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"Hay 12 cocinas fantasma junto al patio del colegio": el 'delivery', sin freno en Madrid
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UN FÉNOMENO IMPARABLE

"Hay 12 cocinas fantasma junto al patio del colegio": el 'delivery', sin freno en Madrid

Los vecinos de cuatro calles de Arganzuela se movilizan después de enterarse de que están construyendo una colmena en el interior de una manzana residencial, al lado de un colegio público

Foto: Vista aérea del patio y las cocinas que se están construyendo. (Cedida)
Vista aérea del patio y las cocinas que se están construyendo. (Cedida)

Una cocina fantasma es algo pensado para ser invisible. Solo existe en 'apps' como Glovo, Uber Eats o Deliveroo. Se esconden, en un gran número de ocasiones, tras marcas virtuales para ofrecer sus platos, que muchas veces se preparan en los mismos fogones aunque se vendan como restaurantes diferentes. En los últimos meses se han convertido en un negocio en absoluto discreto. El 'boom' que ha experimentado la comida a domicilio con la pandemia ha supuesto un acicate para esta actividad, que se está multiplicando en ciudades como Madrid o Barcelona.

Foto: Vista de la chimenea que se ha construido junto a una vivienda en Les Corts. (Cedida/Anna Ramón)

El problema surge cuando, por esa necesidad de estar cerca del cliente, estas colmenas han empezado a colocarse en los bajos de edificios residenciales o incluso en los patios de vecinos que asoman entre bloques de viviendas. Una instalación de este tipo en el madrileño barrio de Arganzuela es ahora la que ha puesto en pie de guerra a los vecinos, que hace unos pocos días se enteraron de que se estaban construyendo varias 'dark kitchens' en la parcela continua a un centro escolar. "Nos han montado 12 cocinas fantasma junto al patio del colegio", denuncia Noelia, madre de uno de los 900 alumnos del CEIP Unamuno.

Noelia, que también reside en uno de los edificios de dicha manzana, ha empezado a organizarse con otras personas de la zona así como otros padres y madres de dicho centro para intentar parar las obras que se están realizando en el número 8 de la calle Alejandro Ferrant. "Nosotros no tenemos nada contra el negocio en sí, que es una manera de reinventar y demás en tiempos de crisis. Lo que nos parece inasumible es que esto se permita construir en un sitio lleno de viviendas y junto a un lugar donde estudian niños y niñas desde los tres hasta los 12 años".

Humos, olores y tráfico

Sus quejas se resumen básicamente en dos partes. La primera es la colocación de las chimeneas industriales necesarias para la ventilación del local. Señalan que están justo encima del patio principal del centro y que quedan a la altura del que utilizan los alumnos de infantil. Los arquitectos han explicado que se cumple la norma de que no haya ventanas en 15 metros a la redonda. "No estarán a 15, pero están a 20. Con todo lo que supone de humos y olores tanto para los vecinos de estos bloques como para los estudiantes".

El otro gran caballo de batalla es el tráfico que va a generar a dicha actividad. La calle Alejandro Ferrant es una calle estrecha de una única dirección. "Además te obligan a girar a la derecha y si quieres ir a la Glorieta de la Beata para ir para el centro tienes que girar a la derecha. Así que prácticamente la totalidad de los pedidos van a pasar por allí", comenta Eva, una vecina de uno de los edificios. Alguna de las madres, incluida Noelia, se personaron hace unos días en el local de Cokukin, la firma que está detrás del local.

placeholder Vista del patio de infantil y las cocinas. (Cedida)
Vista del patio de infantil y las cocinas. (Cedida)

"Nos dijeron y nos insistieron mucho en que ellos no eran el mismo tipo de empresa que los que están construyendo las cocinas en lugares como Prosperidad o Tetuán. Y en parte es cierto, que los proyectos son completamente diferentes. Insistieron en que ellos querían integrarse en el barrio y que querían llegar a una solución intermedia. Pero es que no es posible. Esto no tiene que estar en una zona residencial", explican. Las explicaciones de la empresa no les terminaron de convencer. "Nos dieron explicaciones un poco surrealistas. Cuando les dijimos lo de los humos y los olores, nos respondieron que tenían estudios que decían que el 90% de días el viento soplaba en dirección contraria al patio. Eso me da igual, porque en el otro lado está mi casa y otras tantas", recuerda una de ellas.

"Cuando les comentamos lo del tráfico, dijeron que bueno, que ya hablarían con el ayuntamiento para cambiar el sentido de la calle. La verdad que te quedas un poco sorprendida cuando oyes estas respuestas", remata Noelia. "Nos insistieron todo el rato que era un negocio muy cambiante", cuenta.

Las explicaciones le sirvieron para conocer más detalles del proyecto, cuya memoria está disponible en portal del CONEX, la web que sirve para consultar la concesión de licencias y expedientes urbanísticos. Se trata de un local de cerca de 500 metros cuadrados, que antiguamente albergaba una fábrica de muebles y soportes metálicos. "Lleva casi 25 años sin uso", comenta Iris, también implicada en la preparación de las movilizaciones que contemplan. Además de enviar una queja conjunta a las autoridades municipales, pretenden organizar una manifestación en la zona en los próximos días.

Cocinas para 'delivery' y 'catering'

La empresa, aunque inicialmente tenía previsto habilitar un total de 17 cocinas, optó finalmente por montar solo 12 y reservar un espacio para refrigeración. La idea que ahora mismo manejan es utilizar seis de estas (aproximadamente de unos 16 metros cuadrados cada una) al 'delivery' y otras seis para servicio de 'catering'.

La empresa, según anuncia en su propia web, empezó a pergeñar el proyecto el pasado mes de febrero, cuando anunciaron su primer CookHub en Madrid, ofreciendo un mercado potencial de "un millón de personas en menos de 30 minutos" gracias a su ubicación privilegiada. Cada cocina está equipada con freidoras, cocina a gas con cuatro fogones, horno, extractor, nevera, mesa fría, congelador o lavaplatos. A estos electrodomésticos hay que sumar otros aparatos, como los termostatos para el agua caliente. En el proyecto presentado piden licencia para la actividad en un horario que va desde las 10.00 de la mañana a las 23.00 de la noche.

placeholder Entrada de la calle donde se encuentra el colegio. Foto: M. Mcloughlin
Entrada de la calle donde se encuentra el colegio. Foto: M. Mcloughlin

En dicho documento también abordan la problemática del tráfico. Hacen una estimación partiendo de que, con un cocinero, cada cocina podría generar 36 pedidos a la hora. Aseguran que eso generará al día unos 468 viajes extra, la mayoría de motos o bicicletas, lo que no influye teniendo en cuenta que en el Paseo de las Delicias, calle perpendicular a donde se sitúa dicho local, pasan entre 5.000 y 20.000 vehículos diarios.

La empresa tiene prevista una zona para que los 'riders' esperen el pedido y no molesten en el exterior así como la previsión de que los vehículos más grandes (furgonetas de reparto de los proveedores o aquellas que se utilicen para enviar el 'catering') paren en esa arteria que conecta la zona de Arganzuela con el eje Atocha-Paseo del Prado-Recoletos. "Ahí no hay espacio para que paren", comenta Sara, otra vecina de un bloque cercano. "Además ellos no controlan a los 'riders', que suficiente tienen ya con las condiciones de tiempo que se les exigen. ¿Te crees que un repartidor de esos se va a bajar al principio de la calle y va a entrar andando? No", remata.

El problema de las licencias

La empresa, a la que este periódico ha intentado contactar por diversas vías, no ha contestado a las llamadas ni a los correos remitidos en el momento del cierre de este artículo. De nuevo la sombra que sobrevuela sobre el asunto es el de una legislación municipal anticuada, que no recoge los efectos paralelos de estas nuevas actividades, como puede ser el tráfico constante de 'riders' en zonas industriales. Ahora mismo el CookHub de Cokukin tiene la licencia similar a la que tenía un servicio de 'catering' para platos preparados y un permiso de obrador con chimenea.

"Es que le dan básicamente la misma licencia que a una pequeña panadería", lamenta este grupo de vecinos. Estas licencias también son las mismas que ha solicitado Cooklane, una subsidiaria de Travis Kalanick, fundador de Uber, para operar en Prosperidad y en Tetuán. Aunque el Ayuntamiento de Madrid y Urbanismo, un departamento en manos de Ciudadanos, anunciaron que iban a estrechar el cerco y estudiar estas nuevas actividades, todavía no han movido pieza. "Se revisará la regulación de los usos urbanísticos y en especial de los usos industriales para regular las nuevas actividades económicas que han surgido o puedan aparecer y, sobre todo, garantizar la compatibilidad de las mismas con la convivencia vecinal", anunció en febrero Mariano Fuentes, el concejal ocupado de esta área.

Foto: La chimenea industrial, aún sin terminar, tiene que ser más alta que el edificio adyacente. (M. Mc)

El pasado 30 de marzo el grupo socialista llevó al pleno municipal una iniciativa para que se realizase una inspección de estos proyectos así como una revisión de todas las licencias concedidas con este fin en la capital, algo que el Gobierno local rechazó, haciendo valer su mayoría junto a Vox. Las asociaciones de vecinos tanto de La Prosperidad como de Cuatro Caminos han sido especialmente críticos y aseguran que parece que el Ayuntamiento no quiere recibirles para abordar el problema de las cocinas fantasma.

La situación en Madrid contrasta de pleno con la situación en Barcelona. Allí, el consistorio dirigido por Ada Colau ha decidido paralizar la concesión de licencias durante un año para adecuar la normativa a la nueva realidad así como una inspección de los dos proyectos que han aflorado en la zona de Les Corts y San Martí, generando una fuerte oposición vecinal.

Una cocina fantasma es algo pensado para ser invisible. Solo existe en 'apps' como Glovo, Uber Eats o Deliveroo. Se esconden, en un gran número de ocasiones, tras marcas virtuales para ofrecer sus platos, que muchas veces se preparan en los mismos fogones aunque se vendan como restaurantes diferentes. En los últimos meses se han convertido en un negocio en absoluto discreto. El 'boom' que ha experimentado la comida a domicilio con la pandemia ha supuesto un acicate para esta actividad, que se está multiplicando en ciudades como Madrid o Barcelona.

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