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El colapso del rastreo de contactos mete presión a las CCAA: "Se necesita otra estrategia"
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"Quedan muy pocos rastreadores"

El colapso del rastreo de contactos mete presión a las CCAA: "Se necesita otra estrategia"

Nueva ola, nuevo colapso del rastreo de contactos. Los especialistas sanitarios y epidemiológicos piden un cambio urgente en la estrategia de rastreo para que sea efectiva

Foto: Efectivos militares de la Base El Empecinado de Valladolid realizando labores de rastreo en noviembre. (EFE/Nacho Gallego)
Efectivos militares de la Base El Empecinado de Valladolid realizando labores de rastreo en noviembre. (EFE/Nacho Gallego)

Una de las primeras lecciones de la pandemia fue la importancia de rastrear los contactos de los positivos. Realizar un seguimiento y aislar los casos, confirmados o sospechosos, ha sido una de las tareas clave en todas las olas, aunque siempre parecía insuficiente. Ahora vuelve a pasar pero de una forma aún más dramática: la incidencia está disparada y los equipos de rastreadores, bajo mínimos. Además, esta nueva fase, con la población ampliamente vacunada y muchos casos leves, complica la detección. El resultado es un sistema colapsado que apenas está funcionando. Sanitarios y expertos en vigilancia epidemiológica urgen a modificar la estrategia de rastreo lo antes posible y todos miran a un punto en espera de cambios: la Conferencia de Presidentes de CCAA de este miércoles.

El rastreo sigue siendo una herramienta “muy útil”, pero en la situación actual y con los medios disponibles “llega un momento en el que no es viable”, reconoce el epidemiólogo Ignacio Rosell, miembro del Comité de Expertos de Junta de Castilla y León. Con respecto a las olas anteriores el porcentaje de casos que derivan en enfermedad grave es muy reducido. Las vacunas están haciendo su trabajo, evitar casos graves, y existen indicios de que ómicron podría ser más leve, en particular un estudio de la Universidad de Hong Kong que explica cómo la nueva variante se replica mejor en las vías respiratorias altas, pero peor en los pulmones. Sin embargo, el volumen de casos es tan elevado que las hospitalizaciones y los ingresos en UCI están subiendo.

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Este experto pone un ejemplo de su comunidad: “El año pasado la incidencia semanal en Castilla y León era de 64 justo antes de Navidad y dos semanas después pasamos a 760. Este año partimos de 600 en estos días previos, así que ya tenemos diez veces más. Pensando solo en los hospitales y si fuera otro momento, quizá podríamos estar más expectantes, pero a la vista de la interacción social de estas fechas, es muy preocupante”. Las cifras evidencian no solo que la situación en enero puede ser muy complicada y es necesario actuar, sino que el rastreo es una labor inabarcable en comparación con otros momentos de la pandemia y que se puede complicar aún más.

Por si fuera poco, el perfil de los nuevos casos, casi siempre leves, hace todavía más difícil detectarlos. “Ahora mismo el rastreo es muy difícil por una cuestión básica: hay muchos asintomáticos y eso significa que, si ahora doy positivo, resulta casi imposible saber quién tenía covid entre las personas con las que he estado en los días anteriores”, explica Joan Carles March, epidemiólogo de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Sin embargo, “pensar que no se puede hacer nada, como dicen algunos, parte de una premisa falsa, porque tiraron la toalla antes de empezar”. Además, las consecuencias de la inacción serían aún peores: por ejemplo, “el número de casos es mucho mayor de lo que se está contabilizando”, afirma.

placeholder El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. (EFE)
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. (EFE)

No obstante, el gran problema es que en la mayor parte de las comunidades “quedan muy pocos rastreadores”, advierte este experto. Hace poco, los rastreadores de Cantabria denunciaban que se había despedido al 50% de la plantilla por razones presupuestarias “cuando se está invirtiendo en otros aspectos que no son prioritarios”, afirmaban en una petición de Change.org para que la Consejería de Sanidad cambiara de postura. Conscientes del error, algunas comunidades están solicitando volver a contar con el apoyo de rastreadores militares.

Paloma Navas, que fue directora general de Salud Pública de Cantabria en 2020, lamenta que se hayan desmantelado las estructuras de rastreo hace apenas algunas semanas. “Todavía no entendemos que esto viene por olas, así que habrá fases en las que los rastreadores tendrán poco trabajo y otras en las que no den abasto, como ahora”, comenta.

¿Cuesta mucho volver a poner en marcha esta maquinaria? “Hay cosas que tenemos a nuestro favor, como una gran bolsa de rastreadores militares bien formados y preparados para entrar en acción. Hicieron un trabajo excepcional y eso hay que aprovecharlo”, afirma. Sin embargo, hay otros aspectos en contra. Por ejemplo, que ahora no se podrá contar con otras muchas personas con experiencia que fueron contratadas anteriormente por los servicios de salud de las distintas comunidades autónomas: “Ahí tenemos un problema, porque esos contratos han finalizado y no hay una bolsa de empleo específica de rastreadores, así que el orden de llamada depende de otros factores, puede haber gente con más puntos a la que llamen antes aunque no tenga formación”. En definitiva, la estructura de contratación de los servicios públicos tiene ciertos problemas para poder reaccionar ante situaciones de alerta.

placeholder Rastreadores covid. (Ministerio de Defensa)
Rastreadores covid. (Ministerio de Defensa)

Dado lo complicado que es montar estas estructuras de rastreo, los responsables de vigilancia epidemiológica aseguran que sería un error incluso pausar ahora este trabajo hasta la caída del número de contagios. "El rastreo sigue teniendo sentido, no se debe detener, pero se debe reorientar, se necesita otra estrategia y, sobre todo, unirlo a medidas que ayuden a bajar la transmisión masiva, como control de aforos y reuniones, restricciones de horarios etc.", explica Pere Godoy, responsable del servicio de vigilancia epidemiológica de Salud Pública en Lleida y presidente de la Sociedad Española de Epidemiología.

Ser selectivos

En la segunda ola, comunidades como Cantabria consiguieron detectar el 95% de los casos. De esa experiencia aún se pueden extraer lecciones útiles ahora: “Rastreábamos muy rápido y de forma selectiva”, destaca Navas. Una estrategia que ya utilizó esta comunidad en los momentos más delicados fue separar eventos de alto y de bajo riesgo. El rastreo, inspirado en los países del Sudeste asiático, iban hasta siete días para atrás. “Buscábamos eventos en los que podía haberse contagiado mucha gente, pero gente que se conocía entre sí. Rastrear eventos multitudinarios no funcionaba”, comenta.

Un ejemplo es el del contagio entre sanitarios que tuvo lugar en una comida celebrada a principios de este mes en Málaga, según March. Cuando sea posible, “hay que centrarse en los brotes masivos, esa es la clave para intentar controlar un poco la situación”. No obstante, en la mayoría de los casos va a ser casi imposible ir hacia atrás “para encontrar el caso por el cual tú te infectaste”. Sin embargo, en su opinión, sí es factible y útil intentar ir hacia delante y localizar a los contactos de un positivo para que se hagan un test.

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Foto: EFE.

Todos los expertos coinciden en esa necesidad de focalizar los esfuerzos. “A la hora de completar datos relevantes, creo que nos vamos a centrar ya en personas con enfermedad grave y en brotes muy característicos. Es más importante conocer factores de riesgo y llegar a casos más complicados que no al conjunto de la población con síntomas leves”, comenta Rosell. Ante esa incapacidad para abarcar todo, “parece lógico priorizar por la potencial gravedad, por ejemplo, en brotes en residencias”, añade. Otro de los factores puede ser el tiempo transcurrido, porque, dada la sobrecarga, “¿es útil preguntarle por sus contactos a un señor nueve días después de dar positivo?”, se pregunta el asesor de Castilla y León.

Navas considera que también hay que estar especialmente atentos a las “bolsas de personas no vacunadas”, ya que no se reparten de manera uniforme entre la población, sino que se sabe que son más frecuentes en determinados colectivos. Detectar un caso en esos entornos puede servir de alerta para rastrear a familiares y amigos que por motivos religiosos, de procedencia o de acceso a los recursos no hayan accedido a la vacunación.

Además, en estas circunstancias, no queda más remedio que apelar a la responsabilidad individual, implicando a la población para que tomen medidas. “Si usted se hace un autotest de antígenos y sale positivo, debe considerar que lo es, asumirlo y actuar como tal. Si después se le puede hacer una prueba para confirmarlo, fenomenal, pero avise ya a las personas con las que ha estado”, recomienda Rosell. “Aunque no nos cojan le cogen el teléfono, todo el mundo deberíamos saber lo que tenemos que hacer”, añade.

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Foto: EFE.

En definitiva, toca cambiar de estrategia para el rastreo y toca hacerlo ya, sin esperar a una situación aún más compleja en enero. Y el momento que los epidemiólogos y sanitarios están esperando para este giro es la Conferencia de Presidentes de CCAA. "Para el rastreo es clave la coordinación entre comunidades y es algo que estarán estudiando. Si ya no podemos parar la transmisión con ómicron, ¿qué nuevos objetivos nos tenemos que plantear? ¿Vamos a rastrear vulnerables? ¿Cómo? Son las cosas que hay que acordar ahora", señala Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública en la Universidad Miguel Hernández.

Especialistas como Paloma Navas miran incluso más allá, a ese punto en el que comiencen a bajar los contagios, ese punto en el que precisamente el rastreo de contactos es más importante que nunca y no se puede bajar la inversión. "Es increíble que la salud pública en España siga en esta situación después de esta pandemia. La mejor inversión es un rastreador cruzado de brazos. Si no previenes, el coste humano y económico, al final, es mucho más alto”, añade. “No podemos invertir en el tejado de la casa y descuidar los cimientos, porque viene un movimiento y nos colapsa”, reflexiona.

Una de las primeras lecciones de la pandemia fue la importancia de rastrear los contactos de los positivos. Realizar un seguimiento y aislar los casos, confirmados o sospechosos, ha sido una de las tareas clave en todas las olas, aunque siempre parecía insuficiente. Ahora vuelve a pasar pero de una forma aún más dramática: la incidencia está disparada y los equipos de rastreadores, bajo mínimos. Además, esta nueva fase, con la población ampliamente vacunada y muchos casos leves, complica la detección. El resultado es un sistema colapsado que apenas está funcionando. Sanitarios y expertos en vigilancia epidemiológica urgen a modificar la estrategia de rastreo lo antes posible y todos miran a un punto en espera de cambios: la Conferencia de Presidentes de CCAA de este miércoles.

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