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Los 4 años convulsos de Carme Artigas al frente de la Secretaría de IA. "Está muy dolida"
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Egos, ceses y promesas

Los 4 años convulsos de Carme Artigas al frente de la Secretaría de IA. "Está muy dolida"

Carme Artigas abandona su puesto al frente de la Sedia con tantos apoyos como detractores. Aspiraba a ser ministra de Digitalización, pero la Moncloa la ha dejado caer. ¿Qué ha pasado?

Foto: La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial del Gobierno de España, Carme Artigas, en su último evento público esta semana. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial del Gobierno de España, Carme Artigas, en su último evento público esta semana. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)
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Minutos después de que Carme Artigas anunciara este martes su adiós al frente de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial (Sedia), varios grupos de WhatsApp empezaron a echar humo. Un mensaje en uno de ellos, formado por miembros de varios gabinetes del Gobierno, resumía el sentir general. "¡Ha tardado en irse!". Lo enviaba un asesor del nuevo ministro de Transformación Digital, José Manuel Escrivá, y refleja bien lo ocurrido en las últimas semanas. El nombramiento de Escrivá ha sido el detonante de la salida de Artigas, que aún confiaba en ser nombrada ministra. "Está muy dolida. Quería irse desde hace tiempo, pero se quedó por si la escogían", asegura una fuente de su círculo más cercano. No ocurrió. "Lo interesante de esta historia es por qué se va de verdad. Eso no lo ha contado nadie".

La salida de Carme Artigas supone el cierre de una etapa convulsa en una de las secretarías que más presupuesto, proyectos y atención mediática habían acaparado en los últimos años. Su relevancia había escalado tanto que el Gobierno se vio forzado a desgajarla del Ministerio de Asuntos Económicos para convertirla en una cartera en sí misma. ¿Por qué Carme Artigas, la persona que ha creado la Sedia tal y como la conocemos y, sobre el papel, la mejor posicionada para asumir el cargo de ministra de Transformación Digital, acaba saliendo por la puerta de atrás? La respuesta es una mezcla de cálculo político, ego, escándalos internos y promesas incumplidas que la han acabado convirtiendo en un lastre en lugar de un activo para la Moncloa.

"Hacía tiempo que no aguantaba más. Es difícil mantener esa ficción de forma permanente. Su gran don es anunciar, anunciar y anunciar cosas. Proyectos grandilocuentes, pero vacíos. En algún momento hay que pasar de las palabras a la acción. ¿Cuáles han sido los resultados? ¿Cuánto se invirtió y qué se logró? ¿Qué se consiguió con la app Radar Covid, con la ley de startups o con el kit digital? Su agenda era muy moderna, muy europea, muy humanista, pero como ciudadanos debemos exigir conocer qué se ha ejecutado de verdad", explica a El Confidencial uno de los colaboradores de Artigas durante varios años, que pide no publicar su identidad.

Media docena de fuentes del entorno personal y profesional directo de Carme Artigas ha accedido a hablar para este reportaje a cambio de mantener su anonimato. Contactada por este diario a través de su portavoz, Carme Artigas, cuyo cese se anunciará en el BOE tras el próximo Consejo de Ministros el martes 26 (aunque ella dejará el cargo este viernes 22), ha declinado realizar declaraciones.

Foto: Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial desde el pasado 14 de enero.

La polarización en torno a la figura de Artigas es absoluta, pero todas las fuentes consultadas coinciden en algo: había decidido desde hace meses irse de Sedia para regresar al sector privado. En un evento a finales del pasado agosto, organizado por la patronal de la industria digital en España, Ametic, pronunció un discurso que ya sonaba a despedida. El tono sorprendió a la audiencia y sus palabras se convirtieron en la comidilla del día. La secretaria de Estado había confesado a su núcleo más cercano su convencimiento de que la investidura de Pedro Sánchez no saldría adelante. Era su gran oportunidad para desaparecer e irse sin dar explicaciones.

placeholder La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas. (EFE)
La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas. (EFE)

Primera sorpresa. La investidura no solo salió adelante, sino que se produjo un segundo giro de guion. Sánchez creó un nuevo Ministerio de Transformación Digital al frente del cual situó a José Manuel Escrivá. Al inicio, la jugada parecía clara: era un puesto transitorio hasta que se confirmara el nombramiento de Nadia Calviño en el Banco Europeo de Inversiones (BEI). En ese momento, Sánchez transferiría a Escrivá a Asuntos Económicos para sustituir a Calviño y la cartera de Transformación Digital quedaría vacante. "Me consta que varias personas le aconsejaron aguantar por si Escrivá al final se iba y la nombraban. ¿Quién mejor que ella? Era un valor al alza, tenaz, una mujer con carácter, muy seria", explica una fuente de su entorno.

"Si la Moncloa hubiera querido ayudarla, la hubiera ayudado. Simplemente no quiso. Llegó un punto en el que había volado demasiados puentes"

Segunda sorpresa. Escrivá comenzó a traerse a todo su equipo de máxima confianza a Transformación Digital, en un indicador claro de que había llegado para quedarse. En paralelo, empezaba a sonar otra canción: Sánchez tenía otro elegido como nuevo ministro de Economía. Con los próximos movimientos ya decididos, Artigas se reunió con Escrivá para comunicarle su deseo de abandonar la Sedia. Acordaron que no lo haría hasta que defendiera en Bruselas el borrador de la futura ley europea de IA, al ostentar España la presidencia rotatoria del Consejo de la UE.

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Esta versión, a grandes rasgos la oficial, cuenta solo una parte de la historia. La otra es más amarga. "Si la Moncloa hubiera querido ayudarla, la hubiera ayudado. Simplemente, no quiso. Llegó un punto en el que Carme había volado demasiados puentes. Su primer año en la Sedia fue una catástrofe, en buena parte por su jefa de gabinete, Lucía Velasco, pero también por su forma de afrontar el puesto. Entró como un elefante en una cacharrería. El daño ya estaba hecho y eso fue muy difícil de levantar", señala otra fuente que trabajó con ella.

De las peleas con Chema Alonso...

El aterrizaje de Carme Artigas en la Sedia no fue suave. Se produjo con dos borrones en su historial que le hicieron sombra desde el inicio en el Gobierno. El primero fue su dimisión en 2005 como CEO de la Administración Abierta de Cataluña (AOC, por sus siglas en catalán), un ente público participado en un 60% por la Generalitat y en un 40% por los ayuntamientos, que por aquel entonces tenía un presupuesto de 25 millones de euros anuales.

placeholder El jefe de Datos (CDO) de Telefónica, Chema Alonso. (EFE)
El jefe de Datos (CDO) de Telefónica, Chema Alonso. (EFE)

La polémica estalló con el concurso para adjudicar un contrato al que se presentaron 14 empresas. Hubo dos que concursaban juntas y que parecían las mejor colocadas para la adjudicación de 320.000 euros: Informática y Powerdata Ibérica. El problema es que el director de Operaciones de la segunda era Jaume Agut, marido de Artigas. Ella se vio forzada a dimitir en febrero de 2005 para "evitar que se cuestione su honorabilidad" y para "preservar las instituciones". En la comisión permanente, el consejero de Gobernación y Administraciones Públicas de turno, Joan Carretero, reconoció que Carme "se habría tenido que inhibir desde el inicio del procedimiento", que eso había provocado "una pérdida de confianza" en ella y que "se tenía de producir el cese inmediato". Artigas se había adelantado una vez más y ya había dimitido días antes.

"Creo que lo que ocurrió en la AOC fue clave y marcó su carácter posterior. Ella es una persona con una ambición desmedida, tener que dimitir le dejó un poso como vengantivo, una actitud de soberbia contra los demás que ha marcado su carrera", explica un exfuncionario de alto rango que trabajó con Artigas y que asegura haber sufrido en primera persona ese trato. "Fue lo mismo que pasó luego con Chema Alonso, en su etapa en Telefónica. Empezaron a llevarse a matar y ella acabó saliendo rebotada".

"A todos nos daba la sensación de que a Chema le sobrábamos, estaba claro que la relación entre Carme y él no iba a acabar bien"

Un año después de abandonar la AOC, Artigas fundó junto a su marido Synergic Partners, una empresa especializada en big data, o como se empezaba a llamar entonces a la inteligencia artificial. Hicieron caja nueve años después, al venderla a Telefónica por unos 10 millones de euros. Synergic Partners se integró en Telefónica y José María Álvarez-Pallete no solo nombró a Chema Alonso jefe de Datos (CDO, en sus siglas en inglés), sino que además lo incluyó en el comité ejecutivo. Lo convirtió en el gurú digital de la operadora. En este nuevo organigrama, Artigas dependía de Alonso. Y ahí empezaron los problemas.

"El día a día con Chema Alonso fue muy mal", aseguró a este diario un directivo que trabajó codo con codo con Artigas. "No había ningún tipo de entendimiento ni de sintonía entre los dos. Discrepaban en todo, en el día a día, en el modelo de datos, en la forma de integrar lo que hacía su startup en lo que ya hacía Telefónica... Y a nivel personal, igual, no conectaron en ningún momento". Un exempleado de Synergic Partners corrobora esta visión: "Se suponía que el equipo de Telefónica y el nuestro íbamos de la mano, pero éramos dos mundos distintos. No por los empleados, sino por Chema. Él tenía una visión opuesta a la nuestra. Y es lógico que la defendiese, pero las formas no eran las mejores. A todos nos daba la sensación de que a Chema le sobrábamos, estaba claro que la relación entre Carme y él no iba a acabar bien".

No lo hizo. Artigas abandonó Telefónica en diciembre de 2018.

... a las trifulcas con funcionarios

Dos años después, llegó su gran oportunidad en la Administración. En enero de 2020, el Gobierno crea una nueva Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial (Sedia), relega a Francisco Polo (anterior secretario de Estado para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital) y pone a Carme Artigas al mando. Arranca así el periodo más convulso y a la vez más crítico de este organismo que, en mitad de la pandemia, se convierte en una unidad fundamental del Gobierno.

placeholder Carme Artigas, con la 'app' Radar Covid, en una foto de 2020. (Reuters)
Carme Artigas, con la 'app' Radar Covid, en una foto de 2020. (Reuters)

"Lo curioso de esto es que para cuando se decreta el confinamiento, la Sedia ya había implosionado. Entre enero y marzo, Artigas y su jefa de gabinete, Lucía Velasco, provocan la salida de múltiples perfiles, algunos de ellos, altos funcionarios TIC de enorme experiencia como Fernando de Pablo. Llega el confinamiento y, de repente, todo es un caos, el Gobierno no sabe qué hacer y ella recibe mucha atención por todo el tema de la app Radar Covid. Eso fue un absoluto desastre, no había nada, era todo humo", relata una fuente conocedora de esa etapa.

Varias fuentes que vivieron esos meses coinciden en que buena parte de las trifulcas generadas con funcionarios se debió a la pobre gestión de personal de Lucía Velasco. "Si Artigas hubiera fichado a otra persona, creo que mucho de esto no habría ocurrido. Velasco ejerció una gestión altamente tóxica, ninguneaba a todos, cortocircuitaba a los funcionarios", explica una fuente que vivió ese periodo. Contactada por este diario, Velasco ha rechazado ofrecer declaraciones.

Lucía abandonó la Sedia un año después para ser nombrada directora del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (Ontsi), dependiente de Red.es. En mayo de 2022, fue cesada tras una investigación interna por supuesto acoso laboral a empleados.

"Nadie habría salido airoso de esa situación, con una pandemia y el Gobierno presionándote para lanzar proyectos. Lo hizo francamente bien"

"Creo que hay que ser justo también con su arranque en Sedia. Artigas llegó en el peor momento posible. Nadie, repito, nadie, habría salido airoso de esa situación, con una pandemia y el Gobierno presionándote para lanzar proyectos. Lo hizo francamente bien", explica una fuente consultada. Otra, sin embargo, lo rebate. "Fue una etapa dura, pero llegó con la aproximación errónea, apropiándose de proyectos como la app de autodiagnóstico de la Comunidad de Madrid, una iniciativa de varias compañías, como Telefónica, y empresarios, entre ellos Martin Varsavsky, o de proyectos de CCAA como Valencia liderados por Nuria Oliver. Eso generó unas tensiones y enfrentamientos internos brutales".

Lluvia de millones y proyectos

Tras un primer año caótico, Artigas cambia de marcha en dos planos. Primero, se rodea de un núcleo duro y leal al que va dando cada vez más aire y responsabilidades. Un ejemplo es Alberto Gago, exasesor de la Comisión Europea fichado en el verano de 2020 y que, tras las múltiples salidas de sus jefes de gabinete, ha acabado convirtiéndose en su mano derecha. Por otro lado, y con el covid ya casi olvidado, Artigas se pone a empujar múltiples proyectos millonarios de digitalización y sitúa la Sedia como la punta de lanza del Gobierno de Pedro Sánchez para invertir los fondos de la UE del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia. Entre 2021-2023, se tenían que distribuir y ejecutar alrededor de 72.000 millones de euros de estos fondos. Los proyectos de digitalización acaparaban el 33% de los mismos y Sedia era uno de los organismos clave en este reparto.

placeholder Carme Artigas, en el centro, junto a Thierry Breton, comisario de Mercado Interior, tras aprobarse el texto preliminar de la ley europea de IA, el pasado 9 de diciembre. (UE)
Carme Artigas, en el centro, junto a Thierry Breton, comisario de Mercado Interior, tras aprobarse el texto preliminar de la ley europea de IA, el pasado 9 de diciembre. (UE)

Es la etapa de algunos de los proyectos más sonados, para bien y para mal, como el kit digital, la ley de startups o la creación de la Agencia Española de Supervisión de Inteligencia Artificial (Aesia), con sede en A Coruña. Con un presupuesto de 3.067 millones de euros, el proyecto kit digital, dependiende de Red.es y Sedia, presume de haber ayudado a digitalizarse a más de 300.000 pymes y entregado más de 1.350 millones de euros (un 44% ejecutado). El programa, sin embargo, ha estado también plagado de denuncias de asociaciones de autónomos que relatan fraudes y retrasos en las ayudas, dejando cientos de pymes en una situación económica precaria.

La ley de startups, aprobada hace un año, ha sido tildada hasta la saciedad por emprendedores e inversores de "oportunidad desaprovechada". Un buen primer paso, pero no es suficiente. Más ampollas ha destapado la creación de la Agencia Española de Supervisión de Inteligencia Artificial (Aesia), por la adjudicación de un contrato de 4,3 millones de euros a Deloitte, OdiseIA y NTT Data para definir aspectos estratégicos de su funcionamiento. En lugar de acudir a un cuerpo de funcionarios TIC muy cualificado, como los empleados en la Secretaría General de Administración Digital (SGAD), a Artigas se le ha criticado contribuir a un mal mayor: devaluar los recursos internos en favor de los contratos adjudicados a las Big Four.

Ha dejado para el siguiente el trabajo más duro y menos gratificante: la ejecución. "El que venga no se va a poder lucir como ella en presentaciones"

"Los funcionarios TIC de la AGE estamos de funeral. Externalizan el conocimiento y nos señalan como inútiles para hacer este trabajo", publicaba hace unos meses José Antonio García, subsecretario en el Ministerio de Consumo. "Creo que la gestión de Artigas ha sido buena. Si me apuras, muy buena. Es verdad que ha cometido en error clave, y es poner demasiadas cosas en marcha. Todo esto que anuncia está muy bien, pero ¿cuánto se está ejecutando de verdad? La realidad es que muy poco", señala un funcionario que ha trabajado en diversos proyectos con Sedia.

Para muchos de los especialistas técnicos consultados que han trabajado con la secretaria de Estado, esta es precisamente una de las claves que mejor resumen su legado. Su especialidad era lanzar proyectos, acaparar titulares, salir en la foto. La mayoría de esos proyectos eran necesarios y un gran paso adelante. Sin embargo, ha dejado para el siguiente el trabajo más duro y menos gratificante: la ejecución. "El que venga no se va a poder lucir como ella presentando las iniciativas. La ejecución me temo que va a ser muy pobre".

"¿Te imaginas que acabe en OpenAI?"

Esta habilidad de Artigas explica en parte cómo, a pesar de ser incómoda para la Moncloa por su agresivo estilo de gestión, continuó en el puesto durante casi cuatro años. "Al principio, Calviño y ella tenían mala relación. La Moncloa tuvo que tomar cartas en el asunto para solventar los líos del primer año. Pero luego Artigas resultó ser una eficaz máquina de vender proyectos, modernización y titulares. Daba visibilidad al Ministerio de Economía. Era, digamos, un mal necesario", explica una fuente que trabajó con ella.

placeholder El nuevo ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá. (EFE)
El nuevo ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá. (EFE)

Quizás el mejor ejemplo de esta apisonadora de vender (que no ejecutar) proyectos es la más reciente ley europea de inteligencia artificial (AI Act). "Artigas ha usado a varios medios para posicionarse como la gran artífice del acuerdo provisional de esta ley. El mérito es de ella, dicen. Vamos a ver, la iniativa existía mucho antes de que ella llegara a Sedia. Las primeras conversaciones en la UE sobre esto datan de comienzos de 2020. Está vendiendo algo de lo que aún no conocemos su texto definitivo y con lo que Francia y Alemania ya han dicho que no están de acuerdo", explica una de las fuentes consultadas.

En un encuentro reciente con medios de comunicación, Carme Artigas defendió que las prisas por aprobar un texto preliminar de la ley de IA no eran para colgarse medallas, sino para asegurar que quedaba aprobada dentro de la presidencia española del Consejo. "De no haber ocurrido, bajo la presidencia belga, esto podría quedar en el limbo otros tres o cuatro años", señaló.

Tras su marcha al frente de la Sedia, habrá que esperar a ver qué ocurre con las dos secretarías de Estado actuales, de Telecomunicaciones y Digitalización, pero todo apunta a que van a desaparecer. Después de cuatro años de "ego desmesurado", como la describen algunas personas que han trabajado con ella, se abre una nueva etapa bajo el mando de Escrivá. "Muchos lo ven como alguien que no tiene ni idea de temas digitales, pero se ha rodeado de unos asesores muy potentes. Lo puede hacer muy bien", señala una fuente gubernamental. "Lo más interesante ahora será ver a dónde se va Carme. Ella ha hecho y deshecho leyes y presupuestos a su antojo... ¿Te imaginas que acabe en Meta o en OpenAI?".

Minutos después de que Carme Artigas anunciara este martes su adiós al frente de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial (Sedia), varios grupos de WhatsApp empezaron a echar humo. Un mensaje en uno de ellos, formado por miembros de varios gabinetes del Gobierno, resumía el sentir general. "¡Ha tardado en irse!". Lo enviaba un asesor del nuevo ministro de Transformación Digital, José Manuel Escrivá, y refleja bien lo ocurrido en las últimas semanas. El nombramiento de Escrivá ha sido el detonante de la salida de Artigas, que aún confiaba en ser nombrada ministra. "Está muy dolida. Quería irse desde hace tiempo, pero se quedó por si la escogían", asegura una fuente de su círculo más cercano. No ocurrió. "Lo interesante de esta historia es por qué se va de verdad. Eso no lo ha contado nadie".

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