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Cambiar mi móvil por un iPod parece absurdo. Lo hice y ha sido una decisión fabulosa
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Más moderno que con vinilo

Cambiar mi móvil por un iPod parece absurdo. Lo hice y ha sido una decisión fabulosa

Tras un primer choque en el que me sentía como un elefante en una cacharrería, usar un reproductor MP3 me ha devuelto paz entre tanta hiperconexión tecnológica.

Foto: El iPod con video en color negro - Foto: Drita
El iPod con video en color negro - Foto: Drita

Junio de 2024. Me dispongo a encender mi antiguo iPod. Resulta que hay una nueva moda de vuelta a los MP3 y yo, que tengo alma de moderna, no me puedo quedar sin probarla. Lo cierto es que en la primera toma de contacto me inunda la fascinación: ya no recordaba lo curioso que era el reproductor de la manzana, que a día de hoy es una auténtica joyita retro. Tras este primer momento de nostalgia romántica, lo siguiente que siento es una frustración enorme y es que ni recuerdo cómo se usa y, sobre todo, cómo demonios se meten canciones en este cacharro de Apple. La memoria es selectiva y tremendamente cómoda, por lo que no es de extrañar que con el paso del tiempo haya borrado de mi mente información que ya no me servía para nada.

Dado que la curiosidad ya la tengo, me hago también con un Walkman de Sony. Se trata de uno de sus reproductores Hi-Res más accesibles y, por tanto, un equipo ideal para unirme a la corriente de escuchar música en equipos especializados y a la antigua usanza. Ahora solo me falta poner en práctica este nuevo hobby y ver si soy capaz de manejarme con dos aparatos, el teléfono y el MP3, sin sentir que el segundo me sobra. ¿Realmente merece la pena regresar al reproductor de música cuando lo tengo ya de serie en mi smartphone?

Y esto, ¿cómo se hacía?

Es increíble cómo podemos llegar a olvidar las cosas. Algo tan fácil y automatizado como escuchar música en mi iPod había quedado completamente relegado en mi memoria por culpa de la llegada de los teléfonos inteligentes y los servicios de streaming. Ahora acceder a Spotify es la única manera que se me ocurre de escuchar mi música favorita, pero no siempre fue así: hubo un tiempo en el que cargaba las pistas que me gustaban en un aparato y me iba con él a todos lados. Sin más opciones, sin más distracciones.

Precisamente ahí empieza una de las razones por las que al final he disfrutado tanto de este experimento. Con el iPod no hay escapatoria y es que escuchas lo que hayas cargado sin opción a poder cambiar de idea tan alegremente y sin que nada más te perturbe. El poder concentrarme mejor en lo que oigo, sin caer en la tentación de cambiar continuamente y sin distraerme por culpa de notificaciones varias procedentes de mi teléfono, ha sido una experiencia fantástica que hacía mucho tiempo que no vivía.

placeholder El iPod con video o iPod de 5ª generación - Foto: Drita
El iPod con video o iPod de 5ª generación - Foto: Drita

Para llegar a ello, eso sí, las he pasado canutas. Una vez conectado el iPod a su cable original y comprobar que seguía vivo, me costó un buen rato recordar cómo se manejaba. Concretamente tengo un iPod de quinta generación (finales de 2006), también conocido como iPod con video, que se controla con la característica rueda de click. Decir que no he tocado ni una vez la pantalla para seleccionar alguna de sus opciones del menú sería mentir descaradamente y es que me ha costado varios usos cambiar ese gesto por el de deslizar el dedo por su famosísima circunferencia central.

Una vez desbloqueado el recuerdo (y comprobar lo fluido que sigue yendo, todo haya que decirlo), toca meter música. De nuevo me va a explotar la cabeza. Para empezar porque el cable del iPod tiene en su otro extremo un conector USB-A y mi portátil ya solo cuenta con puertos USB-C. Por otro lado, iTunes, que era lo que se usaba por entonces, ya no existe: ahora la app de Apple se llama Music.

Por suerte esto no ha sido mayor problema. Music reconoció sin problemas mi dispositivo, aunque me consta que no ocurre con todos los modelos de iPod y hay gente que se ha visto obligada a descargar una versión antigua de iTunes en su ordenador para conseguir acceder a él.

Por último, pero no por ello menos importante, tuve que hacerme con unos auriculares con cable. Los de tipo Bluetooth no se estilaban precisamente por 2006, de manera que la única forma que tengo de escuchar la música es a través de su conector de 3,5 mm. Por suerte mis Sonos Ace vienen con un cable en la caja, de forma que aunque me ha resultado algo raro eso de estar "atada" al MP3, tampoco ha sido tan catastrófico su uso.

placeholder El Sony Walkman NW-A306 - Foto: Drita
El Sony Walkman NW-A306 - Foto: Drita

Con el Walkman de Sony la cosa ha sido un poco más sencilla. En concreto he estado probando el modelo NW-A306, un manejable aparato de tamaño y peso relativamente ligero (en la báscula marca 113 gramos) que viene con Android instalado —te puedes instalar hasta Spotify— y una pantalla táctil para su manejo. Esto ha ayudado a que el choque con la nostalgia no sea tan abrupto. Por si fuera poco el dispositivo se carga mediante puerto USB-C, por lo que la sensación de extrañeza en definitiva ha sido mucho menor.

Realmente aquí mi mayor reto ha sido familiarizarme con sus apps y ser algo paciente, ya que la respuesta no es tan rápida como me gustaría al toque de mis dedos. Más allá de eso, he conectado el Walkman a mi MacBook sin problema y cargado la música como si fuera un teléfono con Android cualquiera.

placeholder Dos dispositivos con los que volver al simple ejercicio de disfrutar de la música sin distracciones - Foto: Drita
Dos dispositivos con los que volver al simple ejercicio de disfrutar de la música sin distracciones - Foto: Drita

Tanto en el caso del iPod como en el dispositivo de Sony, la experiencia de calidad sonora ha sido muy positiva. En parte en el NW-A306 ya lo esperaba, ya que se trata de un equipo especializado y moderno, en el que Sony ha metido mano, incluyendo diversas tecnologías que dan como resultado un sonido bastante rico, potente y sin distorsión que convencerá a los melómanos. Es una propuesta especialmente pensada de hecho para ellos, ya que la idea aquí es, a pesar de ser un dispositivo inteligente que viene con Bluetooth y en el que incluso puedes consultar tu correo si quieres, el apostar por un producto especializado que ponga el foco en la reproducción musical -no, el conector de 3,5 mm tampoco falta aquí.

En cuanto al iPod, sí que me ha sorprendido más lo increíblemente bien que se oye, especialmente si tenemos en cuenta que se trata de un equipo de casi 20 años, que se dice pronto. No llega a la excelencia de Sony y su Hi-res Audio, pero se le acerca de tal manera que merece su reconocimiento. Es increíble lo bien que ha envejecido.

Cambiando el chip

Reconozco que en un primer momento, cuando me vi con los dos reproductores en las manos, la idea de volver al MP3 no me pareció tan genial. Soy de las que llevo hasta las llaves de casa en el teléfono -uso una cerradura inteligente-, por lo que eso que tener que cargar ahora con el smartphone por un lado y el MP3 por otro me parecía, hablando pronto y claro, un peñazo.

En ese momento, claro, aún no había descubierto el encanto de toda esta historia. Como indicaba, el poder concentrarme mejor en la música que escucho ha sido una de las mayores ventajas de todo este proceso. Entiendo perfectamente que sea una de las cualidades que hace que muchos estén cayendo en esta moda. Nos pasamos el día hipervigilantes, pendientes de la llamada perdida de turno, el mensaje de WhatsApp o el email. Desconectar de todo eso, llevándome la música a otro lado, fuera de mi teléfono y apagando así las distracciones, ha supuesto un pequeño oasis de paz, un ejercicio que ahora sé que debería hacer con más frecuencia.

placeholder El Sony Walkman NW-A306 - Foto: Drita
El Sony Walkman NW-A306 - Foto: Drita

El ahorro de batería en tu smartphone también podría ser una buena razón para darle una oportunidad al reproductor MP3. Si escuchas música con frecuencia en tu teléfono, puedes encontrarte con un buen chute de energía extra llevándote la reproducción a otro aparato. Y eso por lo hablar de lo que dura la autonomía de cacharro en cuestión: en el caso del iPod puede verse más limitado por el estado del aparato -ten eso en cuenta si estás pensando en adquirir uno de segunda mano o recuperar el tuyo del cajón-, pero en líneas generales vas a tener mucho, pero que mucho, más tiempo de disfrute que si lo hicieras con tu teléfono.

¿Te acaba de picar el gusanillo? Pues que sepas que hay muchas alternativas disponibles para poder disfrutar de música y sólo música en un pequeño reproductor y sin tener que gastar tampoco los 170 euros que ronda el iPod Classic, por ejemplo, de segunda mano o el Sony NW-A306, que se planta en los 390 euros de media. Por ejemplo, la firma Agptek tiene en Amazon un modelo con sonido HiFi, 128 Gb de almacenamiento y pantalla de 1,8” por solo 27,99 euros (goza ahora de un cupón descuento) que se vende como rosquillas.

Un reproductor clásico
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Agptek MP3
Compra en Amazon
DESCUENTO 13%

Si quieres un Walkman de Sony sí o sí, el catálogo de la firma es amplio. Si el modelo que hemos probado aquí se te va de presupuesto, tienes alternativas económicas como el NW-E394, con 8 GB de capacidad, elegante y manejable diseño y 35 horas de autonomía.

Vuelve el walkman
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Sony NW-A306
Compra a precio mínimo La opción asequible
DESCUENTO 3%

¿Te has empeñado en un iPod pero te da igual tan siquiera la pantalla? La mínima expresión en ese sentido es el Shuffle (de tipo pinza, con 1 GB y solo 15 gramos de peso) que se puede conseguir por unos 139 euros en Back Market.

El MP3 de la manzana
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iPod Nano
Compra reacondicionado

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Junio de 2024. Me dispongo a encender mi antiguo iPod. Resulta que hay una nueva moda de vuelta a los MP3 y yo, que tengo alma de moderna, no me puedo quedar sin probarla. Lo cierto es que en la primera toma de contacto me inunda la fascinación: ya no recordaba lo curioso que era el reproductor de la manzana, que a día de hoy es una auténtica joyita retro. Tras este primer momento de nostalgia romántica, lo siguiente que siento es una frustración enorme y es que ni recuerdo cómo se usa y, sobre todo, cómo demonios se meten canciones en este cacharro de Apple. La memoria es selectiva y tremendamente cómoda, por lo que no es de extrañar que con el paso del tiempo haya borrado de mi mente información que ya no me servía para nada.

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