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¿Estamos a las puertas de la tercera ola o no hemos salido de la primera?
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"UN ÚNICO INCENDIO QUE BUSCA MADERA"

¿Estamos a las puertas de la tercera ola o no hemos salido de la primera?

En EEUU o Hong Kong ya se habla abiertamente de tercera ola, pero los epidemiólogos cada vez muestran más reservas de que podamos seguir usando esta terminología

Foto: Hong Kong, la semana pasada. (EFE)
Hong Kong, la semana pasada. (EFE)
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El respiro que el coronavirus ha dado en algunas comunidades de España durante las últimas semanas puede hacer pensar que hemos conseguido estabilizarnos en una segunda onda. Fernando Simón reconocía este mismo jueves que tal vez nos encontremos "en la fase de estabilización previa a un posible descenso". Que depende, eso sí, de la diferente evolución en cada comunidad autónoma y en los países de nuestro entorno. Más que ola, un remolino.

Como no ganamos para sustos, nos asomamos a esa caída en la montaña rusa del covid cuando ya escuchamos hablar en otros países de una hipotética tercera ola. Un término que ya se utiliza de forma habitual en Hong Kong o EEUU, donde los contagios en estados como Colorado han comenzado a aumentar por tercera vez tras una tregua en agosto. En lo que no se ponen de acuerdo los epidemiólogos es en si se trata de una excepción o de un aviso de lo que está a punto de ocurrir.

"No hay evidencia de que vaya a haber un descenso en casos, una tregua, sino que va a seguir ardiendo, buscando madera humana"

En España también se maneja el concepto 'tercera ola' cada vez con mayor frecuencia. Jesús Vázquez, director de Procesos Integrados de la Consejería de Sanidad de la CAM, dató en enero la fecha para una hipotética tercera ola. La directora de Salud Pública balear, Maria Antònia Font, aseguraba que "hemos doblado la segunda ola, ahora está bajando y probablemente haya una tercera, veremos cuándo". Rafael Bengoa, exconsejero vasco de Sanidad, afirmaba que habrá sin duda una tercera ola antes de la vacuna.

Quizá estemos dando por hecho con demasiada facilidad que hemos surfeado una ola detrás de otra; olvidando que, como cada vez recuerdan más expertos, es más razonable pensar que nos encontramos en una única ola de una enfermedad que no se parece en nada a lo que hemos visto. No es una cama elástica en la que tocamos fondo antes de lanzarnos hacia arriba de nuevo, como nos llevó a pensar el primer pico, sino un único incendio forestal, como recordó el epidemiólogo Michael Osterholm a principios de verano.

"No hay evidencia de que vaya a haber un descenso en casos, una tregua, sino que va a seguir ardiendo, buscando madera humana", explicaba tras corregir sus previsiones de una segunda ola. Las variaciones en las gráficas que vemos no son producto directo de un comportamiento estacional del virus, sino de las medidas de mitigación como el confinamiento domiciliario que provocan de manera "artificial" bajadas importantes en el número de contagios.

¿Un debate epidemiológico o político?

Como explica a El Confidencial Sergi Trias-Llimós, demógrafo del Centro de Estudios Demográficos y autor de una investigación sobre el aumento de la mortalidad en Madrid debido al covid, "no soy partidario de encasillar el tema en olas, ya que a menudo se utiliza de forma partidista. Por ejemplo, se nos hablaba de una potencial segunda ola en otoño cuando estábamos en mínimos. Pero muy pocos usaron esta terminología, ya que se ha hablado durante muchas semanas de 'riesgo', cuando los números que teníamos eran ya muy altos. Es un debate cualitativo y de terminología, conviene mirar a los datos y a las formas de mejorarlos".

"En el hospital hemos seguido viendo casos incluso en el verano, no se puede hablar de ola si el virus no desaparece"

De lo que cabe poca duda es que el concepto ola (sea la segunda, tercera o la cuarta) es contundente, y como tal, sirve de arma arrojadiza ante un horizonte turbulento a corto plazo. Quizá por eso el epidemiólogo Anthony Fauci, que coordina la respuesta de EEUU frente al covid, también descartaba la utilización del término: "En lugar de hablar de 'segunda ola', ¿por qué no nos preguntamos si estamos preparados para el otoño y el invierno?", se preguntaba a finales de septiembre.

Fauci se sumaba así a la opinión de que, en realidad, seguimos en una primera ola de larga duración, como también aseguraba Walter Ricciardi, consejero del ministerio de Salud de Italia y miembro del consejo de la OMS, cuando recordó hace apenas una semana que la subida de casos en su país "sigue siendo la primera ola; decimos que es la segunda porque corresponde a una nueva estación, pero es la misma". Nada de segundas o terceras olas: es una única con pequeños incrementos.

Nadie lo sabe mejor que los profesionales que están al pie del cañón y que, como José Luis Alfonso Sánchez, Jefe del Servicio de Medicina Preventiva del Hospital General Universitario de Valencia, han seguido viendo casos "incluso en verano, cuando no había ya ola epidemiológica". "No se puede hablar de una ola si el virus no ha desaparecido", explica el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia a El Confidencial. "Es un virus respiratorio y como tal, aumenta en invierno, pero no se ha ido en verano".

Como cualquier metáfora del lenguaje, las olas no son más que una forma de entendernos. Joan Caylà, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología y que fuera jefe del servicio de Epidemiología de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, explica que "no hay duda de que estamos en una segunda ola, más alta que la primera por las pruebas PCR que se hacen a asintomáticos". "Lo previsible es que esto tendrá un pico al que no hemos llegado, bajará, llegaremos a una zona valle en uno, dos o tres meses, y luego habrá una tercera y una cuarta ola".

"Habrá una tercera y una cuarta ola, pero cada vez tendrá un impacto menor, porque habrá más gente inmunizada y aparecerán mejores tratamientos"

Para el epidemiólogo especializado en enfermedades infecciosas, "lo que pasará es que cada ola tendrá un impacto cada vez menor, porque cada vez habrá más gente inmunizada y porque aparecerán mejores tratamientos y tal vez una vacuna eficaz". De hecho, el comportamiento de las terceras olas en EEUU o Hong Kong corresponden con repuntes en curvas ya altas que no suceden a valles, lo que no encaja con lo que conocemos comúnmente como ola.

La gripe española nos engaña

Si estamos tan enamorados de la utilización del término "ola", quizá se deba a que estamos comprendiendo la idiosincrasia de la pandemia de covid a partir de la única comparación posible, la gripe española de 1918. "Nunca en los últimos 100 años hemos visto una pandemia comparable, solo se puede comparar a esa", recuerda Caylà. Y, precisamente, la gripe española presentó un comportamiento en tres curvas muy diferenciadas en la que la segunda fue más letal que la primera.

placeholder Fuente: 'La pandemia de gripe española vista desde el siglo XXI', de Raúl Ortiz de Lejarazu.
Fuente: 'La pandemia de gripe española vista desde el siglo XXI', de Raúl Ortiz de Lejarazu.

En concreto, y como recordó el propio Fauci, la primera ola de la primavera de 1918 desapareció casi por completo para el verano, antes de un gran crecimiento en el otoño que tampoco parece estar replicándose. La "explosión" de casos provocó que la segunda ola fuese aún más devastadora que la primera; y que la tercera, ya en 1919, fuese mayor que la primera pero mucho menos impactante que la segunda. No ha ocurrido lo mismo con el coronavirus, como explica Alfonso: "No ha pasado como con la gripe, que llega el verano y desaparece, se marcha al hemisferio sur. Este no, se ha mantenido en el norte, con tasas más bajas y una transmisión menor, pero no se ha ido".

La gran pregunta que plantea la evolución por ondas es la estacionalidad del coronavirus, es decir, la variación periódica predecible a lo largo de un año. Pero por ahora las distintas olas no coinciden con las estaciones, sino que, como recuerdan los expertos, corresponden al impacto de las medidas de prevención respiratorias y el resultado de la acción de grupo: "El virus seguirá hasta que no se le ponga un remedio definitivo y, visto lo visto este año, lo veremos en invierno y en el próximo verano", explica Alfonso.

"La gripe española se acabó en poco más de dos años, pero a costa de una inmunidad general para la que murieron 50 millones de personas"

El médico ha visto con sus propios ojos en el hospital valenciano la evolución de la pandemia a lo largo de los meses, que hace pensar en una cierta estacionalidad, siempre dentro de que se trata de "una epidemia continua". "En verano la tasa de reproducción básica, la R0, ha bajado a 1 o 1 y un poco, pero la capacidad en invierno está subiendo a su valor normal, que es de 2,5", añade. "La capacidad de contagio puede ser mayor, pero hemos seguido teniendo tasas de positivos medidos por PCR en todos los meses, incluidos julio y agosto".

La epidemia bajó en mayo y junio, "sobre todo por medidas de contención y aislamiento", se mantuvo en niveles bajos y ahora sube cada vez más. Con una buena noticia, eso sí: "La tasa de letalidad antes era un poco mayor, los que trabajamos en los hospitales estamos viendo que empieza a asemejarse bastante a la de la gripe".

placeholder Evolución del sarampión. (Fuente: Plan Nacional de eliminación del sarampión y la rubeola)
Evolución del sarampión. (Fuente: Plan Nacional de eliminación del sarampión y la rubeola)

Como recuerda Caylà, el coronavirus "cursa en forma pandémica", y en caso de conseguir una vacuna terminaría ocurriendo tal vez como con el sarampión, donde en España apenas hay casos desde hace 40 años y los pocos que hay, son importados, lo que da lugar a gráficos con un único brote puntual, como ocurrió en Sevilla en 2011. Frente a ello, se encuentran enfermedades endémicas que vuelven cada año, como la tuberculosis, u otras como el sida, que mantienen ondas estables, pero eso sí, de larga influencia: se calcula que alrededor de 32,7 millones de personas (entre 24,8 y 42,2) han fallecido a causa del VIH.

¿Cuánto falta, siguiendo la lógica de la gripe española? "Se acabó pronto, en poco más de dos años, pero cuidado, se logró a costa de una inmunidad general para la que murieron 50 millones de personas, algo que no es admisible hoy en día". El futuro será el que cada cual decida según sus preferencias conceptuales: o una sucesión inacabable de olas, con los subidones y bajones de relajación y terror que conllevan, o surfear una única y alta ola hasta llegar a una lejana orilla.

El respiro que el coronavirus ha dado en algunas comunidades de España durante las últimas semanas puede hacer pensar que hemos conseguido estabilizarnos en una segunda onda. Fernando Simón reconocía este mismo jueves que tal vez nos encontremos "en la fase de estabilización previa a un posible descenso". Que depende, eso sí, de la diferente evolución en cada comunidad autónoma y en los países de nuestro entorno. Más que ola, un remolino.

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