G industrial, así que los puntos de fricción entre industrias son menores. Aunque es evidente que las telecos pueden perder un trozo del pastel si las empresas optan por montar y gestionar sus propias redes, de la misma manera que hicieron hace décadas con sus centralitas internas, Sergio Ríos cree que pueden hacer negocio con esto. “Habrá muchas empresas medianas que, utilizando una infraestructura privada, subcontraten la gestión y el mantenimiento a una operadora, que al final son las expertas en la materia”. El gran reto aquí será, de nuevo, la competencia que tendrán de los Nokia, Huawei y Ericsson de turno. Y no solo eso. ¿Qué hay del 'software'?

¿Lobos con piel de cordero?

En todo este tablero de ajedrez del 5G, Microsoft e IBM, entre otras tecnológicas, van a jugar un papel clave. Ambas compañías llevan tiempo presentándose como los grandes aliados de las operadoras, pero hay un alto riesgo de que acaben convirtiendose en el Google, Amazon o Facebook del terreno empresarial. "El ejemplo de Telefónica y la fábrica de Gestamp es interesante. En este tipo de contratos, hay una parte de red, que domina la operadora, pero otra más importante de datos por encima, de 'software', de inteligencia artificial. Mi duda, y la duda del mercado a tenor de las cotizaciones, es si las telecos van a saber convertirse en científicos de datos y dejar de ser solo tuberías. Van a tener que ser muy buenas haciendo todo, la red y el 'software', y en esto último Microsoft, IBM o Google les llevan ventaja", explica Jorge Pérez.

El caso de Microsoft crea especial suspicacia. La compañía lleva los dos últimos años cerrando acuerdos estratégicos con operadoras de todo el mundo. Verizon, Vodafone, Deutsche Telekom... y también Telefónica. En marzo de 2019, Satya Nadella, CEO de Microsoft, llegó incluso a entrevistar a su "dear friend" José María Álvarez-Pallete, en una escenificación de la unión de fuerzas de ambas empresas. Pero, a la vez, Microsoft, al igual que Amazon, IBM o Google, está usando estos acuerdos para meter un pie en el mercado del 5G, del que no van a querer salir. "El gran botín que todas estas tecnológicas están buscando es la red de telecomunicaciones en sí misma", explicaba recientemente al FT Caroline Chappell, analista de Analysys Mason y colega de Rebbeck.

El gran riesgo para las operadoras es la progresiva 'evaporación' de la infraestructura de telecomunicaciones: cada vez más empresas invierten en tecnología de virtualización de red. O lo que es lo mismo, basan sus soluciones 5G en la nube pública (o en una mezcla de pública y privada) y apuestan por 'software' en lugar de cables y centros de datos. En este terreno, gigantes como Microsoft, IBM y, progresivamente, Google o Amazon tienen mucha más experiencia que las operadoras, que luchan por despegarse de su negocio tradicional. Y, por si fuera poco, firmas como CCS Insight aconsejan a Microsoft comprar de vuelta la unidad de redes y telecomunicaciones de Nokia, algo que la convertiría en la única compañía con capacidades de principio a fin, desde el equipamiento físico de redes 5G al 'software' y el 'big data'.

La sola mención de estas tensiones inquieta a las operadoras. Consultados por este diario, portavoces de Telefónica han reusado hacer declaraciones al "preferir no hablar del tema en este momento", aunque sí apuntan a Telefonica Tech (su unidad de IoT, ciberseguridad y 'big data') y a acuerdos como el de Gestamp como la prueba de que, esta vez sí, tienen capacidades para competir más allá de las redes. En otras palabras: lo del 4G, aseguran, no se va a repetir.

La sola mención de estas tensiones inquieta a las operadoras. "No nos sentimos cómodos hablando del tema en este momento", dicen desde una

Meinrad Spenger, fundador y consejero delegado de MásMóvil, el cuarto operador español en discordia, reconoce que las tecnológicas están "más avanzadas en algunos aspectos técnicos, pero sin la conectividad, sin las redes, no son nada. Es un reto de posicionamiento, nos tenemos que presentar como la fuente de todo, la base para todo", explica en conversación con Teknautas. Y pone como ejemplo un proyecto en el que trabajan: analizar la movilidad de los coches más contaminantes en cada ciudad para ofrecer datos en tiempo real a las administraciones y tomar mejores decisiones en la lucha contra la contaminación. "El 3% de los vehículos es responsable del 40% de las emisiones. Con tecnología 5G, podemos tener información en tiempo real de sus movimientos. Estamos negociando con las administraciones cómo hacerlo".

Es, de hecho, una de las grandes bazas de las operadoras para contrarrestar el poder de Microsoft, IBM y compañía: tienen los contactos locales, están mejor posicionadas que nadie en la Administración pública, especialmente en educación y sanidad. En su contra, juega el déficit histórico en inversión en I+D comparado con las grandes corporaciones estadounidenses. Mientras Amazon, Google o Microsoft llevan años destinando entre un 13% y un 16% de sus ingresos anuales a I+D, Telefónica destinó el año pasado solo un 2%, 866 millones frente a, por ejemplo, los casi 17.000 millones de Microsoft. "Ese va a ser uno de sus grandes retos, no tienen capacidad de inversión en I+D. ¿Cómo esperas competir en IA, en internet de las cosas o en 'big data' si no dedicas millones a investigación y desarrollo como tus rivales?", señala Pérez.

El frente regulatorio tampoco ayuda. Mientras en China y EEUU la tarta se reparte entre tres y cuatro grandes actores, respectivamente, en el mercado común hay cientos de operadores. Un escenario que Bruselas ha azuzado con sus leyes de competencia. ¿En qué ha derivado esto? En una guerra de precios que ha beneficiado al consumidor, pero lastrado mucho a los proveedores del sector. Solo hace falta echar un vistazo al Stoxx 600.

Las telecos suponían a comienzos de 2020 menos del 3% del valor del índice. Antaño, a principios de siglo, generaban casi el 10% y eran una de las industrias más valiosas. Morgan Stanley cifra en un 80% la pérdida de capitalización de mercado de los grandes nombres del sector. Los inversores han ido retirándose a otras posiciones debido al fuego cruzado y a la fuerte regulación, que limita las capacidades de hacer negocio.

Esta situación afecta directamente a los recursos que tienen Telefónica, Vodafone y el resto de telecos y, por tanto, a la capacidad de Europa de ganar esta carrera y tener una industria de referencia a nivel mundial. El escenario ideal para competir con China y EEUU en el 5G habría sido concentrar el sector en cuatro o cinco grandes ‘players’ continentales. Es algo que las operadoras llevan años pidiendo: desregular, abrirse al libre mercado. "Debería haberse hecho antes", recriminó Pallete en su recado a las tecnológicas y a Bruselas. "Pero nunca perdemos la fe".

Se acabó la tregua. El pasado mes de octubre, el jefe de Telefónica, Jose María Álvarez-Pallete, asestó un inesperado hachazo a Google, Amazon, Microsoft y Netflix. No los nombró directamente, habló de "digital services" y "gatekeepers", pero las referencias no dejaban lugar a duda. Tildó su actividad de "expropiación de las redes de nueva generación" y pidió a la Comisión Europea que desregule de una vez las telecos para competir de igual a igual con los gigantes de Silicon Valley. El tono de Pallete contrastó con el 'buenrollismo' de los últimos años: viajes a California, cenas con Zuckerberg, bromas con Hastings (CEO de Netflix), colegueo con Nadella (CEO de Microsoft), mega acuerdos con Google... La historia de amor, de momento, se ha enfriado y no estamos ante una simple pataleta. Ahora hay algo muy serio en juego sobre la mesa: el 5G.

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