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Una de cada 10 garrapatas en España te puede transmitir fiebre hemorrágica mortal
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HAY DATOS DESCONCERTANTES

Una de cada 10 garrapatas en España te puede transmitir fiebre hemorrágica mortal

El virus Crimea-Congo se expande por la península Ibérica y los científicos tratan de monitorizar su impacto, porque hay muchos interrogantes y datos inesperados

Foto: Estudiando garrapatas en el laboratorio. (EFE/Robin Van Lonkhuijsen)
Estudiando garrapatas en el laboratorio. (EFE/Robin Van Lonkhuijsen)

A principios de este mes falleció en Salamanca un hombre contagiado con el virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. Una semana antes le había picado una garrapata en las afueras de la ciudad. Es la quinta víctima mortal entre algo más de una docena de casos diagnosticados por esta infección en España desde que se identificaron los primeros en 2016 (aunque después se encontró otro de forma retrospectiva que se remontaba a 2013). Los científicos están estudiando qué riesgo tenemos frente a una enfermedad que tiene una mortalidad del 40%.

El patógeno del género Orthonairovirus causa fiebre muy alta, dolores musculares y articulares, cefalea, vómitos, diarrea y, si la evolución no es buena, insuficiencia hepática y pulmonar. No existen vacunas ni tratamientos específicos, así que se suelen utilizar antivirales destinados a otras infecciones víricas, sin mucha efectividad; pero, una vez en el hospital, lo más importante es el soporte al paciente a través de la reposición de sangre, el tratamiento con plasma, la gestión del equilibrio de los líquidos corporales o la administración de antitérmicos para la fiebre. Parece increíble, pero todo comienza con la mordedura de una diminuta garrapata.

Foto: Estudian virus transmitido por garrapatas. (EFE)

Pocos días antes de la muerte del paciente de Salamanca salió a la luz una investigación reveladora con respecto a otro caso ocurrido en Ponferrada (León) en 2021. La revista Zoonosis and Public Health publicó un estudio en el que, a través de PCR y secuenciación, se detectó el virus en 10 garrapatas de un total de 95 recogidas ese año en los alrededores de la ciudad de El Bierzo. El resultado está claro: “Implica que realmente tienes un 10% de probabilidades de que uno de estos ejemplares te transmita el virus si te pica”, comenta en declaraciones a El Confidencial José Francisco Ruiz Fons, autor del trabajo y experto del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC, centro mixto del CSIC, la Universidad de Castilla-La Mancha y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha).

Sin embargo, ese dato tan simple oculta una realidad mucho más difícil de desentrañar. “Fue un muestreo muy limitado, en el entorno de Ponferrada, y en la única zona donde podía haber tenido contacto con una garrapata la persona que se infectó en 2021, pero no sabemos cuál es la situación en la actualidad”, reconoce. Lo cierto es que los datos varían de un año a otro y en distintas localizaciones geográficas. El lugar donde el IREC ha estudiado la prevalencia del virus en las garrapatas de forma más continuada a lo largo de los últimos años es Doñana y se ha movido entre un 5% y un 20%. Puntualmente, alguno de los muestreos ha detectado hasta un 25% de garrapatas infectadas cuando estas se han recogido en animales, ya que en ese caso “suelen concentrar más virus”.

placeholder Garrapata. (EFE)
Garrapata. (EFE)

El misterio de los datos que no cuadran

De hecho, el estudio de Ponferrada ha resultado muy impactante para los expertos, porque todas las garrapatas recogidas se encontraban entre la vegetación y, en otros estudios hechos en España en esas condiciones, la prevalencia “no suele estar por encima del 2% o el 3%”, así que llegar al 10% fue un resultado inesperado. Para colmo, hasta ahora se consideraba que en la península Ibérica los principales vectores eran las especies Hyalomma lusitanicum y Hyalomma marginatum, pero ninguna de las que dieron positivo se encontraba entre ellas.

“Lo que tenemos claro es que el virus Crimea-Congo está circulando en la fauna salvaje”, apunta Raúl Rivas, catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca. Por lo tanto, puede estar presente en las garrapatas que se alimentan de su sangre. “Antes no estaba, se cree que llega a la península a través de garrapatas transportadas desde África por las aves migratorias. Lo que sí teníamos eran los vectores, sobre todo la garrapata Hyalomma marginatum, ampliamente distribuida”, añade. Esa especie está muy vinculada al ciervo y al jabalí, por eso, la investigación en España comenzó analizando la sangre de estos animales.

placeholder Jabalíes. (EFE)
Jabalíes. (EFE)

El primer diagnóstico fue el de un hombre que fue picado en el sur de Ávila en 2016, lo que incitó a iniciar los estudios. “Si el virus está presente, los ungulados a los que les pican las garrapatas están expuestos y, por lo tanto, deben tener anticuerpos”, explica Ruiz Fons. El IREC tomó muestras de ciervos y jabalís por toda España. “Creamos un modelo de riesgos que señalaba el suroeste peninsular como la zona más afectada”, añade. Curiosamente, en los lugares con mayor prevalencia, como Cádiz o Sierra Morena, no se han producido casos en humanos, mientras que sí ha ocurrido “en zonas donde no parecían darse las condiciones, como El Bierzo”.

Por eso, los científicos reconocen que queda mucho por saber. Por una parte, el estudio de Ponferrada “nos está advirtiendo de que aún desconocemos el papel que las distintas especies de garrapatas tienen en el mantenimiento y en la transmisión de este virus en Europa”. Por otro lado, el hecho de que se diagnostiquen casos en ubicaciones inesperadas indica que “hay una parte social de la transmisión de la enfermedad que no hemos considerado”, declara el investigador del IREC. “El comportamiento de la gente tiene un efecto en su exposición a las garrapatas y aún no hemos sido capaces de tener unos buenos modelos predictivos y buenos mapas de riesgo, así que tenemos que seguir trabajando”, añade.

placeholder Garrapatas. (EFE)
Garrapatas. (EFE)

¿Y si ya estaba aquí?

De hecho, en los últimos tiempos los expertos comienzan a cuestionarse la idea de que el virus haya aparecido repentinamente en la península Ibérica. ¿Y si ya estaba aquí? Probablemente, “lo que ha emergido es la enfermedad, no el virus”, afirma Ruiz Fons. Al analizar datos retrospectivos, se están descubriendo datos inesperados, por ejemplo, que en los años 80 se detectaron en Portugal personas con anticuerpos. Por otra parte, los estudios filogenéticos posicionan el origen del virus en la cuenca del Mediterráneo hace 2.000 años. Entonces, ¿por qué emerge ahora?

Una hipótesis tiene que ver con el incremento de la fauna salvaje. “Los ungulados silvestres han cambiado mucho en los últimos 40 años, hemos pasado de que casi no había ciervos, corzos o jabalíes a tener una gran explosión demográfica y esto ha debido tener consecuencias sobre la abundancia de garrapatas del género Hyalomma”, comenta el investigador. A su vez, esta circunstancia habría hecho que el virus, que solo habría circulado en lugares concretos, se encontrase ahora con condiciones favorables en zonas mucho más amplias. Además, los inviernos más suaves favorecen la supervivencia de las garrapatas.

placeholder Los pacientes contagiados requieren altas medidas de seguridad. (EFE)
Los pacientes contagiados requieren altas medidas de seguridad. (EFE)

Para aclarar todas estas cuestiones, el Ministerio de Sanidad y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, junto con los especialistas en Crimea-Congo y garrapatas, están poniendo a punto un proyecto piloto para desarrollar un programa de vigilancia nacional. “Justo estamos empezando ahora, pero esperamos que sea el germen de un sistema de monitorización homogéneo en toda España”, explica el científico del IREC.

Medidas de precaución

Mientras, ¿qué debemos hacer los ciudadanos para evitar problemas? Aunque las altas temperaturas no lo hagan muy apetecible, siempre que salgamos al campo deberíamos llevar “calzado cerrado, calcetín alto, pantalones largos, manga larga y repelentes de uso tópico para la piel no cubierta”, recomienda Raúl Rivas, especialmente si vamos a abandonar caminos marcados y a introducirnos en lugares con vegetación. Allí donde haya animales es más probable encontrar garrapatas. “Una medida preventiva muy sencilla es llevar ropa de color claro, porque así se ven mucho mejor”, añade.

Foto: Fuente: iStock.

En cualquier caso, al llegar a casa conviene revisar la ropa y la piel y, “si salimos con mascotas, utilizar collares antiparasitarios y hacer una revisión concienzuda del animal a la vuelta”. Si tenemos la mala suerte de que se nos ha enganchado una garrapata, el microbiólogo alerta contra “remedios de la abuela” que son totalmente contraproducentes, como tratar de quemarla con un cigarrillo encendido o echarle aceite, gasolina, jabón o alcohol. “Estos agentes irritan a la garrapata y hacen que se comporte como una jeringuilla, inyectándonos en la herida sus fluidos y, por lo tanto, transmitiendo los patógenos que lleven”.

Lo adecuado es utilizar pinzas curvas para agarrar la garrapata, lo más cerca posible de la superficie de la piel y tirar de forma suave, pero firme, hacia fuera. Si no estamos muy seguros de cómo hacerlo, lo mejor es acudir a un centro sanitario para que nos la quiten. En cualquier caso, conviene lavarse bien la piel y las manos con agua y jabón; e incluso guardar la garrapata en un recipiente bien cerrado por si los sanitarios necesitan analizarla.

A principios de este mes falleció en Salamanca un hombre contagiado con el virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. Una semana antes le había picado una garrapata en las afueras de la ciudad. Es la quinta víctima mortal entre algo más de una docena de casos diagnosticados por esta infección en España desde que se identificaron los primeros en 2016 (aunque después se encontró otro de forma retrospectiva que se remontaba a 2013). Los científicos están estudiando qué riesgo tenemos frente a una enfermedad que tiene una mortalidad del 40%.

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