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Este ingeniero de Stanford explica como nadie los grandes problemas del mundo con datos
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ENTREVISTA CON TOMÁS PUEYO

Este ingeniero de Stanford explica como nadie los grandes problemas del mundo con datos

Tomás Pueyo fue una de las personas que mejor supo explicar la pandemia y creó la famosa teoría de "El Martillo y la danza". Ha colaborado con gobiernos para resolver crisis y es autor de decenas de análisis sobre problemas complejos

Foto: El ingeniero y consultor Tomás Pueyo posa para El Confidencial. (S. B.)
El ingeniero y consultor Tomás Pueyo posa para El Confidencial. (S. B.)

En marzo de 2020, cuando España se veía abocada a un estado de alarma por el coronavirus, Tomás Pueyo escribió un artículo titulado Coronavirus: Por qué Debemos Actuar Ya. Decidió explicar lo que él no había encontrado en ningun sitio en internet. Al día siguiente, tenia millones de visualizaciones. Y a la semana siguiente tenía a todo el país siguiendo su estrategia para combatir el virus: El martillo y la danza, en la que daba las claves de cuál iba a ser la evolución de la propagación. Lo que dijo lo tuvieron en cuenta instituciones de todo el mudo. Desde entonces, ha publicado cientos de análisis sobre problemas complejos que aquejan al mundo en temas de energía, demografía, geopolítica, salud e inteligencia artificial. Estudios que hasta algunos gobiernos han tenido en cuenta para aplicar medidas. Ahora, este ingeniero español que trabaja en Silicon Valley y ha estudiado en Stanford, dirige varios negocios relacionados con la IA mientras analiza el mundo en su blog Uncharted Territories.

PREGUNTA. Su especialidad es diseccionar, resolver y comunicar sobre problemas complejos con datos. ¿Qué es exactamente lo que hace?

RESPUESTA. En este mundo hay gente que es muy buena con los datos, con los estudios y los hechos. Y luego hay gente que es muy buena en la comunicación. Pero hay poca gente que intenta hacer bien esas dos cosas juntas. Y la mayoría de ciudadanos lo que necesitan es información en profundidad y con datos, pero bien contada y que pueda entenderse con facilidad. Eso es lo que pasó cuando comenzó la pandemia. Teníamos epidemiólogos y expertos con conocimiento en profundidad en un tema, pero que solo sabían de eso. Y luego teníamos generalistas que rascaban lo superficial. ¿Qué pasa cuando hay un problema multidisciplinar, que afecta a muchos sectores e industrias y no tienes a nadie que lo controle todo? Digamos que lo que intento hacer en internet es analizar temas que son importantes para entender el mundo y saber a dónde se dirige, para que la gente los comprenda.

P. Es usted un obseso de los números.

R. Cuando alguien acude a las noticias o a los estudios científicos, siempre le queda la duda de si algo de lo que ha leído es real. ¿Cuándo sabes que algo es un hecho o una anécdota? Lo que hago es aplicar las matemáticas a los problemas del mundo, porque la mayoría de veces son los números los que te dicen si una anécdota es real o no. Son los que comunican la verdad. Y ahora mismo la verdad no es suficientemente importante para la gente ni se toma en cuenta todo lo que debería. En cambio, las opiniones y las emociones se apoderan de la sociedad cada vez más.

Aunque no nos damos cuenta, gran parte de la historia que hemos aprendido en el colegio es propaganda. Los gobiernos quieren ciudadanos dóciles y los empujan para contarles la historia que sea más conveniente para el Estado. Por eso necesitamos conocer bien los hechos. Y los datos y los números son los que mejor lo revelan.

P. ¿Por eso se pasó de la ingeniería a la consultoría y la divulgación? Podría estar trabajando en Google o Meta

R. Cuando terminé mi MBA en Stanford, pasé por muchas industrias. Pero en ese trayecto me di cuenta de que mi objetivo en la vida era mejorar la vida de los demás. Si trabajara en Meta o Google como un ingeniero, sería simplemente uno de sus 30.000 empleados y no podría tener ningún impacto significativo. Yo no voy a cambiar la dirección de Meta. En cambio, trabajando en divulgación sí puedo ayudar a mucha gente.

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Foto: S. B.

P. En 2020, cuando España aún no había entrado en Estado de Alarma, ya estaba analizando lo que se nos venía encima. Le llaman visionario, pero internet está lleno de predicciones fallidas.

R. Hay que tener mucho cuidado con eso, porque la mayoría del futuro simplemente no se puede predecir. Hay algunas cosas que sí se pueden y esas son las que tienen una fuerza que las enchufa y que es muy difícil de parar. Por ejemplo, ahora mismo se puede predecir con bastante seguridad que de aquí al 2030, la gran mayoría de la energía eléctrica generada en Europa será solar. Y esto se puede afirmar porque ves la capacidad instalada y cómo crece de manera exponencial, y porque es más barata que el resto de las energías.

Con el Covid pasó lo mismo. Yo tuve una ventaja analizándolo y es que había trabajado en aplicaciones virales de Internet. Las matemáticas eran las mismas. Es decir, la viralidad de internet es la misma que la viralidad fuera de internet. Al final era una cuestión de números. Estos son ejemplos de cosas que sí se pueden preveer y luego hay otras cosas que no se pueden, como la inteligencia artificial.

P. ¿Cómo lleva lo de ser experto en todo, pero a la vez, especialista en nada?

R. La única manera en que se puede llevar eso es con humildad. Yo no soy experto en nada. Y por eso escribo. Lo que hago es informarme de un tema todo lo que puedo y luego publico mis conclusiones. Sí, me equivoco bastante, pero eso no es malo. Como publico tanto, tengo muchísimo feedback de la gente que me dice ‘Te has equivocado en esto o en lo otro’. Esa humildad es la que te permite aprender más rápidamente. Cuando veo cómo actúan algunos políticos, me toca la moral su idea de que está mal equivocarse, que está mal cambiar de opinión. Y para mí es lo contrario. A quien más respeto es a alguien que se fija en los datos y cambia de opinión.

P. Pero son demasiados los temas de los que escribe… incluso de la caída de la natalidad.

R. Antes decía que la mayoría de expertos se quedan en su área de especialización, pero a veces eso no es lo que el mundo necesita, sino gente con una visión más general que sepa poner todo en común y comunicarlo. Por ejemplo, ahora está el debate de la baja fertilidad en el mundo y si deberíamos hacer algo al respecto. Influyen muchos factores. Por un lado, está la idea de que si hay poca fertilidad y se reduce la población, se impacta menos en el medioambiente. Entonces, tienes que saber de fertilidad y medioambiente para saber si esas afirmaciones son ciertas. Luego, tienes que entender de economía porque la natalidad también afecta al crecimiento del PIB.

Y luego quizás el problema de la fertilidad no sea tanto económico, sino de ideas, pues en Francia, la razón por la cual la fertilidad cayó en el siglo XVIII es por la secularización. Nos encontramos con un problema que para desentrañarlo tienes que saber de salud, medioambiente, economía, historia y geografía. Y hay muy poca gente que haga eso. Creo que tocar todos estos temas en un mismo sitio para digerir y encontrar soluciones para los problemas es algo útil para todos.

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Foto: S. B.

P. ¿Cuáles diría que son ahora los tres principales problemas que aquejan al mundo?

R. Ahora mismo hay uno solo y es la inteligencia artificial. La fuerza que más cambia todo es Internet y ahora, más en particular, la inteligencia artificial. Pero no nos estamos dando cuenta de ello. Internet lo que hace es debilitar a los estados naciones. Primero, favorece una lengua vehicular que es el inglés. Cuanto más tiempo pase alguien en internet, más va a hablar en inglés. La cultura, de esta manera, se va homogeneizando. Igual que cuando hace 500 años se inventó la imprenta. En España, en el 1500, no se hablaba castellano, sino decenas de dialectos. Poco a poco el castellano se fue expandiendo gracias a los libros. Pues imagínate ahora que la homogeneización cultural que sucedió en España en los últimos 500 años estuviera pasando a una velocidad 10 veces más rápida con internet. Y a medida que la gente se globaliza, está menos ligada a un país.

P. ¿La IA también debilita a los estados?

R. Estamos creando seres tecnológicos más inteligentes que nosotros. Me gusta resumirlo con una frase: Sería una malísima idea para los chimpancés crear al ser humano. Pues eso es lo que estamos haciendo. Ya sabemos que vamos a tener más capacidad de procesamiento, más datos y mejores algoritmos. Y, en cuanto llegue a un nivel suficientemente alto como para mejorarse a sí misma, va a acelerarse de manera aún más rápida. Se prevé que el momento en el que superará a la inteligencia humana de manera exponencial va a ser de aquí a unos entre 7 y 15 años. Y no se puede predecir qué va a pasar después.

Foto: David Pérez posa para El Confidencial. (Guillermo Gutiérrez Carrascal)
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P. Hablando de internet. Ha trabajado durante muchos años en una empresa de educación a distancia (Course Hero). Le he oído decir que es cuestión de tiempo que el teletrabajo y la educación online sustituyan a la formación y el empleo presencial.

R. Cuando el motor eléctrico fue inventado en el siglo XIX, lo que uno hubiera imaginado es que en cuestión de años hubiese reemplazado a los que se usaban en las fábricas del momento, pero no fue el caso. En cambio, tardó bastantes décadas en hacerlo. ¿Por qué? Porque las fábricas ya estaban montadas con máquinas de vapor que hacían girar una turbina, la turbina hacia girar una cinta y todas las máquinas estaban organizadas alrededor de esa cinta. Estaba toda la infraestructura basada en ese sistema de producción. Si de repente te dicen: “toma un motor nuevo”, ¿qué vas a hacer, cambiarlo todo por completo? Y claro, la mayoría de fábricas no los implantaron, sino que tardaron décadas en darse cuenta de que el valor de esa herramienta para optimizar la producción era mucho mayor.

¿Qué está pasando ahora con el teletrabajo? Que tenemos esta nueva tecnología y la mayoría de empresas son reacias a ello. Tanto el empleo como la educación son cuestiones de conocimiento, y el conocimiento se puede comunicar a través de internet. Es obvio que el sistema laboral pasará en gran medida a ser remoto a largo plazo. Pero la única razón por la cual aún no estamos ahí es porque tenemos que cambiar nuestros modos de trabajo poco a poco, igual que tuvieron que hacerlo en la revolución industrial.

P. Durante su carrera ha trabajado en ONG y microfinanzas alrededor del mundo. Ha visitado países como Uganda, Malawi y también ha realizado estudios en Japón, Israel, México, China… ¿Cree que las culturas afrontan los problemas de manera diferente?

R. La gente no se da cuenta de que nuestro pasado tiene lugar en otro país diferente. De hecho, España tiene mucho más que ver ahora mismo con Japón que con la España del siglo XX. A veces, por cuestiones de nacionalismo, la gente piensa que hay que defender a la España de hace tres siglos porque somos el mismo país, pero eso ha ido cambiando con el tiempo. Irán tiene un gobierno distinto, una región distinta, un mercado distinto. Todo es muy distinto. Pero también tienen su vida en internet, en Instagram. Creen en los principios científicos, tienen una estructura económica parecida a la nuestra. Tienen coches y la mayoría de tecnologías universales. Tenemos más que ver con todo eso que con la España de hace un siglo.

En marzo de 2020, cuando España se veía abocada a un estado de alarma por el coronavirus, Tomás Pueyo escribió un artículo titulado Coronavirus: Por qué Debemos Actuar Ya. Decidió explicar lo que él no había encontrado en ningun sitio en internet. Al día siguiente, tenia millones de visualizaciones. Y a la semana siguiente tenía a todo el país siguiendo su estrategia para combatir el virus: El martillo y la danza, en la que daba las claves de cuál iba a ser la evolución de la propagación. Lo que dijo lo tuvieron en cuenta instituciones de todo el mudo. Desde entonces, ha publicado cientos de análisis sobre problemas complejos que aquejan al mundo en temas de energía, demografía, geopolítica, salud e inteligencia artificial. Estudios que hasta algunos gobiernos han tenido en cuenta para aplicar medidas. Ahora, este ingeniero español que trabaja en Silicon Valley y ha estudiado en Stanford, dirige varios negocios relacionados con la IA mientras analiza el mundo en su blog Uncharted Territories.

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