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Nueve años de cárcel para los secuestradores de Zaryn Dentzel, pero queda una gran incógnita
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Tras casi un año de investigación

Nueve años de cárcel para los secuestradores de Zaryn Dentzel, pero queda una gran incógnita

El fundador de Tuenti y Auro regresa de EEUU para acudir al juicio contra los cuatro acusados de retenerle y torturarle para hacerse con 30 millones de euros en bitcoins. ¿Actuaron solos o por encargo?

Foto:  Zaryn Dentzel. (Cedida)
Zaryn Dentzel. (Cedida)

"Mi vida ha estado en pausa. Te ocurre algo como esto y lo único que quieres es olvidar, pasar página". Así resume Zaryn Dentzel lo que ha vivido todo este tiempo y lo que ahora ha vuelto a rememorar. Hoy, 14 de mayo, arrancaba el juicio contra los cuatro detenidos acusados de secuestrar y torturar al que fuera el fundador de Tuenti. Lo retuvieron durante horas en su domicilio de Madrid para hacerse con los casi 500 bitcoins que guardaba en una cartera digital. Esas monedas valen hoy casi 30 millones de euros. No lo consiguieron y la Policía Nacional les detuvo tras casi un año de minuciosa investigación. Cada uno se enfrentaba a una pena de hasta 20 años de prisión, pero en la primera jornada del juicio las partes han pactado una condena de 9 años de cárcel tras reconocer los autores los hechos.

Zaryn había regresado desde California a Madrid para asistir a la primera sesión del juicio, en la que prestaría declaración junto a otro de los testigos, un operario que en el momento del asalto se encontraba en la vivienda del empresario reparando el sistema de calefacción. El juicio estaba fijado para el pasado febrero, pero un accidente de la abogada de uno de los acusados obligó a retrasarlo. Esta vez no se esperaban imprevistos. La de hoy iba a ser la primera de cuatro comparecencias a las que acudirían múltiples testigos, desde los responsables de la investigación policial y varios peritos hasta los propios acusados. Sin embargo, un acuerdo entre las partes ha cambiado los planes.

El juicio apenas ha durado unos minutos al pactar las defensas de los acusados, la acusación particular y el fiscal, una reducción de pena de 9 años para cada uno de los detenidos tras reconocer estos los hechos. "Mi abogado me ha recomendado pactar. Es una pena muy alta para una conformidad", ha señalado Zaryn a este diario minutos después de salir del juicio.

De haberse celebrado al completo, las comparecencias habrían obligado a Dentzel a revivir el episodio más traumático de su vida. "Creí que me mataban, que era el final", recuerda en conversación con El Confidencial días antes de su citación de hoy. Habla desde Hawái, adonde ha acudido a la boda de un amigo. "Esto es maravilloso, tienes que venir algún día", dice mientras enfoca el móvil a una playa paradisiaca. A raíz del secuestro, asegura que Madrid ha cambiado para él. "Ya no lo veo como antes. He pasado más tiempo en EEUU, me he centrado en la familia, en mí mismo. En descansar".

Foto: Ilustración: EC Diseño/Pablo L. Learte
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Fuentes consultadas de la investigación aseguran que Dentzel no exagera. "Se ha banalizado en medios sobre que si es un juerguista o que el asalto no fue para tanto. Se ha dicho de todo. Lo que ha sufrido ha sido muy grave y le ha traumatizado. Si cuatro personas te encapuchan, te hinchan a hostias y te gritan sin parar que de ahí no sales vivo, básicamente te lo crees, crees que vas a morir. Eso es justo lo que pasó", explica una fuente consultada.

A lo largo de las casi 2.000 páginas del sumario, la investigación detalla lo que ocurrió entre las 15:25 y las 18:55 del 2 de noviembre de 2021. Todo arrancó con un mensaje de WhatsApp. "Soy amiga de Sofía, estoy con mi prima, me ha dicho que eres un tío guay y si quieres vamos las dos y te follamos por 200 euros". El mensaje iba acompañado de una foto sugerente. Se lo envió uno de los cuatro detenidos, una mujer de nacionalidad brasileña, fingiendo ser amiga de una amiga de Dentzel para poder acceder a la vivienda.

placeholder Zaryn Dentzel (izquierda) junto al piloto de Moto GP Pol Espargaró. (Cedida)
Zaryn Dentzel (izquierda) junto al piloto de Moto GP Pol Espargaró. (Cedida)

Cuando sonó el timbre de su casa, Zaryn miró por la mirilla, vio a una mujer y abrió. Se abalanzaron sobre él tres hombres, le rociaron con spray de pimienta, le maniataron con bridas, le cubrieron la boca, le tiraron por el suelo, le enrollaron en una alfombra y le gritaron que habían venido a matarle. Hicieron lo mismo con el operario que se encontraba en ese momento en el domicilio: lo maniataron, le rociaron con spray de pimienta, le colocaron una capucha y le condujeron a una habitación de servicio, donde le advirtieron de que, si hablaba o se movía, le mataban.

Fue entonces cuando comenzaron las casi cuatro horas de torturas, insultos, gritos y vejaciones que a Dentzel le dejaron en estado de shock. Le trasladaron a su habitación y le ataron a una silla. Le pusieron una capucha y una bolsa en los pies y le dijeron que se los iban a cortar. Le aseguraron que habían sido contratados para matarle, pero si les entregaba los bitcoins que tenía, no lo harían. Si no colaboraba, si no les facilitaba el acceso a su cartera digital de criptomonedas, le irían cortando los miembros uno a uno, poco a poco. Con un cuchillo, le hicieron un corte desde el pecho al ombligo que le ha dejado una cicatriz. "Te vamos a rajar desde los huevos al cuello", le gritaban.

Los cuatro delincuentes iban disfrazados y con el rostro cubierto. Durante esas cuatro horas, le propinaron descargas eléctricas, le golpearon y le rompieron el pasaporte diciéndole "americano de mierda, ya no vas a poder volver a EEUU". Los gritos de Zaryn hicieron pensar al operario maniatado en la habitación contigua que lo habían matado.

El plan de arrebatarle los bitcoins no funcionó, el sistema de seguridad de la cartera digital hacía imposible que Zaryn transfiriera las monedas. Los delincuentes llegaron incluso a telefonear a un amigo informático, que accedió al domicilio a lo largo de la tarde. Como tampoco logró hacerse con el botín, le amenazaron con llevárselo en una furgoneta de carnicero que tenían en la calle para torturarlo en una finca hasta que las transfiriera. Dentzel les proporcionó la clave de una caja fuerte en la casa (se llevaron, entre otras cosas, 5 relojes Rolex valorados en 200.000 euros) y el código PIN de tres tarjetas de crédito. La mujer salió de la casa, cogió un taxi y se detuvo hasta en cuatro cajeros, en los que extrajo 2.000 euros. Al regresar al domicilio le dijo: "2.000 euros no son suficientes".

Zaryn escuchó a los asaltantes (se comunicaban entre ellos por números) decir que estaban tardando demasiado. Cogieron dos maletas plateadas de Dentzel, quien les facilitó el código de apertura, e introdujeron en ellas diversos objetos de la casa. Poco después, abandonaron el edificio. Lo que no sospechaban en ese momento es que, precisamente esas maletas, acabarían siendo un elemento clave para identificarles y facilitar su detención 11 meses después.

placeholder Zaryn Dentzel (izquierda), posa con una amiga. (Cedida)
Zaryn Dentzel (izquierda), posa con una amiga. (Cedida)

La investigación del caso recayó sobre la sección de crimen organizado de la UDYCO de Policía Nacional, en concreto el Grupo 1 de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid. Diversas fuentes conocedoras de las pesquisas aseguran que se trata de la investigación técnica más detallada llevada a cabo por ese cuerpo en los últimos años. En total, se reunieron más de 600 gigas de imágenes de cámaras de seguridad de decenas de establecimientos en el entorno de la casa de Zaryn. Además, se lograron identificar los números de móvil usados por los delincuentes. A través de los datos de conexión a las antenas de telefonía facilitados por los operadores tras petición judicial, los investigadores reconstruyeron paso a paso el recorrido de los acusados antes, durante y después del delito.

La Policía Nacional estuvo siguiéndoles durante meses. No había prueba de cargo, es decir, una prueba definitiva que demostrara que ellos eran los autores del delito. Todas eran pruebas indiciarias, o indirectas. Pero el volumen de las mismas era tal que ha servido para que el juez decrete prisión provisional para los autores, detenidos en octubre de 2022. Además de la mujer de nacionalidad brasileña, hay un acusado de nacionalidad colombiana, y dos españoles de ascendencia marroquí. Los cuatro han pactado ahora 9 años de cárcel para cada uno, un acuerdo aceptado por todas las partes.

¿Hay alguien más detrás?

Fuentes jurídicas consultadas califican la investigación policial de "impecable", pero, tras el acuerdo de conformidad de dejar la pena en 9 años, hay una duda clave que ha quedado sin resolver ni probar: ¿Actuaron solos o por encargo? Esto lleva a otras incógnitas: ¿Cómo se enteraron los cuatro delincuentes de que Zaryn poseía varias decenas de millones de euros en bitcoins? ¿Fue el móvil del secuestro y la tortura únicamente el robo de bitcoins o había algo más detrás? La investigación señala que, "probablemente", fue el propio Zaryn el que habló de más en alguna de sus fiestas, confesando a su círculo cercano que poseía millones en bitcoins. De alguna forma, eso llegó a oídos de los delincuentes, que planificaron asaltarlo en su casa para robárselos.

Los asaltantes amenazaron a Dentzel con llevarle a una finca que "tenía su jefe en Toledo" para "torturarlo hasta que les transfiriera los bitcoins"

Sin embargo, el sumario también recoge en varias ocasiones, tanto en la declaración de Zaryn como en la del operario de mantenimiento que se hallaba en su casa, las frases de uno de los asaltantes, asegurando que llevarían a Dentzel a una finca que "tenía su jefe en Toledo y en la que sería torturado hasta que les transfiriera los bitcoins". ¿Tenía Dentzel algún enemigo que pudiera haber encargado el asalto y tortura en su casa?

Por aquel entonces, Zaryn atravesaba un momento delicado en Auro, la empresa de coches VTC que fundó junto a Félix Ruiz, Hugo Arévalo y José Antonio Parrondo y que también controla el millonario venezolano Alejandro Betancourt, presidente de Hawkers y amigo personal de Félix y Hugo. Estos tres empresarios querían echar a Zaryn de Auro, pero él se negaba a vender sus acciones. El secuestro se produjo justo durante estas fechas. Semanas después del mismo, Zaryn decidió vender el 100% de sus participaciones en Auro. Fuentes de la investigación aseguran que no se ha podido encontrar ningún nexo entre los detenidos y otras personas del entorno personal o profesional de Zaryn. Ni en el rastreo de llamadas ni en los 11 meses de seguimiento. Nada. Señalan, además, que el perfil de los detenidos no es el de profesionales por encargo, sino el de delincuentes poco preparados que se mueven por un móvil puramente económico.

Foto: Imagen de un concesionario de Audi en Madrid. (Europa Press/Archivo)

Para intentar despejar la duda de una posible autoría intelectual por encima de los cuatro detenidos, la defensa de Zaryn llegó a ofrecer a los detenidos pactar un atenuante de la pena a cambio de que confesaran si habían actuado solos o por encargo. No hubo ningún acuerdo. A través de sus abogados, los autores aseguraron no conocer a nadie más. El cabecilla del golpe, el que daba las órdenes durante las cuatro horas de secuestro y tortura, nunca llegó a confirmar si había o no un jefe por encima.

Ahora, la jueza titular del juzgado de instrucción nº 36 de Madrid, María José Ortega, ha aceptado también el acuerdo entre las partes según el cual los cuatro detenidos deberán cumplir cuatro años de prisión. "Solo puedo decir que el día que les detuvieron respiré tranquilo. Tuve que irme de España por el miedo que tenía", dice Zaryn. "Ahora ya me siento más seguro".

"Mi vida ha estado en pausa. Te ocurre algo como esto y lo único que quieres es olvidar, pasar página". Así resume Zaryn Dentzel lo que ha vivido todo este tiempo y lo que ahora ha vuelto a rememorar. Hoy, 14 de mayo, arrancaba el juicio contra los cuatro detenidos acusados de secuestrar y torturar al que fuera el fundador de Tuenti. Lo retuvieron durante horas en su domicilio de Madrid para hacerse con los casi 500 bitcoins que guardaba en una cartera digital. Esas monedas valen hoy casi 30 millones de euros. No lo consiguieron y la Policía Nacional les detuvo tras casi un año de minuciosa investigación. Cada uno se enfrentaba a una pena de hasta 20 años de prisión, pero en la primera jornada del juicio las partes han pactado una condena de 9 años de cárcel tras reconocer los autores los hechos.

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