Es noticia
Hasta Photoshop puede desaparecer, y eso explica qué está pasando en la industria
  1. Tecnología
ADOBE ESTÁ EN PROBLEMAS

Hasta Photoshop puede desaparecer, y eso explica qué está pasando en la industria

A Adobe se le está volviendo todo en su contra, con los usuarios en pie de guerra por el encarecimiento de las suscripciones y la privacidad, el mayor desplome de sus acciones en décadas y ahora una demanda de EEUU

Foto: Oficinas de Adobe en San Francisco, California. (Getty Images/Justin Sullivan)
Oficinas de Adobe en San Francisco, California. (Getty Images/Justin Sullivan)

"¡Estafadores!"; "Les gusta más el dinero que a un tabernero"; "El producto más caro del mercado"; "Me engancharon con un servicio gratuito y al cancelar me piden 120 euros"; "Publicidad engañosa y enriquecimiento ilícito"... Adobe, un icono tech que marcó una época por sus herramientas como Photoshop o Premiere, lleva meses intentando apagar un incendio que amenaza con devorarle tras la irrupción de la IA generativa, comiéndole ya parte del mercado. Lo que no sabía es que este iba a ser el menor de sus problemas.

En el último año, al gigante se le está volviendo todo en su contra, con los usuarios en pie de guerra por la privacidad y el encarecimiento de las suscripciones, el mayor desplome de sus acciones desde hace décadas y una importante demanda de Estados Unidos sobrevolando su cabeza. Una prueba de que hasta la empresa que dominó el sector durante tantos años no es imparable ante los cambios de la industria que se avecinan.

El gobierno de EEUU ha denunciado a Adobe por ocultar tarifas y convertir el proceso de cancelación de suscripciones en una tortura laberíntica y enrevesada. El Departamento de Justicia le acusa de haber “perjudicado a los consumidores al registrarlos en planes de pago sin revelar claramente los términos” y de “ocultar” la tarifa en la que se incurre al cancelar “que puede ascender a cientos de dólares”. Además, cuando los clientes intentan darse de baja, la institución alega que Adobe les exige pasar por un proceso de cancelación "oneroso y complicado" que implica navegar por varias páginas web y ventanas emergentes y que termina con una tarifa por cancelación anticipada, que puede disuadirlos de cancelar.

Foto: Imagen: CSA/iStock/EC Diseño

"Los estadounidenses están cansados ​​de que las empresas escondan la pelota durante el registro y luego pongan obstáculos cuando intentan cancelar", explicaba Samuel Levine, director de la Oficina de Protección al Consumidor de la Comisión Federal del Comercio (FTC, por sus siglas en inglés), en un comunicado.

El caso nos recuerda a otras tecnológicas que han pasado por litigios similares. A Amazon, sin ir más lejos, una práctica similar le costó otra demanda de la FTC en la que se les acusaba de inducir ilegalmente a sus usuarios a darse de alta en Prime, y luego dificultarles la cancelación, algo para lo que se necesita pasar por cuatro páginas y hacer seis clics entre 15 opciones distintas. "Amazon ha engañado y atrapado a la gente en suscripciones recurrentes sin su consentimiento, no solo frustrándoles, también costándoles cantidades significativas de dinero", aseguraba Lina Khan, presidenta de la FTC.

La batalla de los precios y suscripciones

La coyuntura a la que se enfrenta la compañía dirigida por Shantanu Narayen pesa en su bolsillo desde hace meses y se demostró el pasado marzo, cuando las acciones de Adobe cayeron un 13% tras incumplir los pronósticos. Los analistas atribuían este batacazo y el bajo rendimiento de la empresa a que una “nueva” competencia lleva tiempo ganando fuerza en la sombra con empresas de IA generativa como OpenAI o Midjourney, y rivales que ofrecen servicios de bajo coste o directamente gratuitos como Canva. En respuesta, Adobe lo que hizo fue crear su propio modelo de IA (Firefly) e integrarlo en sus productos estrella como Photoshop e Illustrator. La jugada no les ha resultado del todo.

En 2012, Adobe pasó de vender su paquete de productos para un uso de por vida a cobrar a los usuarios una suscripción mensual o anual. Mudarse de un modelo de compra única a suscripciones recurrentes y cada vez más infladas no fue del agrado de muchos usuarios, que vieron la maniobra de la tecnológica como una pista de lo que se les venía encima.

placeholder El CEO de Adobe, Shantanu Narayen, durante una entrevista con la CNBC. (Reuters)
El CEO de Adobe, Shantanu Narayen, durante una entrevista con la CNBC. (Reuters)

Ahora, se les critica precisamente por adoptar un modelo de suscripción por créditos que se ha quedado algo anticuado y que resulta bastante costoso dada la oferta gratuita que existe actualmente en el sector, con aplicaciones como Canva o Fotor gratuitas o con modelos de IA generativa enfocadas a los profesionales del diseño o la fotografía.

Para usar Firefly, Adobe te ofrece diferentes cantidades de créditos según el plan de suscripción a Creative Cloud que pagues. La suscripción completa te da acceso a todo el software de Adobe por 67 euros al mes y solo te da la posibilidad de producir hasta 1000 creaciones al mes. Eso se traduce en la friolera de 804 euros al año por usar el paquete entero. También existen suscripciones para aplicaciones individuales, como Photoshop o Premiere, que cuestan 26,43 euros al mes y te dan 500 creaciones al mes.

Su modelo de IA o cómo perder la confianza

La polémica de los precios llega a los pocos meses de que estallara otra guerra a los pies del gigante tecnológico. Una notificación reciente de Adobe sobre una actualización de los términos y condiciones del servicio prendió las antorchas de miles de usuarios, ya que daba a entender que Adobe iba a usar su trabajo, proyectos y datos para entrenar a sus modelos de IA.

Adobe tuvo que salir al paso publicando en su blog que este no era el caso: “Nuestros compromisos con nuestros clientes no han cambiado. Los modelos de IA generativos de Firefly se entrenan con un conjunto de datos de contenido con licencia, como Adobe Stock, y contenido de dominio público, donde los derechos de autor han expirado”. Scott Belsky, director de producto, reconoció en X que la redacción de esta notificación no era del todo “clara” y que la compañía no tiene la posibilidad técnica de analizar los archivos guardados localmente de Photoshop u otros programas en el disco duro o PC del usuario.

Foto: Este perrito ha sido el elegido para mostrar las funciones de edición de DALL-E (X/OpenAI)

La indignación popular no sorprendía teniendo en cuenta que Adobe, que ha desarrollado una retahíla de herramientas y servicios de IA generativa desde que presentó Firefly en marzo de 2023, defiende fervientemente que sus modelos se han entrenado con contenido “ético” licenciado. Y presumen de que son una alternativa "comercialmente segura" a competidores como Midjourney, que “aprende extrayendo imágenes de Internet”.

Incluso esto no se salva de la duda, y más cuando se filtró que esa IA "ética" se había estado entrenando en realidad con imágenes previamente creadas con Midjourney, Dall-E, o Stable Diffusion. El sistema había estado actuando como un caníbal, comiéndose contenido "artificial" y envenenándose así misma. Si la empresa lo hizo premeditadamente o fue una pifia es un misterio porque Adobe nunca dejó claro públicamente si Firefly se había entrenado con imágenes de herramientas de la competencia. De hecho, la biblioteca de Adobe Stock ha experimentado un crecimiento desde que comenzó a aceptar contenido de IA en 2022. Hoy, hay alrededor de 57 millones de imágenes, el 14% del total, están etiquetadas como imágenes generadas por IA.

Un intento de monopolio fallido

Adobe lleva arrastrando malas noticias desde que el año pasado intentó adquirir la plataforma de diseño de productos Figma, una de las plataformas de diseño colaborativo más populares del mundo, por 20.000 millones de dólares. Una negociación que tuvo que ser cancelada tras una investigación antimonopolio de la Unión Europea y del Reino Unido.

Los reguladores de la UE, tras las conclusiones de un estudio exhaustivo de la Comisión Europea sobre esta transacción, vieron con cierta preocupación el acuerdo e incluso lo calificaban de “adquisición asesina”, donde una gran empresa compra un rival pequeño para quitárselo de la chepa.

placeholder Oficinas de Adobe en el Citywest Business Campus de Saggart, Irlanda. (Reuters)
Oficinas de Adobe en el Citywest Business Campus de Saggart, Irlanda. (Reuters)

Algunos expertos ya habían anticipado que esta compra violaba la Sección 7 de la Ley Clayton de EEUU, la cual prohíbe las fusiones y adquisiciones cuando reducen sustancialmente la competencia o tienden a crear un monopolio. “Nuestra investigación en profundidad demostró que la compra conduciría a precios más altos, menor calidad o menos opciones para los clientes”, decía la responsable de Competencia de la UE Margrethe Vestager.

Adobe buscaba con esta adquisición hacerse con una empresa que crecía sin frenos y que contaba entre sus clientes con gigantes como Google, Microsoft, Airbnb, Twitter o Netflix. Además, claro está, de cuatro millones de usuarios, entre los que se incluyen un millón de clientes de pago. De haber sucedido, la compañía consolidada habría sido la total dominadora de su industria, sin prácticamente posibilidad de tener competencia alguna. Un año más tarde se las está viendo para mantenerse a flote y que sus clientes no abandonen el barco.

"¡Estafadores!"; "Les gusta más el dinero que a un tabernero"; "El producto más caro del mercado"; "Me engancharon con un servicio gratuito y al cancelar me piden 120 euros"; "Publicidad engañosa y enriquecimiento ilícito"... Adobe, un icono tech que marcó una época por sus herramientas como Photoshop o Premiere, lleva meses intentando apagar un incendio que amenaza con devorarle tras la irrupción de la IA generativa, comiéndole ya parte del mercado. Lo que no sabía es que este iba a ser el menor de sus problemas.

Inteligencia Artificial Lo mejor de EC
El redactor recomienda