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Apple nos deja sin su inteligencia artificial. Y recuerda el lío que tiene la UE entre manos
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Apple nos deja sin su inteligencia artificial. Y recuerda el lío que tiene la UE entre manos

El fabricante del iPhone, que suma un nuevo frente con Bruselas, es el último en retrasar el lanzamiento de estas tecnologías en la UE. Antes, fueron Google o Microsoft. El motivo, una legislación que puede suponer un tiro en el pie

Foto: Tim Cook, CEO de Apple. (Reuters/Francis Mascarenhas)
Tim Cook, CEO de Apple. (Reuters/Francis Mascarenhas)

Aunque los fastos que organizó durante la pasada WWDC para presentarla confundieron a más de uno, a la inteligencia artificial de Apple le queda mucho para correr libremente en los dispositivos de los usuarios. A algunos nunca les va a llegar. Concretamente, al 90% de sus usuarios, ya que solo podrán utilizar este desarrollo aquellos que tengan un Mac con al menos un procesador M1 o un iPhone 15. Pero va a haber muchos usuarios que, no cumpliendo esos requisitos, van a poder meter mano a Apple Intelligence.

La multinacional de Cupertino ha dejado claro en los últimos días que deja a Europa, de momento, sin su IA. En Estados Unidos se pondrá en circulación este mismo otoño (las primeras funciones, aunque el lanzamiento se producirá en diferido). A este lado del Atlántico habrá que esperar hasta algún momento de 2025. En China tampoco la lanzará por ahora. La razón es que busca una pareja de baile que sustituya a OpenAI, que no está disponible en el país asiático.

Foto: Tim Cook, durante la conferencia. Foto: Carlos Barria (Reuters)

Además de Apple Intelligence, la compañía también deja en suspenso el lanzamiento en el mercado único de otras funciones presentadas durante su cumbre de desarrolladores, como son Phone Mirroring y puestas a punto en SharePlay Screen Playing. La razón, citaron fuentes de la manzana, no es otra que la regulación y normas como la Ley de Mercados Digitales (más conocida por la DMA) que Bruselas ha activado en los últimos tiempos.

El argumento que ha puesto sobre la mesa es el mismo que utilizó cuando se vio obligada a abrir el sistema operativo de sus teléfonos y tabletas a tiendas de terceros distribuidores: la seguridad. “Nos preocupa que los requisitos de interoperabilidad puedan obligarnos a comprometer la integridad de nuestros productos hasta el punto de poner en riesgo la privacidad del usuario y sus datos”, han explicado desde la compañía.

Un mismo fuego que alimenta dos incendios

Este leño no hace más que alimentar el incendio en el que se ha convertido la relación entre Apple y los reguladores europeos. El historial de enfrentamientos empieza a ser largo. Empezó con una investigación sobre la tributación de la compañía en Irlanda, le siguieron la norma que obligó a jubilar el lightning y cambiarlo por el USB tipo C o la multa de 1.800 millones de euros por poner la zancadilla a Spotify y otras plataformas de streaming.

La lista de tiras y aflojas también incluye la obligatoriedad de que iMessage se pueda comunicar con WhatsApp y otras plataformas de mensajería instantánea o la apertura a tiendas y aplicaciones de terceros en el iPhone y en el iPad más allá de la App Store. Precisamente esto ha dado pie al último enfrentamiento.

Este mismo lunes se conocía que la Comisión abre una investigación porque considera que Apple no ha hecho los esfuerzos suficientes para cumplir con la DMA. La sanción podría alcanzar el 10% de sus ingresos globales. Si como referencia se toman sus últimas cuentas, la multa podría ser de hasta 40.000 millones de dólares.

Pero todo el episodio en torno a Apple Intelligence es un nuevo capítulo en un frente mucho más amplio. No es la primera ni la última tecnológica que ha retrasado la puesta en marcha de herramientas de este tipo a este lado del Atlántico.

placeholder Satya Nadella en el Microsoft Build 2024. (X/Microsoft)
Satya Nadella en el Microsoft Build 2024. (X/Microsoft)

Prácticamente todos los grandes jugadores del negocio de la IA han tomado esa decisión. Cuando Google presentó Bard y otras herramientas, primero las puso en circulación en Estados Unidos, Corea del Sur o Japón. Cuando Microsoft lanzó Copilot en el resto del mundo, prefirió hacerlo más tarde en la UE. Anthropic, una de las grandes alternativas que han surgido en el gremio, tres cuartas partes de lo mismo. Claude3, como se llama este competidor de ChatGPT, se puso en circulación en marzo. No llegó a España y al resto del continente hasta mayo.

Incluso hay quienes, después de haber puesto en marcha planes, han tenido que recoger cable ante el riesgo de que los reguladores europeos se les echen encima. Es el caso de Meta, que hace unos días detuvo sus planes para entrenar sus modelos con publicaciones de los usuarios de Instagram y Facebook después de las advertencias institucionales. Algo que conllevará, al igual que Apple, que su particular ChatGPT llegue más tarde a Europa.

¿IA de segunda para Europa?

Meta anunció la decisión criticando duramente la postura que habían adoptado las agencias de protección de datos y defendió su apuesta por el código abierto, lanzando un dardo a sus competidores. “Somos más transparentes que muchos de nuestros homólogos de la industria”, rezaba el escrito de la compañía, en alusión a Google, Apple u OpenAI. Sin embargo, había una frase en el comunicado que metía el dedo en la llaga: “En pocas palabras, sin incluir información local, solo podríamos ofrecer a la gente una experiencia de segunda categoría”.

¿En qué llaga? En la de un debate que ha estado sobre la mesa desde que la Comisión y el Parlamento Europeo alcanzaron un pacto sobre la Ley de IA europea a finales de 2023. Una norma que pretende regular muchísimas cosas, desde aspectos relacionados con el reconocimiento facial hasta aspectos relacionados con el desarrollo y el entrenamiento de los modelos de lenguaje que dan vida luego a las inteligencias artificiales generativas.

Las diferencias en torno a la conocida como IA Act versaban sobre el clásico dilema que suele acompañar a la tecnología cuando se trata de regularla: si optar por una normativa muy estricta y garantista que proteja los datos, la privacidad y la información sensible de los usuarios o si optar por una normativa algo más laxa que no lastre la innovación y el desarrollo de nuevos productos y soluciones.

Estas reticencias las representó Emmanuel Macron, presidente francés, que fue uno de los que más alertó durante las negociaciones ante el exceso de regulación. Actualmente, Francia es la gran esperanza de la UE para no descolgarse en la carrera por la IA de la mano de la startup francesa Mistral.

Esta firma ha dado mucho que hablar por su desarrollo open source y por el rendimiento de su inteligencia artificial, que solo estaría por detrás de GPT-4 de OpenAI a día de hoy. Mistral cerró hace unos días una ronda de inversión de 645 millones de dólares que disparó su valoración hasta los 6.000 millones. Entre los prestamistas se encontraba DST, un fondo que en el pasado puso sus huevos en cestas tan diversas como WhatsApp, Twitter, Alibaba o ByteDance, entre muchas otras. Antes de este hito corporativo, la compañía francesa ya había conseguido arrancar una pequeña inversión por parte de Microsoft.

placeholder Los fundadores de Mistral en una imagen de archivo. (Mistral AI)
Los fundadores de Mistral en una imagen de archivo. (Mistral AI)

“Somos probablemente el primer país en inteligencia artificial en Europa continental. Estamos codo con codo con los británicos, pero ellos no tendrán esta regulación sobre los modelos. Pero, sobre todo, todos estamos muy lejos de los chinos y los estadounidenses”, afirmó Macron. “Podemos decidir regular mucho más rápido y mucho más fuerte que nuestros principales competidores. Pero regularemos cosas que ya no produciremos ni inventaremos”.

Creo que hay que hacer una distinción entre unos casos y otros”, afirma Paloma Llaneza, abogada experta en nuevas tecnologías y autora del ensayo Datanomics. “Es muy diferente el caso de Google o Meta al de Apple. Apple vende dispositivos y su negocio es radicalmente diferente al de los otros, cuyo principal sustento es la publicidad y, por tanto, lo suyo tiene que ver con problemas relacionados con el Reglamento de Protección de Datos”, analiza.

En el caso del fabricante del iPhone, apunta Llaneza, el problema viene dado por el concepto de interoperabilidad que le impone la DMA. Es algo que viene de lejos, concretamente de los tiempos en los que la UE investigaba a Microsoft por el tema de que no se permitían otros navegadores que no fuesen Internet Explorer en Windows.

Foto: La vicepresidenta de la Comisión Europea y comisaria de Competencia, Margrethe Vestager. (EFE/Yannis Kolesidis) Opinión

“La DMA está pensada en su caso para iMessage, a la que obligarían a que un usuario de WhatsApp u otra plataforma pudiese enviar mensajes a esta app y viceversa”, detalla la abogada, que dice que esto presenta retos en lo que se refiere a la encriptación de extremo a extremo de los mensajes. “Estos sistemas funcionan de forma diferente. Si no tienes los mismos estándares, significa que en un punto el mensaje se tiene que traducir para que la plataforma receptora pueda procesarlo. Eso significa que ya no está encriptado de cadena a cadena”, puntualiza.

En el caso de la IA, esta experta señala que Apple ha integrado muchas funciones a nivel de sistema operativo e incluso de hardware y han diseñado un protocolo de privacidad. Llaneza apunta a que “hacer interoperable” estas funciones puede suponer “abrir partes sensibles” y por eso están midiendo los tiempos. "Lo que queda claro que la DMA no estaba preparada para este acelerón de la IA".

Macron como resumen

Las palabras de Macron también condensan los dos grandes retos a los que se enfrenta Europa tras haber decidido optar por regular la inteligencia artificial en estos términos. La primera consecuencia es que los usuarios y empresas europeas tengan que esperar para poder meter mano a las últimas novedades y tecnologías y pierdan tiempo y oportunidades frente a sus homólogos de otros territorios.

placeholder Macron, en una imagen de archivo. (Reuters)
Macron, en una imagen de archivo. (Reuters)

Esto es algo que ya se está viviendo con el retraso de determinados lanzamientos por los grandes actores de este mercado. Incluso algunas voces plantean que todo esto puede acabar traduciéndose en que las grandes tecnológicas se repriman y opten por lanzar versiones desnatadas y no tan completas de la IA en territorio europeo. Esto es algo que ya se ha visto con características de Gemini o de GPT-4 que se han puesto en marcha en Estados Unidos y no se han liberado por el momento en estas latitudes.

Pero hay otra derivada. Teniendo en cuenta que el tablero de juego es global, ¿puede ser competitivo un actor europeo como Mistral si adopta desde el inicio unos límites mucho más estrictos que las empresas de Silicon Valley? La Ley de IA ha querido adelantarse y poner solución a uno de los dolores de cabeza que ha acompañado a la inteligencia artificial generativa desde prácticamente el primer día: los derechos de autor de los contenidos con los que se ha entrenado.

Esto es algo que se está discutiendo judicialmente en EE UU y ni se sabe cuándo habrá una solución ni cuál será. La norma europea dicta transparencia obligatoria en el conjunto de datos y referencias que se utilicen para el entrenamiento de la IA. “Eso lo van a cumplir por ahora las empresas europeas”, augura Llaneza, que apunta a la ventaja competitiva que van a tener en este sentido rivales de otra parte del mundo. Además, cree que esta medida se toma a destiempo. “Los modelos que dan vida a las inteligencias artificiales son como un perro que se come una salchicha”, reflexiona la abogada. “Cuando se la ha comido vete tú dos días o dos meses después a saber dónde ha acabado la salchicha. Pues aquí pasa lo mismo. Y estamos hablando de sistemas que se llevan diez años entrenando sin que hayamos sido conscientes de que han utilizado para alimentarlos”.

Aunque los fastos que organizó durante la pasada WWDC para presentarla confundieron a más de uno, a la inteligencia artificial de Apple le queda mucho para correr libremente en los dispositivos de los usuarios. A algunos nunca les va a llegar. Concretamente, al 90% de sus usuarios, ya que solo podrán utilizar este desarrollo aquellos que tengan un Mac con al menos un procesador M1 o un iPhone 15. Pero va a haber muchos usuarios que, no cumpliendo esos requisitos, van a poder meter mano a Apple Intelligence.

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