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A Canarias le dieron unos buques de guerra sin garras. ¿Cómo puede ahora recuperar su poderío naval?
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buques diseñados para otro futuro

A Canarias le dieron unos buques de guerra sin garras. ¿Cómo puede ahora recuperar su poderío naval?

Los Buques de Acción Marítima (BAM) fueron pensados para una misión muy concreta, en un momento muy concreto. pero cuando la Armada creía tener las respuestas, cambiaron las preguntas

Foto: El Buque de Acción Marítima Audaz en una jornada de navegación. (EFE/Manuel Lorenzo)
El Buque de Acción Marítima Audaz en una jornada de navegación. (EFE/Manuel Lorenzo)

Las principales unidades de la Armada en Canarias son cuatro patrulleros oceánicos con base en el Arsenal de Las Palmas, donde encontramos un puñado de unidades menores destinadas a misiones auxiliares. Entre estas últimas, en 2023 había dos remolcadores de puerto (Y-147 e Y-148), una embarcación para transporte de personal (Y-509 e Y-556), una embarcación para buceadores (Y-584 e Y-591), una falúa (Y-568) y una gabarra para aguas sucias (Y-424), según la Lista Oficial de Buques de la Armada (LOBA). Como vemos, ninguna de estas embarcaciones tiene como misión la vigilancia de las aguas canarias.

Esa misión la cumplían los limitados patrulleros clase Anaga, de poco más de 300 toneladas de desplazamiento y armamento ya anticuado en el momento de su entrada en servicio. Pero la Armada los ha ido dando de baja sin planes de sustitución. Sobreviven tres. Entre ellos, el patrullero P-22 Tagomago, que servía en Canarias y ahora lo hace en Málaga.

Los cuatro patrulleros oceánicos destinados en el Arsenal de las Palmas son del tipo Buque de Acción Marítima (BAM), un tipo de navío notable pensado para un tipo muy específico de misiones. Su desplazamiento, de más de 2.500 toneladas a plena carga, lo ponen en la misma categoría de las cinco corbetas clase Al Jubail construidas por la empresa española Navantia para la armada saudí. Pero se trata de buques completamente diferentes.

Las corbetas saudíes son buques de combate con armamento antibuque, antiaéreo y antisubmarino. Los BAM son patrulleros para largas misiones de seguridad marítima lejos de casa, por lo que fueron diseñados para contar con una gran autonomía y una buena habitabilidad. Su armamento consiste únicamente en el bien conocido cañón OTO Melara de 76mm y dos montajes Mk.38 con cañón de 25mm con sensores electrópticos, uno por banda.

Los buques tipo BAM fueron pensados para una misión muy concreta, en un momento muy concreto. Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, la Armada Española se encontró, como otras tantas marinas de guerra occidentales, desplegando buques de combate en el Cuerno de África. La misión inicial de la llamada Fuerza de Tarea 151 era prevenir el traslado por mar desde las costas de Pakistán a las de Somalia de miembros de la organización terrorista Al Qaeda. Aquella misión cambió de objetivo con el auge de la piratería con base en las costas de Somalia.

La Armada entendió que su participación en aquel tipo de misión requería de un buque más económico de operar y con menos tripulación que un buque de combate, pero que además estuviera preparado específicamente para misiones de seguridad marítima. La Armada contaba entonces con los patrulleros oceánicos clase Serviola, de poco más de 1.000 toneladas de desplazamiento, pero con ciertas limitaciones en armamento y sensores. Y aunque contaba con plataforma de vuelo, carecía de hangar para helicópteros.

Si le quieres misiles, no lo has entendido

Los cuatro primero BAM encargados por la Armada entraron en servicio entre 2011 y 2012. Y lo hicieron envueltos entre cierta polémica. Los planes de la Armada por aquel entonces anticipaban que en el año 2025 contaría con dos tipos de buques de combate, las fragatas F-100 y F-110. Y, por otro lado, dispondría de diez buques patrulleros, presumiblemente tipo BAM. No había rastro de un posible sustituto de las seis corbetas clase Descubierta. El cambio suponía pasar de contar 17 buques de combate a contar con sólo 10 buques de combate. Un auténtico hachazo.

Para muchos observadores, la Armada había decidido sustituir sus buques de combate más pequeños por patrulleros oceánicos apenas armados y destinados a misiones de seguridad lejos de España. Y enseguida surgieron propuestas, en forma de artículos, análisis y debates en distintos foros, sobre cómo se podían reformar los BAM para dotarles de más sistemas y armamento. Los profesionales se encargaron de explicar, una y otra vez, que los BAM nunca iban a desempeñar misiones propias de buques de combate y que sus objetivos eran completamente diferentes. Con frustración, señalaban que lanzar propuestas para convertir a los BAM en algo diferente reflejaba que no se había entendido el concepto en absoluto.

En febrero de 2014 se supo que el gobierno barajaba encargar dos nuevos buques tipo BAM adicionales, que finalmente fueron aprobados por el Consejo de Ministros en julio. Con los dos nuevos buques, la Armada iba a sumar seis BAM. Justo la cantidad de corbetas clase Descubierta. La dolorosa realidad es que la Armada sustituyó seis corbetas por seis patrulleros tipo BAM bajo la premisa de que ya no hacían falta buques de combate. Vivíamos el fin de la Historia y las guerras convencionales entre estados-nación por la soberanía de territorios era un fenómeno propio de tiempos más barbaros e incivilizados.

Foto: El S-81 Isaac Peral realiza su primera navegación en superficie. (EFE/Marcial Guillén)

La decena de buques de combate de la Armada estaban destinados a integrar flotas multinacionales, mientras que los patrulleros oceánicos vigilarían aguas lejanas frente a la amenaza de piratas y terroristas, realizando por el camino misiones de seguridad cooperativa y diplomacia militar con las fuerzas armadas de los países ribereños amigos. La fecha de la aprobación de la segunda serie de BAM fue significativa. Aquel año había sucedido la invasión rusa de Ucrania y la guerra en el Donbás estaba a punto de entrar aquel verano en una fase aún más virulenta con la intervención directa del ejército ruso. Cuando la Armada creía tener las respuestas, cambiaron las preguntas.

En febrero de 2022, después de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, el Gobierno español trató de tranquilizar a la ciudadanía ante los temores de una posible crisis energética derivada de la caída del suministro de gas ruso a Europa. España era un caso aparte, se dijo. Al contrario que la mayoría de los países europeos, se nutría de gas natural transportado en buques a través del mar y no dependía del capricho de un solo proveedor que pidiera cerrar los gasoductos. La excepción española escondía una debilidad que nadie pareció reparar en aquel entonces.

La seguridad energética de España depende de la seguridad marítima y de la libre circulación por las líneas de comunicación marítimas (Sea Lines of Communication) desde los países proveedores hasta las costas españolas. En el caso de Canarias, se hace mucho más evidente. Todo el combustible que alimenta las centrales eléctricas y la mayoría de los alimentos que se consumen en el archipiélago vienen por mar.

Al pensar en la dimensión marítima de la defensa de España, y en el caso concreto de Canarias, hay que ir más allá de la amenaza de fuerzas de asalto anfibio desembarcando en una playa para disputar la soberanía del territorio. Tenemos que meter en la ecuación la seguridad de las comunicaciones marítimas que garanticen la entrada y salida de materias primas, recursos energéticos y mercancías que garantizan tanto la actividad económica como la vida cotidiana. Y eso implica contar con buques de combate capaces de disputar el control del espacio marítimo. Por tanto, hacían falta más buques de combate que los diez previstos en los planes de la Armada de principios de la década pasada. para cubrir un espacio tan amplio como el eje Baleares-Estrecho-Canarias.

¿Qué hacemos ahora?

El despliegue de fuerzas de la Armada en las islas Canarias refleja que no se considera que exista una amenaza inmediata y tangible sobre las aguas del archipiélago. La idea de partida es que el esperable desarrollo paulatino de cualquier crisis permitiría desplegar rápidamente un buque de combate, de tal forma que en pocos días llegaría de la Base de Rota al Arsenal de Las Palmas.

La alternativa de desplegar permanentemente buques de combate en Canarias quedaría descartada por antieconómica. El mantenimiento y reparación de cada tipo de buque requiere una infraestructura propia que no tiene sentido replicar por toda España. Así, las cinco fragatas F-100 tienen su base en El Ferrol, las cinco fragatas F-80 tienen su base en Rota y los futuros submarinos S-80+ estarán todos en Cartagena. Por tanto, podemos imaginar despliegues puntuales de buques de combate en Canarias, pero no veremos un par de unidades con base en el Arsenal de Las Palmas y separadas del resto.

Otra posibilidad es recuperar la idea de introducir nuevas capacidades en los BAM. El problema fundamental es que no fueron diseñados pensando para incorporar equipos adicionales o armamento en una futura modernización. Y, aparte de la falta de espacio, la introducción de nuevos radares, sistemas electrónicos y armamento implicaría tripulación adicional, lo que tampoco estaba previsto originalmente. Ciertamente se podría hacer ocupando el espacio reservado para la unidad aérea embarcada o los equipos operativos de seguridad de infantería de marina. Pero se ganarían capacidades perdiendo otras.

En junio de 2023, el Consejo de Ministros autorizó la compra de dos buques tipo BAM adicionales. Parece que irán dotados con sonar, que probablemente vaya en la toldilla, donde sí hay espacio para varios contenedores estándar para diversos equipos. Habrá que estar pendientes de qué modificaciones se aplicarán, pero no parece que podamos esperar un rediseño profundo.

Solución saudí, marrón europeo

El hueco dejado por las seis corbetas clase Descubierta construidas en España podría ser fácilmente ocupado por otros buques de construcción nacional. Hablamos del diseño Avante 2200 de Navantia, que se vendió a Venezuela y Arabia Saudita. Al primer país se ofreció como patrullero oceánico con reservas de peso y espacio para incorporar armamento más tarde. En el caso de Arabia Saudita, se vendió como corbeta y la satisfacción del cliente ha llevado a un segundo encargo por tres unidades adicionales.

Como vemos, el diseño Avante 2200 tenía desde el tablero de dibujo el potencial de crecimiento que le ha faltado a los buques tipo BAM. Viendo el nulo éxito comercial de los BAM, ofrecido a varios países y solicitado por ninguno, podemos especular qué hubiera pasado si la Armada hubiera optado por ese otro diseño de la misma empresa. Hubiera sido posible contar con varios patrulleros y, llegados a la actual fase expansiva del gasto de defensa, encargar corbetas que compartían el mismo diseño base, logrando amplios beneficios en materia de económica de escala y simplificación de la logística y la instrucción.

A pesar de la existencia de un diseño español con cierto éxito comercial, las futuras unidades adicionales de la Armada parece que saldrán del programa de Corbeta Europea de Patrulla. Una iniciativa surgida al calor de las ayudas europeas del fondo de Cooperación Estructurado Permanente (PESCO) y en la que participan Italia, Francia, España, Grecia y Rumanía. La ventaja del proyecto es que el diseño del nuevo buque contará con una subvención europea. Paradójicamente, los países que participan en el proyecto con una industria naval significativa (Italia, Francia y España) ya cuentan con diseños propios de corbeta.

Foto: Carro de combate español Leopard utilizado para entrenar soldados ucranianos. (Reuters/Juan Medina)
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La clave del programa es que la industria naval militar europea se ve abocada a una reorganización porque el mercado se ha encogido. Ya ninguna armada cuenta con decenas y decenas de buques como en la vieja Guerra Fría. Y desde Francia e Italia se aboga por crear un Airbus naval. Ante ese movimiento, España se ha sumado por razones más industriales que militares. No se percibe mucho entusiasmo en la Armada por la Corbeta Europea de Patrulla, un buque más pensado para operar en el Estrecho de Gibraltar y Canarias en defensa de los intereses españoles que para ser desplegado largo tiempo en agrupaciones multinacionales de la OTAN.

Pero esa falta de emoción quizás se deba, en parte, a que todavía no se sabe en qué configuración se van a encargar de las varias opciones planteadas (incluyendo alguna bastante limitada). Lo que sí sabemos es que en las fuerzas armadas, los tiempos de diseño, desarrollo y construcción se mide en años. Y esas corbetas van a entrar en servicio en una época con más incertidumbre, más peligro y más amenazas que la presente, donde los recientes acontecimientos en el mar Rojo solo son un anticipo de las amenazas a la navegación marítima por venir. Por lo tanto, que hay que afinar muy bien los planes sabiendo que un buque de guerra no se improvisa.

Las principales unidades de la Armada en Canarias son cuatro patrulleros oceánicos con base en el Arsenal de Las Palmas, donde encontramos un puñado de unidades menores destinadas a misiones auxiliares. Entre estas últimas, en 2023 había dos remolcadores de puerto (Y-147 e Y-148), una embarcación para transporte de personal (Y-509 e Y-556), una embarcación para buceadores (Y-584 e Y-591), una falúa (Y-568) y una gabarra para aguas sucias (Y-424), según la Lista Oficial de Buques de la Armada (LOBA). Como vemos, ninguna de estas embarcaciones tiene como misión la vigilancia de las aguas canarias.

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