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Todo lo que he aprendido en 6 años probando bombillas de bajo consumo en casa
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Ahorradoras sí, pero no inteligentes

Todo lo que he aprendido en 6 años probando bombillas de bajo consumo en casa

Las bombillas inteligentes permiten operar desde el móvil, pero no necesariamente sirven para ahorrar más en la factura de la luz

Foto: Las bombillas deben ser algo a medida de cada lámpara.
Las bombillas deben ser algo a medida de cada lámpara.

Un día te pones a buscar bombillas baratas en Amazon, y al día siguiente estás comprobando si la bombilla resiste sobrevoltajes, si está libre de mercurio, o cuantos milisegundos tarda en encenderse. Por suerte o por desgracia vivimos en un mundo en el que ya no existe un único tipo de patatas, ni tan solo tres variedades de leche. Con las bombillas ocurre igual, y hay mucha letra pequeña en la que fijarse antes de comprar.

Un primer detalle que parece obvio, pero que no lo es tanto son las dimensiones físicas de la bombilla, y no me refiero solo al tipo de rosca o conector, sino al tamaño de la bombilla en sí. Mide bien la anchura y profundidad del habitáculo de la lámpara antes de comprar. No sea que te pase como a mí, y compres un reflector que sobresale 4cm de la lámpara en la que se supone que debe ir.

placeholder Nada peor que equivocarse al comprar una bombilla en lo más básico: el tamaño.
Nada peor que equivocarse al comprar una bombilla en lo más básico: el tamaño.

Aparte del tamaño, dedíca un par de minutos a considerar la forma de la bombilla. Las bombillas cónicas iluminan sólo en una dirección, lo que las hace ideales para lamparas tipo foco, pero absurdas para una lámpara de mesita. En este último caso, probablemente, sea mejor una bombilla convencional o tipo vela, que emite luz en todas direcciones.

Finalmente está el tema del tipo de conexión o fijación. La mayor parte de bombillas modernas para el hogar llevan un sistema tipo tornillo llamado rosca Edison. Las hay en diferentes tamaños designados mediante la letra E, seguida de un número que no es otra cosa que su diámetro en milímetros. Las más comunes son las de rosca gruesa o E27, seguidas de las de rosca fina o E14. Como nota curiosa, estas medidas son las más utilizadas en Europa. En Estados Unidos los tamaños más usuales son los E26 y E12.

Ademas de la rosca Edison hay, literalmente, decenas de tipos de conexión diferentes. Los conectores de dos pines GU4 y GU10 son muy habituales en las lámparas tipo halógeno. Mi gusto personal es tener todas las lámparas de casa con el mismo tipo de rosca si es posible. Así no tengo que mantener un stock de recambio de muchos tipos de bombilla para cada lámpara. Por lo demás, no hay grandes diferencias entre un conector y otro más allá de la dificultad para instalarlo o su tamaño.

placeholder Diferentes tipos de lámpara LED con las bombillas integradas.
Diferentes tipos de lámpara LED con las bombillas integradas.

En los últimos años he asistido con creciente desazón a una proliferación de lámparas que ya traen la bombilla (o bombillas) LED incorporadas. Es el caso de los plafones LED o las lámparas empotrables. Su uso puede ser recomendable en algunos casos, pero hay que tener siempre en cuenta que, el día que se averíen, normalmente hay que cambiarlas completamente. Eso por no mencionar que su instalación requiere de destornillador, alicates, y taladro. En mi casa las suelo usar para rincones en los que la luz solo se enciende durante unos minutos al día, como armarios o baños de servicio. Eso permite alargar su vida útil. Tampoco es mala idea comprar una de repuesto en el mismo momento en que compramos la que vamos a instalar. De esa manera tendremos un recambio idéntico el día que se estropee la primera.

Tipos de bombilla

A día de hoy no tiene mucho sentido hablar de las bombillas incandescentes, porque básicamente han dejado de usarse en todos los países civilizados, y por muy buenas razones. Consumen mucha más electricidad para generar la misma luz, y emiten mucho calor debido precisamente a que llevan en su interior un filamento incandescente de tungsteno. Además tienen una vida útil muy corta, aunque esto tiene más que ver con la obsolescencia programada que con una mala calidad de la tecnología ideada por el británico Joseph Wilson Swan (y luego capitalizada por Edison).

Las bombillas halógenas son primas lejanas de las incandescentes. También usan filamento de tugsteno, pero en una versión mejorada que consume algo menos de energía. Eso sí, siguen emitiendo un calor de mil demonios.

Las bombillas LED siguen siendo las reinas indiscutibles de los hogares. Consumen seis veces menos electricidad que las incandescentes para emitir una cantidad equivalente de luz. Si son de buena calidad (más sobre eso más adelante) duran mucho más tiempo, y además prácticamente no emiten calor residual. También son más caras, pero el desembolso inicial merece la pena por su larga vida.

placeholder De izquierda a derecha, una bombilla incandescente, una bombilla CFL, y una bombilla LED.
De izquierda a derecha, una bombilla incandescente, una bombilla CFL, y una bombilla LED.

Existe un tercer tipo de bombilla que a veces se confunde con las LED, y es la bombilla CFL (siglas en inglés de Lámpara Compacta Fluorescente). A veces se las conoce simplemente como bombillas de bajo consumo. En esencia son como uno de los tubos fluorescentes de toda la vida, pero con un formato enrollado que les da su apariencia característica. Consumen unas cuatro o cinco veces menos que una bombilla incandescente, pero no son tan ahorradoras como las LED. Además, suelen emitir una luz muy blanca que no es del gusto de todos. Eso nos lleva a nuestro siguiente apartado en esta guía sobre bombillas.

Luminosidad y temperatura de color

La luminosidad de las bombillas modernas se mide en lúmenes. El lumen es una unidad del Sistema Internacional de Medidas que cuantifica el flujo luminoso, lo que a su vez se relaciona con la luminosidad percibida por el ojo humano. Desde 2010, los fabricantes de dispositivos de iluminación que operan en la Unión Europea están obligados a medir la luminosidad de sus equipos en lúmenes. El problema de los lúmenes es que no la gente de la calle no está muy habituada a operar con esa unidad de medida de forma intuitiva.

¿Cuánto brillan 200 lúmenes? ¿A qué equivale una bombilla que dice tener 1000 lúmenes? Para no volver muy loca a la gente, los fabricantes de bombillas y lámparas suelen poner en el etiquetado la equivalencia en vátios de una bombilla incandescente de las de toda la vida. Los vátios son una medida de potencia, no de luminosidad, pero llevamos tantos años usándolos en bombillas, que a menudo nos es más claro.

placeholder La temperatura de color típica de las bombillas modernas oscila los 3.000 grados Kelvin.
La temperatura de color típica de las bombillas modernas oscila los 3.000 grados Kelvin.

Si por lo que sea la bombilla que vas a comprar no tiene la equivalencia en vátios, te vendrá bien saber que una bombilla incandescente de 100 vátios de las antiguas emitía alrtededor de 1600 lúmenes, mientras que una de 60 vátios ronda los 800 lúmenes. Si necesitas más referencias, en Internet existen decenas de tablas comparativas que muestran la luminosidad típica de diferentes bombillas en lúmenes.

Pero la luminosidad no lo es todo. Existe otro concepto muy importante relacionado con las bombillas denominado temperatura de la luz. Se mide en grados Kelvin, y básicamente determina el color de la luz que emite la bombilla. Diurante décadas, las bombillas incandescentes emitían una luz amarillenta, pero la llegada de diferentes tecnologías de iluminación ha traído luces de muchos otros colores entre el amarillo y el blanco. La luz del Sol, como primera referencia, es extremadamente blanca, con una temperatura de color de 6.500 a 10.000 grados Kelvin. En el otro extremo tenemos la luz amarilla (casi anaranjada) de una vela, que emite poco más de 1.000 o 1.500 Kelvin.

placeholder Tres bombillas LED tipo foco.
Tres bombillas LED tipo foco.

Las bombillas más comunes emiten una luz entre banco y amarillo que ronda los 3.000 grados Kelvin, cualquier bombilla por encima de esa cifra emitirá una luz blanca más fría, mientras que por debajo de los 3.000 tenderá a iluminar en tonos amarillos.

Por mucho que te digan que unos colores son más relajantes o que otros atraen menos a los insectos que otros, lo único cierto es que no hay tonos mejores que otros. La elección de unos u otros es más una cuestión de psicología, gustos y decoración. En general, se recomienda usar luces blancas en espacios de trabajo, cocinas o baños porque tienden a desvirtuar menos los colores. Sin embargo, las luces amarillentas son más acogedoras y dan mayor sensación de calidez para espacios como salones o dormitorios. A nivel de consumo no hay ninguna diferencia entre usar unas u otras.

La letra pequeña de las bombillas

Aún estamos muy lejos del final en lo que a consideraciones se refiere antes de elegir una u otra bombilla. Los envases de las bombillas vienen con otros datos que es conveniente chequear. El primero es las horas de uso estimadas que tiene la bombilla. Normalmente traen una duración estimada en años asociada a un número de horas de uso al día. Asociada a esta cifra suele estar la de coste anual. Algunos fabricantes se atreven a hacer una estimación del coste de mantener encendida una bombilla. En general no es una cifra muy útil porque depende mucho del precio de la luz en cada lugar. Para hacer las cosas más difíciles, el coste factura eléctrica está expresado en kilovátios por hora. De nuevo, Internet puede venir en nuestro auxilio con calculadoras como esta o ejercicios. En ellas basta introducir los vátios de la bombilla, el número de horas diaras que esperamos usarla y el precio por kilovátio/hora de nuestro proveedor para calcular el coste diario en euros de cada bombilla. Después solo hay que multiplicar por el número de días para tener un aproximado.

placeholder Es fundamental leer la letra pequeña de las bombillas.
Es fundamental leer la letra pequeña de las bombillas.

Un segundo concepto a manejar es si se puede atenuar o no. Este último punto es importante si vamos a usar la bombilla en una lámpara dotada de regulador de luz. No todas las bombillas permiten esa función. Ademas las hay que soportan regulación digital (más precisa), mientras que otras solo soportan regulación analógica.

Otro detalle importante es el tiempo de encendido. Hay bombillas que tardan unas milésimas de segundo en encenderse o en alcanzar toda su luminosidad. No es algo que nos importe en un salón, pero sí que lo es en lugares donde queremos que haya luz rápido porque solo queremos iluminarnos durante unos instantes para recoger algo o llevar a cabo una actividad breve, como en un armario o en un cuarto de baño.

Si vivimos en un lugar donde los cortes de luz son frecuentes, hay otro dato importante, y es el rango operativo de voltajes. La mayor parte de bombillas están diseñadas para funcionar entre 100 y 240 voltios, pero hay modelos que son capaces de seguir funcionando entre voltajes de 85 a 265 voltios. Ese voltaje extendido les permite resistir hasta cierto punto subidas y bajadas de tensión que fundirían los circuitos de otras bombillas.

Bombillas comodonas

No podíamos cerrar este repaso a las bombillas sin pasar por las bombillas inteligentes o, bombillas comodonas, como me gusta llamarlas. Las bombillas LED inteligentes están dotadas de conectividad (normalmente wifi, aunque hay otros sistemas como Zigbee, Z-Wave o Bluetooth) que permite funciones adicionales en colaboración con el móvil. Mediante una app se puede regular el nivel de luminosidad, su color, y hasta programar su encendido y apagado.

Una vez tuve una bombilla inteligente. La usé un par de veces para poder presumir delante de las visitas, y después la usé como bombilla convencional el resto de sus días.

Con esto no quiero disuadir a nadie de comprar bombillas inteligentes. ¡Bezos me libre! Lo que ocurre es que su uso se me antoja restringido a ciertos escenarios que probablemente no tienen mucho que ver con mi estilo de vida. No suelo sentir muy a menudo, por ejemplo, la necesidad de poner las bombillas de mi salón de color rosa o azúl. Lo de que se pueda atenuar su brillo está bien, pero en mi salón tengo diferentes lámparas decorativas en diferentes rincones. Está la de la mesa del comedor, la del salón, la de pié, la de mesa de Ikea, la que ilumina desde el suelo... Dar con el nivel de luz justo en cada momento suele ser cosa de encender unas y apagar otras.

placeholder Las bombillas inteligentes más simples se controlan mediante un mando, pero las buenas son las que tienen conectividad.
Las bombillas inteligentes más simples se controlan mediante un mando, pero las buenas son las que tienen conectividad.

Reconozco que poder programar el encendido y apagado de las luces es igualmente útil, aunque ya estoy acostumbrado a patrullar la casa para ir apagando manualmente las luces que deja encendidas mi hija pequeña. Tener bombillas inteligentes me permitiría hacer esas rondas desde la comodidad del sofá, eso asumiendo que me dejarán tiempo para sentarme antes de las diez de la noche. En cuanto a programar las luces para simular que estoy en casa durante las vacaciones es algo que podría hacer con un interruptor inteligente para enchufes.

Es cierto que poder apagar y encender las luces pidiéndoselo a Alexa de viva voz tiene su gracia, pero encender o apagar las luces es algo que suelo hacer en momentos en los que ya estoy de pié (saliendo de la cocina con un cubo de palomitas, por ejemplo), así que me cuesta menos accionar el interruptor yo mismo, que recordar que Alexa también puede hacerlo por mí. Eso suponiendo que me entienda a la primera y apague la luz en lugar de reproducir "Apaga la luz" de Luis Fonsi en Spotify, acción que le valdría al asistente su despido inmediato y fulminante salida por la ventana. Quizá es que estoy chapado a la antigua.

Si vas a comprar bombillas inteligentes, prepárate para unos precios entre un poco y muy por encima de las bombillas LED convencionales. Los modelos más asequibles, como la Tradfri de Ikea o la Xiaomi Smart Bulb Essential cuestan en torno a 10 euros cada una. Bombillas más complejas y dotadas de compatibilidad con diferentes asistentes de voz y sistemas de domótica como la TP-Link Tapo L530E (compatible con Alexa y Google Home) cuestan 13 euros. Los modelos más avanzados de Xiaomi cuestan 18 euros, y Marcas de prestigio como Philips no venden sus bombillas Philips Hue por menos de 58 euros. Eso sí, son compatibles con todas las plataformas, presumen de ultra bajo consumo y traen todas las funciones que uno pueda desear.

Mi conclusión, después de varios años poniendo y quitando bombillas es que la mejor opción es mantener las cosas lo más simples posibles. En mi caso (y solo en mi caso) eso pasa por procurar que todas mis lámparas usen el mismo tipo de rosca, ajustar el consumo al mínimo con bombillas LED adaptadas a cada espacio, y elegir bombillas resistentes a sobrevoltajes (algo muy habitual dónde vivo). Puedes poner bombillas inteligentes en dos o tres lugares de la casa por la gracieta de cambiarlas de color y controlarlas repatingado en el sofá, pero no veo la necesidad de hacerlo en toda ella salvo por pura comodidad.

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Un día te pones a buscar bombillas baratas en Amazon, y al día siguiente estás comprobando si la bombilla resiste sobrevoltajes, si está libre de mercurio, o cuantos milisegundos tarda en encenderse. Por suerte o por desgracia vivimos en un mundo en el que ya no existe un único tipo de patatas, ni tan solo tres variedades de leche. Con las bombillas ocurre igual, y hay mucha letra pequeña en la que fijarse antes de comprar.

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