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Media España quiere recuperar el lince. En realidad, tiene consecuencias imprevisibles
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Media España quiere recuperar el lince. En realidad, tiene consecuencias imprevisibles

Varias comunidades ultiman sus planes para reintroducir la emblemática especie ibérica, pero un estudio alerta de que no es inocua para otros animales y plantas

Foto: Lince ibérico. (EFE)
Lince ibérico. (EFE)
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Tenemos pocos animales más emblemáticos que el lince ibérico (Lynx pardinus) y ningún caso de éxito científico comparable al de su recuperación. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha publicado recientemente un informe sobre el censo de esta especie, que alcanza ya los 2.021 individuos (1.730 en España y 291 en Portugal), con 1.299 adultos o subadultos y 722 cachorros nacidos el año pasado. El dato es llamativo, porque hasta 2020 no logró superar los mil ejemplares, así que la población se ha triplicado en tres años y parece despegar definitivamente después de haber estado al borde de la desaparición, por debajo del centenar de ejemplares a principios de este siglo.

Las perspectivas parecen extraordinariamente buenas. El lince se consolida en Andalucía y Castilla-La Mancha, con más de 700 individuos, pero también tiene una importante presencia en Extremadura y, por primera vez, aparece en Murcia. La expansión no casual, sino que responde a una planificación a la que cada vez se suman más comunidades autónomas, por ejemplo, Madrid. Más avanzados están los planes diseñados por Castilla y León y Aragón, que ya han decidido qué municipios albergarán la especie.

Foto: Un buitre negro en pleno descenso, captado desde el escondite en el santuario Sendero Vivo, en Madrid. (Foto: Javier Rubio)

En principio, la idea tiene poca oposición, al menos entre los biólogos. Consolidar la recuperación de una especie autóctona que casi se extingue cuenta con bastante consenso científico y social, aunque ha generado algún recelo entre ganaderos que tienen explotaciones extensivas en las zonas donde está prevista su reintroducción y discrepancias en el Gobierno de Aragón entre PP y Vox. Sin embargo, un estudio recién publicado en la revista Functional Ecology advierte de que la presencia de este depredador no es inocua, sino que tiene consecuencias relevantes para los ecosistemas.

La investigación se llevó a cabo en el Parque Natural de la Sierra de Andújar, al noroeste de la provincia de Jaén, uno de los últimos refugios del lince cuando estuvo al borde de la desaparición. A lo largo de tres años, investigadores de varios centros y universidades evaluaron el efecto de reintroducir la especie comparando áreas muy similares con presencia del felino y sin ella. Así, pudieron comprobar que su existencia hacía disminuir otras comunidades de carnívoros, como los zorros, las garduñas y las martas. A su vez, esto genera un importante impacto en el mundo vegetal, ya que estas especies tienen un papel importante como dispersoras de semillas de muchas plantas mediterráneas.

placeholder Cachorro de lince. (EFE)
Cachorro de lince. (EFE)

“Hay que tener en cuenta que, en España y en Europa, la mayor parte de los bosques están alterados, así que reintroducir una especie que había desaparecido también puede tener efectos”, comenta en declaraciones a El Confidencial Tamara Burgos, autora principal del artículo e investigadora del Área de Biodiversidad y Conservación de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) de Madrid. Es decir, que los ecosistemas que en su momento perdieron al lince ya no son iguales a los de hace siglos y, por lo tanto, su regreso puede tener consecuencias inesperadas sobre las cascadas tróficas, las complejas interacciones ecológicas que incluyen a todos los actores de un ecosistema, incluyendo animales y plantas. “En el sur de España, los linces son el depredador más grande, están en la cima de esas cadenas, así que pueden tener efectos destacados en los niveles inferiores”, añade.

“Obviamente, no queremos sacar conclusiones en contra de la recuperación del lince, porque es necesario y está siendo un proyecto muy exitoso”, puntualiza la investigadora, “pero nuestro estudio es una llamada de atención que habría que tener en cuenta antes de diseñar los proyectos de reintroducción”. En su opinión, “hay que ver en qué estado se encuentra realmente cada zona y si sería favorable o no que tuviera linces”. Para entender que restituir al felino en sus antiguos dominios tiene consecuencias diferentes hoy en día que en el momento en el que desapareció, la autora del trabajo pone un ejemplo concreto: el oso pardo es un frugívoro (es decir, que se alimenta de frutos) muy importante, pero en la actualidad está extinto en el sur de España, donde antes sí tenía una presencia importante. Su labor como dispersor de las semillas de las frutas ha sido sustituida por mamíferos más pequeños, que saldrían huyendo ante la presencia del lince. Por lo tanto, la reintroducción puede ocasionar que muchas plantas, que dependen de esa dispersión, no lleguen a los hábitats más favorables para su supervivencia.

placeholder Lince ibérico. (EFE)
Lince ibérico. (EFE)

La buena noticia es que las principales plantas afectadas que identifica la investigación no están amenazadas, sino que son abundantes. No obstante, “el paisaje, que también se ve afectado por muchos otros elementos, puede cambiar también por este motivo”. En cualquier caso, ¿podría compensarse la presencia del lince con otras medidas para evitar sus peores efectos? “Si sabemos que se pueden ver afectadas ciertas plantas, en particular las de frutos grandes, antes de un iniciar la reintroducción en un sitio se podría plantear alguna medida compensatoria, como una reforestación de ciertas especies”, explica. El estudio plantea también la posibilidad de “dejar que el paisaje sea heterogéneo”. Es decir, que, aunque hace siglos el lince estaba distribuido por toda casi toda la geografía de la península Ibérica, nuestro objetivo, en la actualidad “no tiene que ser, necesariamente, la recuperación en todas partes, sino que puede haber zonas que sigan manteniendo las comunidades actuales de dispersores de semillas y de carnívoros, sirviendo para otras funciones del ecosistema”.

La relación con otros animales

Otra pregunta es si el resto de los animales pueden verse afectados directamente. La principal presa del lince ibérico es el conejo de monte, que era muy abundante en la península Ibérica, pero la situación ha cambiado bastante en los últimos años, ya que se estima que la población ha caído un 70% en pocas décadas. Sin embargo, en este caso, ocurre una importante paradoja que también muestra la complejidad de los ecosistemas. El emblemático felino ahuyenta a otros depredadores, como los zorros, las garduñas o los meloncillos. Estos animales también comen conejos, así que, a pesar de todo, la reintroducción del lince potencia la población de conejos.

Foto: Captura de un lobo en Villardeciervos, Zamora. (EFE/Mariam A. Montesinos)

Sin embargo, en otro proyecto con el gato montés, que también está bastante amenazado, este mismo grupo de investigación llegó a la conclusión de que “sería recomendable evitar reintroducir el lince donde haya poblaciones saludables de esta especie, porque compite con ellos y los llega a matar y a expulsar de los territorios”. Un debate distinto es si el lince puede suponer algún peligro para los animales domésticos. Aunque está documentado algún ataque a perros y gatos, “son cosas bastante puntuales”, asegura la experta. Los expertos tampoco creen que pueda generar un número importante de ataques al ganado, aunque hace años un estudio destacaba a las aves de corral entre sus presas.

En cualquier caso, aunque todos estos matices invitan a mirar con lupa la reintroducción de la especie en cada uno de los lugares donde se elaboran planes para ello, los autores del estudio consideran que no deberían cuestionar la estrategia general para su conservación, porque “es de los proyectos de recuperación de carnívoros más exitosos del mundo”, opina Tamara Burgos. “No solo se ha salvado al animal, sino su genética, porque se ha realizado un manejo muy bueno en los centros de cría para que los individuos no estuvieran emparentados entre sí cuando había muy pocos”, recuerda. Como fruto de ese trabajo, el estado actual es bastante bueno y es lo que conduce a la expansión territorial.

Además, esa expansión, potencialmente, tiene efectos positivos para la economía rural. En el Parque Natural de la Sierra de Andújar, donde llevaron a cabo el estudio los investigadores de la URJC, “hay varias empresas de turismo de naturaleza que dedican casi toda su actividad a la observación del lince ibérico, incluso viene gente de otros países de Europa, así que es un motor económico”. En ese sentido, sucede algo muy similar con otros animales muy atractivos, pero también en peligro, como el lobo. De hecho, próximamente, en Castilla y León habrá lugares con las dos especies.

Tenemos pocos animales más emblemáticos que el lince ibérico (Lynx pardinus) y ningún caso de éxito científico comparable al de su recuperación. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha publicado recientemente un informe sobre el censo de esta especie, que alcanza ya los 2.021 individuos (1.730 en España y 291 en Portugal), con 1.299 adultos o subadultos y 722 cachorros nacidos el año pasado. El dato es llamativo, porque hasta 2020 no logró superar los mil ejemplares, así que la población se ha triplicado en tres años y parece despegar definitivamente después de haber estado al borde de la desaparición, por debajo del centenar de ejemplares a principios de este siglo.

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