La clase turista del futuro puede ser un auténtico infierno
Si pensabas que, después de la pandemia, el futuro de los viajes en avión iba a ser más espacioso y humano, estos diseños demuestran que puede pasar justo lo contrario
Si pensabas que viajar en clase turista es un suplicio, pon una vela a San José de Cupertino o a Chuck Yeager para que no tenga éxito esta propuesta ganadora de los Crystal Cabin Awards 2021: una cabina de avión donde las filas de butaca colocan a los pasajeros como si fueran paletillas colganderas en el Museo del Jamón.
Los jueces de los prestigiosos premios de la industria aeronáutica —que cada año señalan las mejores y más innovadoras ideas para mejorar el transporte aéreo de pasajeros— han tenido a bien premiar la labor del estudiante español de 21 años Alejandro Núñez Vicente de la Universidad TU Delft, Holanda, un tipo cuyos antepasados (imagino) trabajaron en las mazmorras de la Santa Inquisición.
Cómo funciona
En las imágenes de su proyecto 'Chaise Longue Economy Seat' se puede ver cómo las filas de asientos se distribuyen en dos alturas —una aparentemente más baja de lo normal y otra más alta— siguiendo una estructura de zigzag vertical.
Según Núñez Vicente, "la fila de abajo ofrece la ventaja de que los pasajeros pueden repanchingarse en un sofá estirando las piernas, mientras que la fila de arriba ofrece la experiencia del interior de un todoterreno, haciendo posible que, por ejemplo, puedas cruzar las piernas gracias al incremento del espacio". Núñez Vicente asegura a CNN que "el asiento ofrece más ángulos para reclinarse y un reposacabezas ajustable con un soporte de cuello extensible para más comodidad".
La verdad es que, en efecto, parece que el volumen disponible se incrementa. Pero a costa de que los pasajeros de la fila inferior tengan que encajarse como mejillones en lata. El resultado —por lo menos a juzgar por sus diseños tridimensionales— parece claustrofóbico. Así es imposible salir de los asientos interiores sin que los otros pasajeros salgan antes que tú. Y entrar en todos estos asientos parece más difícil que introducirse en una cápsula Apolo. En caso de accidente, mejor ni pensarlo.
Núñez Vicente afirma que este diseño podría implementarse en aviones medianos y grandes como el Airbus A330 o el Boeing 747. Pero quizás el mejor candidato para su diseño, dice, es el avión que está siendo desarrollado por la universidad en la que estudia. De hecho, su diseño es una variante de una de las ideas barajadas para esa futurista aeronave.
¿El avión del futuro?
El Delta Flying-V es un avión experimental desarrollado en la TU Delft University bajo los auspicios de la aerolínea holandesa KLM. Su diseño es heredero de las clásicas alas volantes con las que experimentaron los nazis —con el cazabombardero a reacción Horten Ho 229— y los Americanos —con el bombardero pesado experimental Northrop YB-49 y el exitoso y ultracaro bombardero invisible B-2 Spirit, desarrollado por Northrop Grumman—.
El Delta Flying-V —que realizó su primer vuelo en forma de prototipo a escala en junio del 2020— lleva este diseño al extremo, exagerando aún más la forma del delta y transformándolo en una V muy pronunciada, como se puede ver bajo estas líneas.
El avión integra todo en las alas: pasajeros, carga y combustible. Toda su estructura ofrece empuje aerodinámico. Según los ingenieros de la universidad holandesa, sus pruebas indican que el diseño es un 20% más eficiente que el diseño de avión convencional. Pero si planean poner los asientos como el Chaise Lounge de Núñez Vicente, se va a montar en él Ted Striker o Chiquito de la Calzada. Yo antes me voy en cohete.
Si pensabas que viajar en clase turista es un suplicio, pon una vela a San José de Cupertino o a Chuck Yeager para que no tenga éxito esta propuesta ganadora de los Crystal Cabin Awards 2021: una cabina de avión donde las filas de butaca colocan a los pasajeros como si fueran paletillas colganderas en el Museo del Jamón.