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Las amistades rotas por el covid: "He dejado de hablar a una amiga por ser negacionista"
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"No, no tengo que respetar esa opinión"

Las amistades rotas por el covid: "He dejado de hablar a una amiga por ser negacionista"

El coronavirus está rompiendo relaciones, pero no solo por la distancia: hablamos con gente que ha finalizado amistades por ello y analizamos si tiene sentido discutir con negacionistas

Foto: Foto: Pixabay.
Foto: Pixabay.

Finales de octubre. En un grupo de WhatsApp de amigas, Sandra comparte un vídeo en el que se niega la existencia del covid-19. Quien lo niega es José Antonio Campoy, un tipo que también niega la existencia del sida, dice que la quimioterapia no sirve para nada, asegura haber estado con extraterrestres... Campoy, además, se autodefine como un censurado ante la opinión pública. Tan censurado que aparece en cientos de vídeos de YouTube, miles de publicaciones en internet y factura 475.000 euros anuales con su revista Discovery DSalud, en la que da rienda suelta a sus teorías.

Pero volvamos a lo importante. Cuando Sandra manda el vídeo de Campoy negando la existencia del covid, Laura, una de sus amigas, le responde y se produce el siguiente intercambio (resumido):

–Laura. Sandra, te aprecio mucho, pero eso que compartes es una gilipollez. Si crees que el virus no existe, díselo a mi hermano, que está todos los días en la UCI atendiendo a la gente. Ese tío solo dice estupideces, ningún científico duda de la existencia del virus ni de ninguna otra cosa que ese tío dice que no existen.
–Sandra. ¿Qué pasa, Laura, que si no pienso lo mismo que tú me vas a dejar de apreciar? Solo digo que yo también tengo dudas, y que no deberías creerte el 'discurso oficial' ni todo lo que dicen los científicos y los medios, que están comprados.
–Laura. Sí, te voy a dejar de apreciar. No es una cuestión de que opines como yo, no es algo opinable, el virus existe. Punto. Los que decís esas gilipolleces sois un peligro y espero que no te pase nada a ti ni a tu familia, porque entonces verás las chorradas que estás diciendo. Vete a un hospital y dile a la gente de las UCIs y a los enfermos que el coronavirus no existe, a ver qué te dicen. La próxima vez comparte estudios científicos, no vídeos de Youtube.

Tras esta conversación, Sandra salió del grupo de WhatsApp, en el que casi nadie ha vuelto a decir prácticamente nada. Ahora las dos amigas no se dirigen la palabra.

"No, no tengo que respetar su opinión"

Tras la primera respuesta de Sandra ("¿Qué pasa, que si no pienso lo mismo que tú me vas a dejar de apreciar?") podríamos pensar que Laura habría matizado su posición para mantener el vínculo personal, pero su respuesta ("Sí, te voy a dejar de apreciar") puede resultar llamativa. Ella no se arrepiente ni un ápice de lo dicho: "Hay más de un millón de personas muertas, muchas más enfermas, los hospitales desbordados, la gente sin salir a la calle, las empresas cerrando, la gente quedándose sin trabajo... ¿y me va a venir ahora alguien con el cuento de que el virus no existe? Si tengo alguien así en mi vida, prefiero que salga", nos cuenta en conversación telefónica.

"No hablamos de si el negro combina con el azul o si la tortilla es con cebolla o sin cebolla, sino de un virus que mata a gente. No es algo opinable"

Tampoco compra el argumento de 'respetar la opinión' de alguien que 'no piensa como ella': "Es que esto no es opinable. Es que no estamos hablando de si el negro combina con el azul o de si la tortilla es con cebolla o sin cebolla. Estamos en una pandemia mundial con millones de muertos y el virus existe. Decir que el virus no existe no es 'tener otra opinión', es directamente mentir. Y si encima te dedicas a difundir chorradas, eres un peligro público: para la salud y para toda la sociedad".

Con los negacionistas del virus, nos cuenta Laura, no cabe debate ni empatía posible: "No debato con alguien que dice que el covid no existe, igual que no debato con alguien que me dice que la gravedad no existe y que él puede echarse a volar. Por muy amiga mía que sea, si una persona niega una realidad que está matando a la gente y arruinando a muchos países, no tengo nada que hablar con ella. No pienso discutir, empatizar ni acercar posturas con alguien que niega una evidencia científica y que encima nos trata a los demás como si fuéramos imbéciles alienados por el 'discurso oficial'".

España, cuarto país en conspiranoicos

En este artículo no vamos a cuestionar la existencia del covid del mismo modo que no cuestionaríamos la existencia del sol, pero sí resulta interesante que nos adentremos en los argumentos y las formas de actuar de los negacionistas o de los que, como poco, cuestionan el origen o las motivaciones que han propagado esta pandemia. Especialmente porque en España hay una alta proporción de conspiranoicos en general o negacionistas en particular.

Hace poco, The American Society of Tropical Medicine and Hygiene publicó un estudio en el que varios investigadores habían estado analizando los rumores, bulos, estigmas y conspiraciones sobre el covid que corrieron por las redes sociales entre enero y abril de este año. Dicho estudio sitúa a España como el cuarto país del mundo en propagación de teorías conspirativas, solo por detrás de India, Estados Unidos y China.

placeholder Fuente: Covid-19–Related Infodemic and Its Impact on Public Health: A Global Social Media Analysis.
Fuente: Covid-19–Related Infodemic and Its Impact on Public Health: A Global Social Media Analysis.

¿Y cuáles son las teorías de estos reaccionarios? Según el informe, una inmensa mayoría de ellos se cuestionan la mortalidad del virus, pero también su origen o incluso su propia existencia.

placeholder Fuente: Covid-19–Related Infodemic and Its Impact on Public Health: A Global Social Media Analysis.
Fuente: Covid-19–Related Infodemic and Its Impact on Public Health: A Global Social Media Analysis.

La Universidad de Cornell, en Estados Unidos, hizo una investigación similar: monitorizó todas las teorías de la conspiración que circulan por todo tipo de blogs, foros y otras webs de habla inglesa. Los bulos más comunes no son negacionistas del virus, pero quizá sean incluso peores, ya que apuntan a terapias 'milagrosas' para curarlo. Tras este bulo se sitúan los que achacan el origen del virus al llamado Nuevo Orden Mundial o al Partido Demócrata de Estados Unidos, seguido del que asegura que el covid-19 fue creado en un laboratorio de Wuhan.

¿Es inútil debatir con negacionistas?

Al hablar de este tipo de cosas siempre surge la misma pregunta: ¿tiene sentido debatir con un negacionista? O si ampliamos el espectro, ¿tiene sentido debatir con alguien que sabes que no piensa cambiar de opinión? Si discutes con esa persona, ¿no correrás el riesgo de que se reafirme aún más en su postura, por muy errada que sea?

En líneas generales, la ciencia lo tiene medianamente claro: debatir sobre cualquier asunto con alguien polarizado no sirve de (casi) nada. Un estudio de Pew Research reveló en 2018 que solo un 14% de los estadounidenses cambiaba de opinión tras discutir de política en redes sociales. En realidad estos resultados son lógicos o, al menos, esperables: en los 90 la psicóloga Ziva Kunda ya enunció su teoría del razonamiento motivado, que establece que, al abordar un tema, partimos de una premisa (verdadera o no) y buscamos los argumentos que la justifiquen.

Hablar con un conspiranoico para hacerle entrar en razón incluso puede tener el efecto contrario

De hecho, hablar con un conspiranoico e intentar hacerle entrar en razón incluso puede tener el efecto contrario: en su estudio When Corrections Fail: The Persistence of Political Misperceptions, el investigador Brendan Nyhan habla del 'backfire effect', es decir, de que presentar argumentación verdadera a una persona que está equivocada y altamente polarizada será contraproducente, ya que esa confrontación le hará aferrarse aún más a su postura preliminar, aunque sea claramente errónea.

¿Hay un hueco de esperanza? Parece que sí. Entre noviembre de 2014 y abril de 2016, el doctor Roi Piñeiro, del Hospital General de Villalba, inauguró su Consulta de Asesoramiento en Vacunas, en la que recibió a 20 familias. Al comienzo de las sesiones había un problema: el 45% de dichas familias rechazaba frontalmente la vacunación de sus hijos.

Los motivos de dicho rechazo eran de lo más variopintos: desde la posible presencia de mercurio y sus consecuencias negativas hasta el desarrollo de autismo, todos ellos sin base científica, pero que hacían que los padres no quisieran vacunar a sus hijos.

El doctor Piñeiro se propuso darle un vuelco a esta situación. ¿Cómo? "La primera regla de la empatía es el respeto. Si la respuesta del pediatra ante una familia 'antivacunas' es el enfado, los padres seguirán sin vacunar a sus hijos", asegura en su estudio. "No se trata de convencer ni discutir, se trata de vacunar, y es la salud del niño la que debe ser protegida. En 5-10 minutos no van a cambiar de opinión (...), hay que informar sin castigar". Tras estos encuentros, el 90% de familias decidió vacunar a sus hijos. El doctor Piñeiro había ganado.

Y de eso, básicamente, van todos estos debates. Un negacionista del covid puede ser un insensato, un reaccionario o directamente un agitador peligroso, y nadie tiene por qué verse obligado a convencerlo de que está equivocado, ya que discutir con él no le hará cambiar de opinión, sino todo lo contrario. Hay dos opciones: o se le intenta convencer con pausa y empatía o se le da por imposible y se decide no gastar energías con él. Pero la irracionalidad respecto a covid no se va a ir de la noche a la mañana. Y, mientras tanto, Sandra y Laura seguirán sin hablarse.

Finales de octubre. En un grupo de WhatsApp de amigas, Sandra comparte un vídeo en el que se niega la existencia del covid-19. Quien lo niega es José Antonio Campoy, un tipo que también niega la existencia del sida, dice que la quimioterapia no sirve para nada, asegura haber estado con extraterrestres... Campoy, además, se autodefine como un censurado ante la opinión pública. Tan censurado que aparece en cientos de vídeos de YouTube, miles de publicaciones en internet y factura 475.000 euros anuales con su revista Discovery DSalud, en la que da rienda suelta a sus teorías.

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