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Si estás siendo infiel tienes dos problemas: este ejército de voluntarios lo va a descubrir
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MEDIA TIKTOK ES ADICTA A 'CAZAR' ADÚLTEROS

Si estás siendo infiel tienes dos problemas: este ejército de voluntarios lo va a descubrir

Las redes sociales se han llenado de cientos de vídeos de supuestas infidelidades en las que las personas son rastreadas e identificadas por los internautas. El "CSI de las infidelidades" no va a dejar escapar ni una. El problema es que es ilegal

Foto: Imagen: CSA-Printstock.
Imagen: CSA-Printstock.

Un hombre le muestra lo que parece un tatuaje en la espalda a una mujer sentada a su lado en un avión. Ella le sostiene la camiseta mientras ríen. Cualquiera que estuviera sentado cerca, podría pensar que se trata de una interacción normal y corriente entre una pareja más. Pero la mujer que grabó y publicó un video del momento en TikTok sintió que había algo más, algo que no le acababa de encajar.

"Si este hombre es tu esposo y está en el vuelo 2140 de United Airlines de Houston a Nueva York, probablemente se quede con Katy esta noche. Se han conocido en el bar del aeropuerto y no se han separado desde entonces", decía en su publicación. El texto continúa explicando que estuvieron tonteando durante horas e incluso la convenció de cambiar de asiento con otra persona para que pudieran pasar el trayecto charlando y bebiendo juntos. En un segundo video, la usuaria muestra los asientos vacíos de ambos y añade: “Actualización: se han besado y se han metido en el baño. No me habría enterado de que estaba casado si no hubiera llevado su anillo de bodas. TikTok, haz tu magia”.

Vaya si la hizo. En menos de 24 horas, cientos de usuarios actuaron como verdaderos detectives e identificaron al hombre y a su esposa, encontraron sus cuentas en las redes sociales y compartieron fotos de su familia. A las pocas horas el presunto hombre infiel borró su Facebook y demás perfiles, pero ya era tarde. Mientras algunos aplaudieron a la autora de los vídeos por su “espionaje de servicio público”, otros cuestionaron si exponer una supuesta infidelidad de esta manera es ético o no. Aunque terminó por borrar los vídeos, surge una pregunta importante: ¿Dónde quedan los límites del consentimiento a la hora de grabar a un desconocido?

No es el primer ni el último caso de este tipo de caza de brujas en TikTok. De hecho, hay decenas de miles de estos vídeos bajo el hashtag #catchingcheaters, algo así como "cazando a los infieles". Una tendencia que consiste en escuchar conversaciones privadas en lugares públicos y destaparlas en internet. Como espías dignos de 007, los usuarios filman de manera impune el rostro de los supuestos “culpables”, invitando a cualquiera que reconozca a la persona a que la identifique: “Si tu nombre es X, vives en Y y estás saliendo con Z, te están poniendo los cuernos”. En todos los casos, los “cazados” son inevitablemente avergonzados, sus parejas informadas y todo el mundo ve la ruptura de una relación en sus feeds como si de una adictiva telenovela se tratase. Puro Black Mirror.

En muchos casos, el contenido se vuelve viral. En 2021, el usuario @drewbdoobdoo publicó un vídeo (acumula millones de visitas) que rezaba: "Odio ser yo quien meta las narices donde no debe, pero si te llamas Marissa, acabo de pasar por delante de tus amigos y están buscando excusas para celebrar el cumpleaños el fin de semana que estás fuera”. Otra vez, TikTok hizo lo suyo y encontró a la tal Marissa. En otro caso, @tylerdowns (un deportista olímpico), expuso a un extraño que se sentó a su lado en un avión: “¿Quién es la mujer de este señor? Estoy leyendo sus mensajes y te está engañando”.

Lo que normalmente sería una situación privada se convierte en entretenimiento ajeno a costa de la privacidad de algunas personas. ¿Por qué atrae este tipo de contenido? ¿Qué lo hace irresistible para algunos espectadores? Se les ofrece un caso con algunas pistas y un misterio que resolver. Parece existir cierta catarsis en ver a un pobre diablo que ha sido atrapado con las manos en la masa. A veces, incluso resulta reconfortante, igual que ocurre con los cotilleos de famosos. Ser cómplices de los trapos sucios de la gente, de las desgracias ajenas, les hace sentir bien. Siempre que no les afecte a ellos, claro.

Foto: Son muchos los niños los que acuden a su móvil para contestar dudas, antes que a sus padres. (Pexels/Pixabay)

El fenómeno no solo es indicativo del voyeurismo que empaña a TikTok o Instagram, sino que la tendencia explica una consecuencia clara de esta era digital: la falta de empatía más allá de los confines de la pantalla. La mayoría de estos vídeos hacen ciertas suposiciones que pueden ser erróneas, como por ejemplo que el tipo del avión está en un matrimonio monógamo o que su esposa estaría agradecida de ver su comportamiento. Tampoco se sabe a ciencia cierta si realmente él y la mujer llegaron a hacer algo. Nos falta contexto. Además, si a la usuaria que subió el vídeo realmente le importaba la esposa, ¿por qué no localizarla y simplemente enviarle un mensaje privado?

Por otro lado, esta falsa "justicia" sirve de excusa para exponer la vida privada de una persona sin su consentimiento y someterla a ella y sus allegados al ridículo público. Además, y más importante, es una práctica que viola la legalidad, al menos en España.

“Es legal cuando el sujeto que graba la conversación participa de forma activa en la misma. Pero si quieres grabar a terceros tiene que haber un interés informativo y social real. Por ejemplo, un ministro enrollándose con una mujer que no es su esposa. Si el ministro miente en su vida privada, mentirá en la pública. En estos casos que vemos en TikTok, no sólo se incumple la ley grabando a terceros sólo por el morbo sin su consentimiento, sino que se está difundiendo en internet también sin permiso. Tampoco estás denunciando algo, sino que estás poniendo al contrario a los pies de los caballos de la gente. Todo ello puede acarrear multas graves”, explica a El Confidencial Jorge García Herrero, abogado, delegado de protección de datos y especialista en la normativa RGPD.

En España, la grabación de una conversación sin permiso puede constituir un delito grave contra la intimidad, según el artículo 197.1 del Código Penal. Y la infracción puede suponer una pena máxima de hasta cuatro años de cárcel. En el caso de imagen en vídeo, también se tienen en cuenta las circunstancias y el contexto, así como su finalidad. Con carácter general es delito grabar a una persona sin consentimiento, y es considerado como una posible intromisión en el derecho a la propia imagen y una infracción de Reglamento de Protección de Datos cuando las grabaciones se hagan en un espacio en el que se presume intimidad (es decir, un espacio privado), ya que estaríamos ante un delito de descubrimiento de secretos (que podría ser de revelación también, si las imágenes se difunden).

“La facilidad que te da tener una herramienta en la mano con la que puedes grabar lo que te dé la gana con sólo un click es un arma para quienes vuelcan su vida en las redes sociales. Como ellos se muestran y exponen constantemente, piensan que al resto de la gente tampoco les va a importar. De hecho, es tan lesivo que te saquen sin consentimiento de cualquier manera como que te saquen en situaciones comprometidas”, señala García.

Foto: Una persona paga con una pulsera 'cashless' en un festival de música. (Weezevent)

El experto recuerda el caso de Carla Galeote, una influencer y activista que protagonizó una polémica en las redes sociales hace unos meses. Galeote publicó un vídeo en TikTok para denunciar el comportamiento de su vecino de 70 años. En la grabación se puede ver cómo el hombre se está masturbando mientras centra la mirada en ella desde el edificio de al lado. Algunos usuarios le advirtieron que estaba cometiendo un delito por grabar y difundir imágenes íntimas de una persona sin su consentimiento. "Se estaba tocando. Qué os pasa a los señores de este país", se defendió. Poco después, decidió eliminar el vídeo.

Según los expertos, si el vecino la denunciara, la activista se enfrentaría a un delito de injurias graves y del derecho en el honor y la imagen del filmado. “Tenemos un ejemplo perfecto en el que se viola el derecho a la intimidad. Ella se siente legitimada porque es la agraviada, pero es una trampa porque perfectamente podría haber acabado pagándolo ella”, comenta García.

Si bien esta generación parece obsesionada con tomar conciencia sobre el consentimiento en el mundo físico, ha empezado a pasar por alto el consentimiento entre los muros virtuales, por ejemplo, filmando a desconocidos sin su permiso. Hemos normalizado la vigilancia comunitaria hasta el punto de que ahora estamos participando en conductas poco éticas e ilegales. La idea de que la gente pudiera filmarte en cualquier momento, en cualquier lugar y por cualquier motivo, es algo que asustaría al mismísimo George Orwell.

Un hombre le muestra lo que parece un tatuaje en la espalda a una mujer sentada a su lado en un avión. Ella le sostiene la camiseta mientras ríen. Cualquiera que estuviera sentado cerca, podría pensar que se trata de una interacción normal y corriente entre una pareja más. Pero la mujer que grabó y publicó un video del momento en TikTok sintió que había algo más, algo que no le acababa de encajar.

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