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Los 'hijos' de Frank de la Jungla que convierten las letales balsas de riego en una mina de oro
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"La gente no se da cuenta del riesgo"

Los 'hijos' de Frank de la Jungla que convierten las letales balsas de riego en una mina de oro

La muerte de un hombre en Murcia reactiva la alerta sobre el peligro de estas instalaciones. Sin embargo, jóvenes 'influencers' triunfan con vídeos en los que entran en estos pozos a rescatar animales

Foto: Animales Calavera y Melerus, dos de los creadores más conocidos por esta actividad en uno de sus rescates. (YouTube)
Animales Calavera y Melerus, dos de los creadores más conocidos por esta actividad en uno de sus rescates. (YouTube)

Manuel Fernández tiene 21 años, es de Alicante y hace menos de un año dejó su trabajo. Ahora, se dedica a tiempo completo al que hasta hace nada era su hobby: las redes sociales. Pero su perfil no es el de un influencer clásico, no sube recetas, ni promociona marcas de ropa, sino que se mete en balsas de riego en medio del campo. Entra en estos agujeros en busca de animales atrapados, los graba, los recoge y los saca del pozo vestido con un gorro de paja y una mochila donde guarda los seres vivos que no se mete en los bolsillos o bajo la camiseta.

Visitando lugares como en el que murió ahogado un hombre el pasado 25 de julio, ha conseguido acumular ya más de dos millones de seguidores en todas sus redes. Su canal, Animales Calavera, aglutina casi medio millón de followers en Instagram, la misma cantidad que tiene en YouTube y la mitad de los que suma en TikTok (donde está a punto de llegar al millón). Y no es el único caso similar. Como una especie de 'hijos' de Frank de la Jungla, decenas de jóvenes rescatadores se han convertido en una de las últimas sensaciones de las redes. Aventureros ávidos de encuentros con animales salvajes que se lanzan a las incontables balsas, pozos, acequias o piscinas que hay en el campo español.

"Yo comencé hace unos tres años, poco después de la pandemia. Vi un vídeo por internet en el que rescataban animales de una balsa y yo conocía algunas sin agua cerca de mi casa. Al pasarme por allí descubrí que eran verdad esos vídeos y dentro encontré animales tanto vivos como muertos", cuenta Fernández. "Ahora, lo normal es que un amigo y yo salgamos con la bici a la montaña y revisemos las balsas. Prácticamente todo lo que sé lo he aprendido de forma autodidacta, aunque tengo una titulación de auxiliar de veterinaria", añade.

Su éxito es claro, pero tanto Fernández como el resto de creadores de su sector se mueven en un debate difícil. Han puesto sobre la mesa un problema olvidado en el campo español, el de los letales efectos trampa, nombre por el que se denominan a estas estructuras abandonadas que atraen a los animales y que una vez dentro estos no pueden salir. Es un asunto que incluso se ha llevado vidas humanas por delante, como la del hombre ahogado el pasado fin de semana en una pedanía de Murcia o la de José Paredes Castaño, fundador de Calzados Paredes, que pereció en una de estas balsas en 2021, tras caer dentro con su coche. Pero a la vez, la forma de explotar esta situación en sus redes lleva a que muchos pongan en duda la labor de estos chicos.

La entrada a la mayoría de estos efectos es ilegal, pues son entornos privados y necesitan del permiso de los dueños. Además, dan poca o ninguna información sobre el riesgo de estas acciones y, como ocurría en el caso de Frank Cuesta, sus métodos, su forma de interactuar con los animales o el posible efecto llamada, hace que otros expertos sean muy cautos a la hora de alabar su trabajo.

"Yo llevo varios años especializándome en estos rescates, tenemos un equipo muy completo y conozco lo que me puedo encontrar. Además, los agricultores y vecinos de la zona donde trabajo tienen mi contacto para llamarme y permitirme el paso... Obviamente, es de valorar lo que hacen estos chicos y cómo han puesto el foco en este problema, pero no todo es perfecto", comenta Juan Ballesteros, un agente forestal de Aragón. "Te mentiría si te digo que no nos hemos encontrado ya con unos cuantos chicos que intentan emular lo que ven en los vídeos y he visto mucha inconsciencia", añade.

El propio Fernández sabe que se mueven en una delgada línea. Sin ir más lejos, TikTok ya censura muchos de sus vídeos o pone mensajes para que nadie intente lo mismo en casa. "Mi intención a la hora de subir videos en las balsas es dar visibilidad a un problema del que nunca se habla en los medios. Sin embargo, también es un problema que la gente intente imitarme porque aunque parece ser una actividad sencilla y divertida, en realidad es muy peligrosa, no solo para las personas sino también para los animales. Especialmente si la persona no tiene experiencia en el manejo de fauna salvaje".

Sobre si ha tenido algún problema durante sus incursiones, quita hierro al asunto. "Entrar a las balsas no es legal, es por eso que siempre intento hablar con el dueño y pedirle permiso para entrar, otras veces la valla está rota o caída y se puede entrar sin problemas. La gente de campo suele ser muy amable y entiende rápidamente mis intenciones, por lo que no suelo tener problemas, otras veces ha habido malos entendidos y me he encontrado con policías. Sin embargo, nunca he tenido problemas, ya que mis intenciones son buenas".

Nadie sabe cuántos efectos trampa hay

Sus intenciones, asegura, pasan por denunciar una situación que se cobra miles de vidas de animales cada año, también de especies protegidas. Por todo el país hay cientos de agujeros, ya sean balsas, pozos o elementos similares, para acumular agua que luego pueda usarse en actividades como el regadío. El problema es que se crean sin una salida que permita que todo lo que caiga dentro pueda escapar. La mayoría de estos huecos están forrados de lona o cuentan con grandes paredes, lo que imposibilita la escapatoria. Por no hablar de que si están abandonados se vuelven aún más peligrosos.

A día de hoy no se sabe cuántos de estos puntos existen en España ni cuál es su situación. Empresas, como la murciana H2OLock, han desarrollado una especie de cierres para estas balsas y hablan de que hay unas 67.000 en toda España. Pero es un cálculo propio. Algunas regiones, como la Comunidad Valenciana, sí ponen números y obligan a sus ciudadanos a registrar estos elementos. A día de hoy hablan de unas 3.500 balsas de riego y además, gracias a los registros, llevan a cabo iniciativas para intentar que las más abandonadas se recuperen o se tapen, evitando problemas ambientales. Pero es un caso bastante singular.

Como comenta Ballesteros, apenas hay normativa al respecto y la mayoría de construcciones no cuentan con la atención suficiente. Sí, se exige que estén valladas y desde el caso de Julen y el intento de rescate del niño en un pozo de Málaga hubo un impulso para cerrar cualquier agujero susceptible de ser un peligro y que no esté en uso, pero, según el experto, las iniciativas caen saco roto. "Se hacen cosas, por ejemplo, las que están en uso suelen tener buenos vallados para evitar que la gente se cuele. Pero los animales pueden entrar igualmente o fuerzan las vallas hasta conseguirlo. Luego, tampoco se hace mucho seguimiento de las infraestructuras abandonadas", cuenta.

Una asociación ecologista llamada Stop Ahogamientos puso en marcha en 2021 una serie de acciones para llamar la atención del problema. Lanzó propuestas y exigió a las autoridades que actuarán ante la proliferación de estas muertes de animales que acuden a las charcas a intentar beber. Aunque de momento no parece que esté siendo muy efectivo.

Fernández, por su parte, espera que sus contenidos y los de sus compañeros llamen aún más la atención de las administraciones y actúen de una vez. Pese a que esto pueda acabar con los contenidos de su canal. "Soy una persona optimista y creo que este problema se solucionará. Podría mejorar mucho si se obligase a instalar sistemas de salida de fauna en todos estos espacios", cuenta.

Por ahora piensa seguir con sus acciones y mostrándolo al mundo, aunque a cambio tenga que estar pidiendo a sus seguidores que no hagan lo mismo. "Sin duda estos lugares son bastante peligrosos, aunque la gente no se da cuenta del riesgo debido a mi forma de hacer los videos. Todas las semanas recibo mensajes de seguidores que me comparten rescates que han hecho en balsas por su zona y yo siempre intento aconsejarles. Creo que los que nos dedicamos a esto deberíamos tener algún permiso que nos diferencie y nos permita hacer esta actividad tan necesaria con más facilidad".

Manuel Fernández tiene 21 años, es de Alicante y hace menos de un año dejó su trabajo. Ahora, se dedica a tiempo completo al que hasta hace nada era su hobby: las redes sociales. Pero su perfil no es el de un influencer clásico, no sube recetas, ni promociona marcas de ropa, sino que se mete en balsas de riego en medio del campo. Entra en estos agujeros en busca de animales atrapados, los graba, los recoge y los saca del pozo vestido con un gorro de paja y una mochila donde guarda los seres vivos que no se mete en los bolsillos o bajo la camiseta.

Frank Cuesta
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