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Si mañana te despiden, sonríe. Al menos, en LinkedIn
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Hay que ocultar los sentimientos

Si mañana te despiden, sonríe. Al menos, en LinkedIn

No mostrarse optimista en redes sociales tras un despido puede mermar las opciones de conseguir otro empleo. Siempre es mejor hacer de tripas corazón y reprimir nuestros impulsos

Foto: La frustración y la tristeza son los sentimientos lógicos tras un despido (Freepik)
La frustración y la tristeza son los sentimientos lógicos tras un despido (Freepik)

Hay trabajos mejores y peores. Unos nos agradan más y otros menos. Sin embargo, ser despedidos es algo que no le gusta a nadie. De hecho, es normal sentir enfado, frustración e indignación. Incluso debemos reprimir nuestros impulsos para no descargar nuestra ira contra el mobiliario de la oficina o de nuestro hogar, si es que nos encontramos teletrabajando cuando nos dan la noticia.

Entonces ¿por qué actuamos de forma diametralmente opuesta en redes sociales? Solo hace falta hacer una búsqueda con la palabra “despido” o “despedido” en LinkedIn o en X (Twitter) para encontrar publicaciones con mensajes de agradecimiento. En un artículo del medio Slate.com han tratado de averiguar por qué actuamos así.

El artículo hace referencia a mensajes del tipo “la oportunidad de trabajar con personas inteligentes, divertidas, brillantes y amables fue un sueño hecho realidad. No se puede expresar con palabras” (@hatlindert) o “después de 15 años increíbles en Pixar, me he visto afectada por la ola de despidos de esta semana. Estoy inmensamente orgullosa de mis logros y profundamente agradecida por el tiempo que pasé trabajando en películas ganadoras del Oscar” (@cathicks).

Miedo a represalias

Es cierto que cualquier persona que se enfrenta a un despido puede sentirse optimista de cara al futuro. Sin embargo, mensajes como los que hemos compartido antes no reflejan la realidad. Al menos, no completamente. El experto en recursos humanos Alex Fenstermacher explica a qué puede deberse este fenómeno: “los candidatos que se postulan a un nuevo puesto deben mostrar públicamente que son trabajadores capaces de recuperarse ante situaciones de adversidad. Muchas veces, ocultando sus lágrimas tras una sonrisa”.

Foto: Un joven estresado mira su portátil en un café. (Pexels)

“Los exempleados suelen creer que serán incluidos en una especie de 'lista negra' si hablan negativamente de la empresa que les ha despedido o que perderán la oportunidad de obtener una referencia en el futuro”, continúa diciendo Fenstermacher. Por su parte, Sonia Weiser, autora del artículo de Slate.com, se comunicó con varios de los autores de los mensajes optimistas publicados en redes sociales como LinkedIn y X.

Según asegura, todos acordaron hablar con ella siempre que se les garantizara el anonimato, lo que sin duda apuntala la opinión del experto en recursos humanos. Bajo esta condición, los despedidos se mostraron mucho más sinceros. Por ejemplo, uno indicó que su despido “fue una mierda” y que “fue culpa de la ineptitud de los gestores de la empresa”, pero que “no tiene sentido estar amargado en Twitter”.

Foto: Fuente: iStock.

Otro, en cambio, criticó la “tiranía y la avaricia” de sus jefes y las “habilidades arcaicas de liderazgo” que mostraban en el día a día. Incluso habló de “prejuicios raciales y de género” y de la obligación de “echar horas extras sin remunerar”. Finalmente, les desea que “se vayan a la mierda” y que “sean sustituidos por mejores líderes”.

En este sentido, Fenstermacher concluye que “ir a la yugular de la gerencia de la empresa puede reportar un status de héroe entre los compañeros de trabajo, pero lo más probable es que acabe volviéndose en contra del trabajador a la hora de buscar un nuevo empleo”. Así que “lo más sensato” es hacer de tripas corazón, sonreír y publicar un mensaje optimista en redes sociales.

Hay trabajos mejores y peores. Unos nos agradan más y otros menos. Sin embargo, ser despedidos es algo que no le gusta a nadie. De hecho, es normal sentir enfado, frustración e indignación. Incluso debemos reprimir nuestros impulsos para no descargar nuestra ira contra el mobiliario de la oficina o de nuestro hogar, si es que nos encontramos teletrabajando cuando nos dan la noticia.

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