Derribar drones es casi misión imposible. Han inventado una forma 'low cost' de conseguirlo

Los drones se están revelando como uno de los mayores protagonistas de la invasión de Ucrania. La posibilidad de introducir en el campo de batalla miles de artilugios voladores de bajo coste y con una reducida, pero eficaz capacidad de fuego, ha hecho que todos los esfuerzos se estén poniendo en los sistemas para mitigarlos, también conocidos como Counter-Unmnanned Air System (C-UAS).

Se trata de una amenaza relativamente barata —sobre todo en comparación con ciertos sistemas convencionales—, por lo que su contramedida también deberá serlo. Caso contrario, el resultado puede decantarse rápidamente, al no poder sostener el esfuerzo económico uno de los contendientes.

Así, el hecho de intentar reducir los costes al máximo hace que se busquen alternativas poco comunes y, a veces, algo alocadas. Este es el caso de un vídeo grabado por la Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania (es una agencia del Ministerio de Defensa y su nombre suele abreviarse como GUR MO) y publicado recientemente en redes sociales. En él se puede ver a dos tripulantes en un ultraligero de fabricación local Aeroprakt A-22. Uno de ellos es el encargado de volar el aparato —el que se encuentra sentado a la derecha—, mientras que el compañero —un tirador de precisión— se encarga de derribar, haciendo uso de un fusil, drones. Aunque parezca real, se trató de un vuelo de entrenamiento.

Ucrania: hacer de tripas corazón

No es la primera vez que se usan aparatos tripulados para derribar drones, ni tampoco, fue el bautismo de fuego del ultraligero Aeroprakt A-22 Foxbat. Hace varios meses, mi colega y responsable del blog Sandglass Patrol (y pódcast homónimo), José Manuel Gil Gizmo, me comentó que se estaban empleando aviones de enseñanza Yakovlev Yak-52 para dicha tarea. Además, de manera satisfactoria, pues en una de las fotos, uno de estos aparatos lucía con orgullo 8 marcas de derribo. En concreto, dos ZALA 421-16E y seis Orlan-10/30.

A diferencia del ultraligero, que cuenta con cabina lado-a-lado —el piloto al lado del tirador—; en el Yak, la cabina goza de una disposición en tándem, es decir, el encargado de derribar los drones se coloca detrás del piloto. En una situación normal, el alumno ocuparía el asiento de proa y el instructor de vuelo el de popa. Antes de continuar, es preciso indicar que un A-22 es más pequeño y sencillo de pilotar que un Yak-52.

Según el periodista ucraniano Roman Bochkala, la idea de utilizar a un tirador de precisión en un ultraligero fue de la Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania. La misma fuente afirma que el aparato fue adquirido por unos 35.000 dólares donados por afines a la causa. Lo cual indicaría que fue comprado de segunda mano, pues nuevo ronda los 90.000 dólares.

Entrando en detalle acerca de la aeronave, el Foxbat es un ultraligero de diseño ucraniano y capaz de operar desde pistas cortas. Puede despegar y aterrizar en 90 m de terreno. Presenta una longitud de 6,3 m, una envergadura de 10,1 m y una altura de 2,4 m. Está propulsado por un motor de cuatro cilindros Rotax 912ULS que desarrolla una velocidad de crucero de 180 km/h y un alcance de 1.100 km.

Curiosamente, en el vídeo publicado se ve al piloto en el asiento de la derecha, lo cual es algo llamativo, pues ese avión —aunque doble mando, es decir, operable desde ambos lados— se suele volar desde la izquierda, quedando la derecha para el copiloto. Se puede advertir que han retirado los mandos en dicho asiento para facilitar el movimiento del tirador y han añadido instrumentos adicionales para poder operarlo con más seguridad desde el puesto derecho.

Con respecto al arma empleada, lo más probable es que sea un fusil de asalto Malyuk, también conocido como Vulcan-M. Es un desarrollo del tristemente afamado Kalashnikov, pero en formato bullpup, es decir, el cargador y los mecanismos se ubican detrás del disparador, incrementando la longitud del cañón, sin variar el largo total del arma. En este caso, le han añadido un silenciador y un caza-vainas en la parte trasera para recoger las vainas de los cartuchos disparados. Por si fuera poco, a partir de este fusil están desarrollando un perturbador contra-drones.

Igualmente, no es la primera vez que se utiliza el A-22 en esta terrible invasión. En el mes de abril, salieron imágenes desvelando que los ucranianos habían empleado este ultraligero para llevar a cabo un ataque a gran distancia en el corazón de la Federación Rusa. En concreto, la fábrica de los drones Shahed, conocidos también como Geran.

Además de los A-22, también se dronizaron otros ultraligeros como el UAVita Systems E-300 Enterprise —diseño similar al Sky Ranger—. En las imágenes se puede observar que contaba con un conjunto de sensores fotónicos alojados en una bola impresa en tres dimensiones, una bomba FAB-100 de origen soviético y una caja con sistemas de aviónica, encargados de gobernar el aparato durante el vuelo. Haciendo unos cálculos rápidos, el avión podría alcanzar una distancia alrededor de 1000 km. No obstante, la bomba que transportan es pequeña, 100 kilogramos de alto explosivo.

No solo han empleado soluciones disruptivas desde el aire para derribar aeronaves, también lo han hecho desde tierra. Uno de los ejemplos más interesantes es el FrankenSAM. Apodo con el que se conoce a un vehículo tipo Buk de fabricación soviética adaptado para lanzar misiles RIM-7 Sparrow y AIM-9 Sidewinder de factura estadounidense. Sin embargo, esta idea no es nueva, recuerda, en cierto modo, a los M48 Chaparral autopropulsados de la Guerra Fría.

Aparte de estos sistemas novedosos, Ucrania también está empleando interceptores antiguos como los MIM-23 HAWK (Homing All The Way Killer) —algunas baterías fueron enviadas por el Ejército de Tierra—. De hecho, parece ser que los instructores españoles les indicaron que no era un arma pensada para combatir drones, sin embargo, ya hay varias baterías con marcas de derribo de vehículos aéreos tipo Shahed.

Defensa contradrones: una capacidad imprescindible

Es evidente que los drones pueden suponer una amenaza tanto en situaciones de conflicto (guerra de Ucrania), como en tiempos de paz (terrorismo). De esta manera, es imprescindible desarrollar, por un lado, modernos sistemas y, por otro, las tácticas, técnicas y procedimientos (TTPs) encaminadas a batir estos nuevos artilugios. Pues, ya hay drones capaces de efectuar maniobras evasivas y combatir contra otros drones en vuelo.

Estados Unidos es uno de los países que más está trabajando en ello y, actualmente, se encuentra desarrollando una miríada de sistemas, tanto cinéticos como no cinéticos. En estos últimos —principalmente, microondas y láser— se ha puesto mucho énfasis, pues son sistemas cuyo coste de disparo es relativamente barato en comparación con los interceptores cinéticos.

En un nivel más cercano a las unidades de infantería, Reino Unido está pensando dotarlas con nuevas miras que faciliten la detección de drones pequeños (sUAS), de manera que los puedan derribar rápidamente. En concreto, se trata del sistema de control de fuego SmartShooter Smash que iría montado en los fusiles de asalto convencionales SA80 L85 A3. El sistema de control de fuego es capaz de seguir y predecir el movimiento del blanco, además de permitir únicamente el disparo cuando el fusil está alineado con el objetivo para asegurar el éxito.

Por ahora, no se tiene constancia de que en España se estén introduciendo este tipo de control de fuegos. No obstante, el Regimiento de Guerra Electrónica (REW) 31 está incorporando el sistema contradrones CERVUS III. Por lo que se ha podido ver en las imágenes, el sistema completo se reparte en tres vehículos: un VAMTAC ST5 tipo furgón, un VAMTAC tipo pick-up y un camión todoterreno IVECO M170. Además, desde la crisis de los juzíes en el mar Rojo, las fragatas de la Armada que están siendo desplegadas a la operación Atalanta en aguas de Somalia, han recibido un nuevo equipo antidrones sustituyendo al obsoleto Meroka.

Con la irrupción de los drones, se ha abierto una nueva y peligrosa Caja de Pandora. Tratar de contrarrestar la amenaza que suponen es uno de los mayores retos a los que se enfrenta nuestra sociedad. Por ello, el esfuerzo de algunas empresas del sector no debe caer en saco roto. ¿Seremos capaces?