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Una nueva técnica para detectar la grasa va a cambiar la lucha contra la obesidad
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UN BIOMARCADOR INÉDITO

Una nueva técnica para detectar la grasa va a cambiar la lucha contra la obesidad

Descubren que una proteína que se puede medir en la sangre revela el tipo de grasa de una persona obesa, un dato que determina si va a sufrir enfermedades a corto plazo

Foto: Grupo Adipofat, del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud. (Cedida)
Grupo Adipofat, del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud. (Cedida)

Tener kilos de más es sinónimo de problemas de salud. El sobrepeso y la obesidad aumentan nuestras posibilidades de sufrir diabetes y enfermedades cardiovasculares, entre otras patologías, pero esa relación es más compleja de lo que se pensaba. Los viejos métodos para estimar el riesgo ya no sirven. Por el contrario, la investigación científica está cada día más cerca de ofrecer diagnósticos personalizados sobre el verdadero significado del exceso de grasa en cada individuo.

Una de las claves más importantes es poder distinguir qué tipo de grasa tiene cada paciente. La grasa subcutánea (la que se acumula bajo la piel, como los típicos michelines) es un almacén de energía que no preocupa en exceso a los endocrinos. En cambio, la grasa visceral rodea los órganos y es un peligro. Saber con precisión cuál de las dos predomina en una persona obesa requiere pruebas complejas, pero una investigación del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS) publicada en la revista Cardiovascular Diabetology podría hacer que pronto tengamos esa información con un simple análisis de sangre.

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Los científicos del grupo Adipofat han hallado una proteína denominada ISM1 que es un auténtico chivato. Si los niveles en sangre de este biomarcador son elevados, hay buenas noticias: significa que la grasa subcutánea es la predominante y que el riesgo para el paciente obeso es escaso. En cambio, cuando los niveles son bajos, la persona está mucho más cerca de tener complicaciones, aunque aparentemente no le sobre mucho peso. Los expertos creen que esta información puede ser determinante para los médicos decidan o no algún tipo de intervención.

"Hay personas que sufren bastante obesidad, pero que metabólicamente están sanas, y no tienen diabetes ni enfermedad cardiovascular", afirma José Miguel Arbonés, líder del grupo de investigación, en declaraciones a El Confidencial. Otras, por el contrario, "en cuanto tienen algún kilo de más, corren más riesgo de sufrir algún trastorno". Por eso, este grupo de IACS trabaja desde hace tiempo con una cohorte de unos 500 pacientes que sufren sobrepeso, tratando de averiguar quiénes son más propensos a enfermar y por qué, para saber cómo manejar su situación.

placeholder José Miguel Arbonés. (Cedida)
José Miguel Arbonés. (Cedida)

Del TAC al nuevo biomarcador

Hace mucho que los expertos manejan la distinción entre grasa subcutánea y grasa visceral, pero este grupo de investigadores aragoneses considera que lo importante es definir una ratio entre las dos. Su fórmula "clava perfectamente las complicaciones metabólicas que va a tener una persona, con este dato puedes predecir casi con toda seguridad si a corto plazo va a padecer diabetes, enfermedad cardiovascular, hígado graso u otras complicaciones que se asocian a obesidad", explica el científico.

En un estudio realizado en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza, incluyeron 125 de los pacientes de la cohorte para analizar, precisamente, su distribución de grasa corporal. Para averiguarla, les realizaban un TAC. "Es una técnica muy exacta, pero es inviable llevarla a la práctica clínica, porque no puedes someter a todo el mundo a esta prueba", señala Arbonés. Una de las razones es que este escáner implica que el paciente es sometido a algo de radiación, pero el principal motivo para descartarlo es que se trata de un servicio muy demandado en los centros hospitalarios, que se reserva para diagnosticar otras enfermedades.

Foto: El IMC, entre otras cosas, ha confundido al público al respecto de qué es la obesidad (Pexels).

Por eso, el reto era encontrar un biomarcador mucho más sencillo y menos invasivo, así que los participantes no solo se sometieron al TAC, sino que donaron una muestra de su grasa subcutánea a través de una biopsia. "Gracias a técnicas de secuenciación masiva, realizamos un barrido de todos los genes y nos encontramos con una sobreexpresión de ISM1", comenta el autor del trabajo. Hasta ese momento, la bibliografía sobre esta proteína era muy escasa, pero ahora esta investigación muestra claramente que se produce en el tejido adiposo subcutáneo y que una presencia elevada en sangre significa que el paciente tiene mucha grasa procedente de esa zona y poca grasa visceral, lo que implica menos complicaciones metabólicas, una "gran novedad" científica que puede cambiar el abordaje de la obesidad.

La necesidad de precisar la composición corporal

Este hallazgo, además de ser muy interesante, va en la línea de las nuevas investigaciones sobre obesidad, asegura Cristóbal Morales, endocrino del Hospital Virgen de la Macarena y del Hospital Vithas de Sevilla y miembro de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo), que no ha participado en esta investigación. "Lo importante es analizar la composición corporal, es decir, no el peso total de un paciente, sino diferenciar la cantidad de grasa y de músculo", explica.

placeholder Medir el perímetro de la cintura, en desuso. (iStock)
Medir el perímetro de la cintura, en desuso. (iStock)

Por eso, a la hora de realizar un diagnóstico de la obesidad, "ya no nos vale el índice de masa corporal", destaca. Esta fórmula matemática (se calcula dividiendo los kilogramos de peso entre el cuadrado de la estatura en metros), conocida por sus siglas, IMC, se ha empleado durante 150 años, pero ya está en desuso entre los expertos, porque no permite distinguir la grasa del músculo ni si la grasa es subcutánea o visceral. Con la medición del perímetro de la cintura ocurre algo muy similar: ofrece muy poca información.

"En la consulta, tenemos que hacer un diagnóstico más preciso", destaca Morales. Para conseguirlo, hay técnicas como la impedancia bioeléctrica, que determina la cantidad de grasa eléctricamente por medio de electrodos. Las técnicas de imagen, como el TAC, solo se emplean en investigación, como se ha hecho en Zaragoza. Por eso, este experto valora positivamente la aportación de esta investigación española. Contar con un biomarcador sencillo de obtener para deducir información compleja es todo un logro.

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La relación entre peso y salud es más compleja de lo que se pensaba. (EFE)

Nuevos enfoques sobre la grasa

"Antes se pensaba que toda la grasa era mala, que cuanto menos hubiera, mejor", recuerda Arbonés. Sin embargo, los estudios más recientes apuntan a que la subcutánea puede tener incluso una función protectora: cuando se expande, puede ayudar a reducir la acumulación de grasa en el hígado, lo cual tiene peores consecuencias. Es decir, que las "reservas de grasa" serían buenas para no desarrollar la patología conocida como hígado graso no alcohólico, una causa de trasplantes de hígado en España.

El problema de la grasa subcutánea aparece "cuando ya no es suficiente para almacenar todo ese exceso de energía que acumulamos por nuestro estilo de vida o por componentes genéticos". Es entonces cuando "comienza a irse" a otros lugares del cuerpo, no solo al hígado y alrededor de otros órganos internos, sino también en el músculo, lugares "que no están preparados para ese almacenamiento". La grasa visceral desencadena "procesos bioquímicos y fisiológicos tóxicos", asegura.

Foto: Una persona utilizando Ozempic. (Europa Press/Ricardo Rubio)

Pero ¿por qué hay tantas diferencias en la distribución de los distintos tipos de grasa entre diferentes personas? Los científicos creen que influyen los componentes genéticos e incluso el sexo, tal y como han comprobado. Por ejemplo, "las mujeres tienden a acumular grasa en las caderas y en las nalgas, pero metabólicamente son sitios muy buenos para almacenarla, por mucho que no sea estético, no es peligroso", afirma el experto.

Después de publicar sus resultados, el siguiente objetivo de los investigadores del grupo Adipofat (un equipo multidisciplinar que incluye cirujanos, endocrinos, bioquímicos, especialistas en aparato digestivo y hasta radiólogos) es ratificarlos por medio de nuevos estudios. Confirmar que la proteína ISM1 en sangre es un marcador fiable para saber si una persona obesa tiene un riesgo elevado de desarrollar otros problemas de salud o, por el contrario, descartarlos a corto plazo, puede revolucionar las consultas y nuestra relación con el exceso de peso.

Tener kilos de más es sinónimo de problemas de salud. El sobrepeso y la obesidad aumentan nuestras posibilidades de sufrir diabetes y enfermedades cardiovasculares, entre otras patologías, pero esa relación es más compleja de lo que se pensaba. Los viejos métodos para estimar el riesgo ya no sirven. Por el contrario, la investigación científica está cada día más cerca de ofrecer diagnósticos personalizados sobre el verdadero significado del exceso de grasa en cada individuo.

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