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Cambié 15 días mi PC por los últimos iPad: mi problema para hacerlo ya no es el 'software'
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NO HAY TANTAS LIMITACIONES, PERO...

Cambié 15 días mi PC por los últimos iPad: mi problema para hacerlo ya no es el 'software'

Apple ha renovado tanto sus tabletas Pro como sus Air. Son más válidos que nunca para jubilar tu portátil, pero hay bastante letra pequeña a tener en cuenta antes de hacerlo.

Foto: Foto: EC Diseño.
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El iPad no necesita presentación. No es el iPhone, pero es uno de los productos más conocidos de Apple. Quizá también uno de los más incomprendidos. Le pasa a casi cualquier tableta que tenga ciertas ínfulas, pero en el caso de los de Cupertino es todavía más exagerado. Esto se debe a que llevan años dedicados a mejorar las especificaciones técnicas sin que el software haya evolucionado al mismo ritmo.

En el último lanzamiento del iPad Pro esto llegó a un nuevo extremo. Mataron dos pájaros de un tiro, porque su puesta de largo también sirvió para presentar el M4, su nuevo procesador. Es el primero de una gama de chips que, dentro de poco, también harán funcionar a los MacBook que la compañía lance en otoño o principios de 2025. Desde que Apple mandó a paseo a Intel y empezó a diseñar los motores de sus ordenadores, nunca había utilizado una tableta para presentar una nueva generación de chips.

Este detalle hace que la pregunta que persigue a los iPad suene todavía con más fuerza: ¿es un ordenador bestial encerrado en el cuerpo y el alma de una tableta? ¿Es una tableta con demasiado músculo que se autocontrola para diferenciarse de un ordenador?

He vuelto a hacer un ejercicio que he hecho más de una vez. He dejado durante un par de semanas aparcado mi PC. Lo he cambiado por un iPad Pro de 13 pulgadas de última generación, acompañado del nuevo teclado y el nuevo Apple Pencil Pro. Un aparato que he ido alternando con un iPad también de la última hornada, concretamente, el nuevo tamaño de 13 pulgadas, que ha sido una de las novedades que Apple tenía reservadas para este curso.

¿Cómo ha sido la experiencia? Más que buena. Los cambios realizados, algunos sutiles, tanto en el dispositivo como en los accesorios han hecho que pueda prescindir de mi ordenador sin problemas. iPadOS se sigue sintiendo limitado si lo comparamos con un sistema operativo como Windows o macOS, pero creo que con un poco de adaptación uno no tarda en acostumbrarse.

Habrá algunos, con necesidades específicas, que lo seguirán viendo como una restricción difícil de llevar, pero no es mi caso. Mi gran problema es el precio. Porque tener una experiencia realmente cercana a la de un portátil supone una inversión considerable.

Con el teclado a juego, la factura fácilmente del iPad Pro se puede ir por encima de un MacBook Pro. Y con los Air, tableta y portátil, pasa algo parecido. La sensación que tengo es que para muchos, el catálogo del iPad se ha convertido en un laberinto de precios, compatibilidades y otros detalles que pueden hacer que más de uno, de dos y de tres escojan el camino habitual: descartar la tableta y optar por un ordenador. A través de mi experiencia, la idea es señalar la letra pequeña de cada opción para que tengas claro cuál es la compra que más se te ajusta.

placeholder iPad Air de 13' y iPad Pro M4 de 13'.
iPad Air de 13' y iPad Pro M4 de 13'.

Como he indicado, durante estos días he alternado entre el iPad Pro de 13 pulgadas y el iPad Air de 13 pulgadas. En ambos casos, hay versiones de 11 pulgadas. La familia se completa con el iPad de décima generación, que se ha convertido en el modelo de entrada. El diseño sigue la línea que hemos visto en los últimos años. Atrás quedó ese diseño en donde el marco era lo suficientemente ancho como para tener el Touch ID en un lateral del frontal. Eso es historia. Para los modelos más caros, los que se apellidan Pro, hay Face ID. Para el resto, el desbloqueo vía huella dactilar se hace con el botón de desbloqueo. Por si quedan dudas, no hay rastro del jack para auriculares y el único puerto que hay es el tipo C.

En el diseño de los Pro hay un cambio menor, pero que tiene bastante impacto en el día a día: la posición de la cámara. Ha pasado de estar situada en el marco más corto al lateral más alargado. ¿Qué quiere decir esto? Que cuando utilizamos la tableta de forma horizontal, la cámara queda en la parte superior como en un ordenador normal. ¿En qué se traduce? En que el encuadre es más agradecido. Es decir, disimula la papada y la imagen es más natural. Una mención en este punto al seguimiento del sujeto que funciona a las mil maravillas y siempre consigue que estés en el centro de la escena.

El apellido Air ya no dice nada del tamaño

La última hornada de iPads Pro, en lo que se refiere al diseño, se ha apuntado el tanto de ser más air que el iPad Air. Las tabletas tope de gama de la compañía han conseguido reducir su silueta hasta los 5,1 milímetros en el caso del modelo de 13 pulgadas, 5,3 en el caso del modelo de 11 pulgadas. En ambos casos es un milímetro menos que sus modelos homólogos de iPad Air. Aunque esta sea una marca histórica, lo cierto es que ahora, con este avance, queda un poco desubicada, porque ya no sirve para identificar al modelo más ligero. Hasta el momento, solo Samsung había conseguido aproximarse a estas dimensiones. Cuando tienes el dispositivo en las manos por primera vez, te sorprende y mucho.

Este es un logro indudable desde el punto de vista de ingeniería y diseño de producto. Todo suma, pero también hay que reconocer una realidad: la diferencia cuando tienes ambos modelos en la mano no es significativa. Esa extremada finura tampoco la vas a apreciar si le pones una funda, con o sin teclado.

placeholder El iPad Pro incorpora una OLED de doble capa.
El iPad Pro incorpora una OLED de doble capa.

Uno de los motivos para que el modelo Pro sea tan fino es el salto a las pantallas, dejando atrás las microLED que utilizaban hasta ahora. Es difícil que algún lector habitual de esta sección necesite saber más a fondo las virtudes del OLED, pero por si acaso haremos un repaso superrápido.

Este material cuenta con diodos orgánicos que permiten apagarse y encenderse autónomamente. Las pantallas LED o LCD necesitan una fuente de iluminación externa, por eso son más gruesas. Las ventajas del OLED son negros más puros y mejor relación de contraste. Las LCD, por ejemplo, pueden alcanzar mayores brillos. Si en el grosor decía que a la hora de la verdad las diferencias no eran enormemente perceptibles, aquí se nota y mucho el estar viendo la pantalla de un panel u otro. Es una calidad sustancialmente superior a la del Air y está por encima del iPad Pro de 2022.

El brillo máximo que puede alcanzar es de 1.600 nits cuando se está visualizando contenido en HDR. El estándar es 1.000, lo que es una buena marca tratándose de un panel OLED. Para mejorar la luminosidad, los colores, así como la eficiencia energética, en el modelo superior, Apple ha introducido dos capas de OLED. En el Air, por ejemplo, tenemos una LCD que se queda en tan solo 600 nits de brillo. Otra de las grandes diferencias es el tema del refresco de pantalla. El Pro cuenta con 120Hz de refresco adaptativo, algo que se agradece en múltiples aspectos, especialmente si estás pensando en utilizar el dispositivo para jugar a títulos triple A, que suelen funcionar en esta frecuencia. Aquí vuelve a ser interesante recordar que mandos como el de la Xbox o el de la Play se pueden conectar en unos segundos a este dispositivo para jugar a cualquier juego.

He de decir que cualquier persona puede vivir con la pantalla del iPad Air. Yo mismo, cuando he alternado entre un modelo y otro, aunque notaba la diferencia, me acostumbraba rápido. Es decir, el iPad, a diferencia de un móvil, no es un dispositivo que vayas a utilizar frecuentemente en el exterior, en entornos muy iluminados. Eso sí, me parece que las diferencias entre la pantalla de un dispositivo y otro son exageradas, teniendo en cuenta que el Air es un modelo con un precio de alta gama. Si estás pensando en consumir contenido multimedia y te preocupa el audio de los altavoces, también hay que señalar que la diferencia entre uno y otro es bastante notable.

Potencia a raudales marca de la casa

Lo que encontramos bajo el capó es radicalmente diferente. Por una parte, los Pro montan el mentado M4, que cuenta con 8 núcleos o 10 de CPU (dependiendo del almacenamiento) y 10 núcleos para el procesamiento neuronal. Apple suele pasar de puntillas sobre la RAM, una política de comunicación que quizá debería cambiar para que el usuario tenga el máximo de información posible ante la disyuntiva de optar por un iPad o por un ordenador para su día a día. Los modelos con más memoria, 1 o 2 TB, incorporan 16 GB de RAM. El resto del porfolio parecía que montaban la mitad. La historia es que análisis posteriores apuntan a que en realidad estaríamos hablando de 12 GB de RAM y que Apple estaría reservando esta memoria para las funciones de IA que desvelará en la WWDC el próximo mes de junio.

Momento en el que también sabremos qué tipo de herramientas basadas en esta tecnología llegan al iPad Air equipado con M2, un chip que tiene dos años de antigüedad y que fue diseñado y puesto en circulación mucho antes de ChatGPT y la tremenda onda expansiva que generó alrededor de toda la IA generativa. La RAM, en este caso, es de 8 GB.

Independientemente de lo que traiga la IA consigo, se puede deducir fácilmente qué necesidades pueden cubrir una y otra tableta en lo que se refiere al rendimiento y la fuerza bruta. El M4 le da al iPad Pro la solvencia de un portátil de última generación para edición de videos, trabajos gráficos y un largo etcétera. Cuando he utilizado múltiples apps en paralelo, desde Chrome hasta Drive y procesadores de texto, Lightroom o Photoshop, no ha mostrado el mínimo signo de sofoco.

placeholder El iPad Pro de 13 pulgadas.
El iPad Pro de 13 pulgadas.

Pude acceder a una demo de SketchUp (un software utilizado por urbanistas o arquitectos, entre otros gremios) y es impresionante ver cómo gestiona los proyectos de modelado, cómo los mueve y los actualiza en tiempo real o cómo se puede escanear una estancia con la cámara y en unos segundos tenerla virtualizada.

Pero si no vas a tener un trabajo gráfico muy continuo y de mucho volumen, te sobra potencia. Que el iPad Air incluya el M2 supone que puede manejar tareas de edición de foto, vídeo o audio sin excesivas complicaciones. Ya era un buen aparato para navegar, jugar o hacer trabajos típicos de ofimática, y ahora recibe una interesante dosis de potencia, que lo deja como alternativa perfecta a los MacBook Air. Las opciones de almacenamiento en este caso parten de los 128 GB y van hasta un 1 TB. En los Pro, la horquilla parte de los 256 GB y llega hasta los 2 TB. Ambos ofrecen la posibilidad de comprarlos con conectividad 5 G e incluyen Wifi 6E.

Un breve apunte sobre la autonomía. En ambos casos he tenido registros parecidos: una jornada intensa de trabajo, con aproximadamente nueve horas de pantalla; y hasta dos días cuando he hecho un uso intermedio. Y una pincelada sobre las cámaras. Ambos dispositivos comparten la cámara frontal (12 megapíxeles) que da una muy buena calidad para videollamadas. En el caso de la trasera, el iPad Air tiene una cámara simple, mientras que la del Pro incluye además un Lidar y puede grabar en 4K. No voy a analizar las capacidades fotográficas porque creo que una tableta no tiene este fin, aunque es cierto que me he encontrado a algunas personas que lo utilizan en el ámbito laboral para fotografiar cosas que necesitan para un proyecto o similar.

Un software gestionable con ciertas barreras

El caballo de batalla de los iPads, especialmente en los últimos tiempos, ha sido el software. Sigue anclado a iPadOS en vez de ofrecer la opción de dar el salto a macOS. Sin embargo, Apple ha ido mejorando cosas como la gestión de archivos, la multitarea gracias a la pantalla dividida y otros detalles que han mejorado mucho la experiencia. Trabajar en un entorno de apps y no de ventanas sigue teniendo algunas limitaciones, pero ni por asomo son las que había hace 3 o 4 años.

Hay cierta curva de aprendizaje porque hay comandos o atajos que funcionan en los ordenadores que aquí no existen y te tienes que acostumbrar. También hay algo que juega a favor del iPad frente a los MacBook: la pantalla táctil. Apple parece que no está dispuesta a llevar esto a sus portátiles. También hay que señalar que hay ciertas cosas incomprensibles como el asunto de los monitores externos. El iPad Air con M2 soporta un monitor externo y el iPad Pro con M4… también. ¿Qué sentido tiene crear un dispositivo ultraportátil, pero que ofrece una gran potencia a creadores visuales, profesionales que pueden necesitar perfectamente dos monitores para trabajar?

En mi caso, una de las cosas que me ha facilitado el poder utilizar el iPad Pro como instrumento de trabajo principal y estar muy a gusto con él ha sido el nuevo Magic Keyboard para el iPad Pro M4. Una de las cosas que tradicionalmente más ha impedido que utilizase una tableta como herramienta principal es que los teclados me parecían insuficientes y nunca comparables al de un portátil.

Apple ha ido reduciendo diferencias en los últimos años, pero siempre faltaba algo. Ahora lo han arreglado con el nuevo trackpad que han renovado, mucho más amplio y con un tacto que ofrece una sensación muy similar al que podemos encontrar en los MacBook. Un acierto total de Apple. Además de aligerar el peso, han incluido una fila con teclas de acción (brillo, volumen, sonido…) que facilitan modificar los ajustes en cada momento de trabajo.

placeholder El iPad Pro con M4.
El iPad Pro con M4.

Pero no es oro todo lo que brilla. Para empezar, hay que pagar 349 o 399 euros, dependiendo del tamaño. Pero lo que me parece el gran problema es que solo es compatible con los iPads Pro de 2024. Los iPad Air tienen un modelo con un trackpad más modesto, que en mi opinión dista mucho del modelo superior. Además de eso, no cuentan con la fila de teclas de acciones. Eso me parece que desluce la propuesta del iPad Air de 13 pulgadas, que podría ser un magnífico dispositivo híbrido si tuviese un teclado tan completo y cuidado como el de su hermano mayor.

placeholder El iPad Air ganaría muchos enteros con el teclado del Pro.
El iPad Air ganaría muchos enteros con el teclado del Pro.

Un laberinto de precios

Aquí es donde se dibuja mi gran problema para dar el salto y abrazar el iPad como dispositivo principal: el precio. Parto de la premisa de que, en mi caso, necesito por lo menos 13 pulgadas, porque las 11 se me quedan cortas. Eso supone ya 949 euros. El teclado, necesario para tener una experiencia productiva similar a la de un ordenador, sube la factura hasta los 1378 euros. Eso siempre que me conforme solo con 128 GB de memoria. Doblarla hasta 256 (que tampoco es ninguna locura) supone 1.500 euros. Un MacBook Air con M2 con 256 GB de memoria (y 8 GB de memoria unificada) se puede comprar por 1.200 euros. Por 1.500, incluso podemos comprar un MacBook Air M3 con 512 GB de memoria.

placeholder El nuevo Apple Pencil Pro.
El nuevo Apple Pencil Pro.

Con el Pro pasa un poco lo mismo. La combinación de teclado y iPad Pro de 256 GB y 13 pulgadas son prácticamente 2.000 euros, sin ningún tipo de añadido. Por ese precio, accedes a un MacBook Pro con M3 y 512 GB de memoria. Si queremos tener esa memoria en el iPad Pro M4 hay que desembolsar 2.200 euros, que nos permite en el MacBook Pro mencionado arriba doblar la memoria hasta 1 TB. Y así sucesivamente. Entiendo que en este escenario muchos opten por la opción portátil, aunque ello suponga renunciar a la pantalla táctil o la portabilidad que supone el iPad Pro.

Otra cosa muy diferente es que lo quieras como una tableta al uso. Ahí la historia cambia. Si te vas a limitar al consumo multimedia, navegar y contestar correos y no necesitas una pantalla de 13 pulgadas, el iPad de décima generación puede ser una grandísima opción por 429 euros. Eso sí, solo tienes 64 GB de memoria. En caso de querer una pantalla grande sí o sí, la mejor opción es la del iPad Air de mayor tamaño, aunque la inversión sube hasta superar los 900 euros.

Apple Pencil Pro

El nuevo Apple Pencil Pro trae consigo una serie de innovaciones que realzan la experiencia del usuario. Destacando entre estas mejoras se encuentra su capacidad mejorada para detectar la inclinación y la presión, permitiendo un control más preciso y natural al escribir o dibujar. Además, su diseño ergonómico renovado y su integración más fluida con iPadOS simplifican el cambio entre herramientas y funciones mediante gestos intuitivos. La conveniencia también se ve aumentada gracias a su capacidad de carga inalámbrica y su conexión magnética al iPad, eliminando la necesidad de cables adicionales.

A pesar de su utilidad innegable, el precio elevado del Apple Pencil Pro puede ser un obstáculo para muchos usuarios. No todos requieren el nivel de precisión y las funciones avanzadas que ofrece este dispositivo, especialmente aquellos que utilizan el iPad para tareas más básicas como tomar notas, navegar por la web o ver vídeos. En este sentido, el modelo estándar del Apple Pencil o incluso alternativas de terceros pueden ser perfectamente adecuados. En conclusión, si bien el Apple Pencil Pro es una herramienta invaluable para artistas, diseñadores y profesionales que necesitan un alto grado de precisión, no es un accesorio imprescindible para todos los usuarios de iPad.

El iPad no necesita presentación. No es el iPhone, pero es uno de los productos más conocidos de Apple. Quizá también uno de los más incomprendidos. Le pasa a casi cualquier tableta que tenga ciertas ínfulas, pero en el caso de los de Cupertino es todavía más exagerado. Esto se debe a que llevan años dedicados a mejorar las especificaciones técnicas sin que el software haya evolucionado al mismo ritmo.

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