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El fracaso hipersónico de EEUU es el símbolo de su decadencia tecnológica
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Crisis en el Pentágono

El fracaso hipersónico de EEUU es el símbolo de su decadencia tecnológica

EEUU está teniendo una crisis muy seria en la carrera de las armas hipersónicas debido a una mala elección de los tiempos y modelos de desarrollo que ha elegido

Foto: Render 3D de un misil de crucero hipersónico americano. (CC)
Render 3D de un misil de crucero hipersónico americano. (CC)

Sorprendentemente, China y Rusia están muy por delante de los Estados Unidos en tecnología de armas hipersónicas, algo que reconocen los propios militares norteamericanos y que demuestran cada vez que los primeros prueban con éxito sus inventos y los últimos fracasan miserablemente. Afortunadamente —o desgraciadamente— las razones del desastre hipersónico americano parecen estar claras.

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Por lo menos según el análisis del blog militar Defense One, que cuenta cómo el Departamento de Defensa norteamericano se está equivocando con un modelo de desarrollo que ya les falló en el pasado y que, inexplicablemente, se han empeñado en utilizar una vez más.

Vísteme despacio…

La razón principal se puede resumir en aquella cita que se atribuye a Napoleón Bonaparte. En el caso americano, las prisas por intentar vestirse y alcanzar a chinos y rusos están sumiendo un esfuerzo de por sí complicado en el más absoluto caos. La segunda razón es que no están concentrando sus recursos. Los están desperdiciando en numerosos programas.

Defense One describe cómo los directores de programas de armas del Pentágono han elegido un gran número de programas que compiten entre ellos. Encima, han impuesto un calendario de prototipado y 'testing' rápido. El resultado es que "los contratistas de defensa norteamericanos se han lanzado con la ansiedad de los mineros durante la fiebre del oro".

placeholder Vehículo hipersónico X-51A Waverider en su lanzador bajo el ala de un B-52. (USAF)
Vehículo hipersónico X-51A Waverider en su lanzador bajo el ala de un B-52. (USAF)

Las pruebas fallidas americanas se suceden mientras chinos y rusos siguen sorprendiendo con un éxito tras otro. El último fracaso ocurrió el pasado mes de diciembre, pero aquí ya hemos informado de otros, que además han sido particularmente vergonzosos porque los fallos han ocurrido durante etapas básicas que ni siquiera han permitido probar los vehículos en sí mismos.

Esto es algo que también comenta Defense One. El proceso de prototipado y test rápido que tan bien le ha funcionado a Elon Musk en SpaceX —donde los fallos se suceden, pero siempre resultan en la resolución de un problema y terminan con éxito— no funciona aquí porque se tropiezan una y otra vez en las mismas piedras.

Resulta fascinante y a la vez terrorífico ver cómo se desmorona el esfuerzo hipersónico norteamericano aunque en teoría cuente con mayores presupuestos, mayor experiencia y mejor tecnología que los chinos y rusos, con compañías líderes mundiales como Lockheed Martin o Northrop Grumman que parece que no dan pie con bola.

Símbolo de su decadencia

Defense One cuenta que lo mismo pasó con el desarrollo de armas de defensa antimisiles en los años noventa hasta que un panel independiente de expertos analizó y denunció los mismos errores de falta de enfoque y excesivo apresuramiento. Después de un hiato de varios años y de las necesarias correcciones, EEUU logró sus objetivos.

placeholder Render de planeadores hipersónicos chinos. (China Military)
Render de planeadores hipersónicos chinos. (China Military)

Lejos de aprender de esos errores, el Pentágono parece haber elegido el mismo camino, adoptando además las prácticas de múltiples proyectos competitivos que fueron una parte importante de, por ejemplo, el fracaso soviético en su programa de misiones a la Luna. Mientras, los rusos y chinos tienen programas monolíticos y concentrados que avanzan sin prisa ni pausa. Se han invertido los papeles.

La ironía está en que el Pentágono comenzó el desarrollo de estas armas hipersónicas antes que nadie. Los fallos garrafales americanos llegan en un momento geopolítico crucial en el que tanto Rusia como China están muy cerca de lanzar ataques contra Ucrania y Taiwán. Desgraciadamente, para todos, es crucial que EEUU obtenga cuanto antes esta capacidad de ataque si quiere mantener el equilibrio en esta nueva guerra fría que se puede volver muy caliente si no lo consigue.

placeholder El presidente ruso, Vladimir Putin, pronuncia su discurso de Año Nuevo. (Reuters/Kremlin.ru)
El presidente ruso, Vladimir Putin, pronuncia su discurso de Año Nuevo. (Reuters/Kremlin.ru)

Todo esto es especialmente preocupante porque los norteamericanos se están quedando por detrás o perdiendo su ventaja en el resto de las tecnologías clave para el siglo XXI, como la inteligencia artificial y la supercomputación cuántica. Al final, el fracaso del programa de armas hipersónicas está en el descontrol generalizado del aparato de defensa americano —la corrupción, la falta de objetivos claros y el gasto excesivo— que denunciaba en estas mismas páginas el exjefe de desarrollo de 'software' del Pentágono Nicolas Chaillan.

Atenazados por las divisiones internas promovidas por las mentiras y teorías de la conspiración del ex-presidente Trump y el nuevo Partido Republicano, parece imposible que los Estados Unidos vuelvan a actuar como el titán monolítico que hizo que triunfasen en la carrera espacial y el desarrollo de las más avanzadas tecnologías del siglo XX.

Sólo algunas compañías privadas – como SpaceX con Starship, Google con su inteligencia artificial o IBM con sus computadoras cuánticas — intentan realmente innovar en las industrias que marcan la diferencia. El resto está perdido en sacar dinero rápido de apps sociales para hacer el imbécil, coches voladores imposibles y teléfonos inteligentes irrelevantes para el desarrollo tecnológico real de una nación que, aunque sigue siendo el emperador del mundo, pierde relevancia tan rápido como la obtuvo en los años 50 y 60 del siglo pasado.

Sorprendentemente, China y Rusia están muy por delante de los Estados Unidos en tecnología de armas hipersónicas, algo que reconocen los propios militares norteamericanos y que demuestran cada vez que los primeros prueban con éxito sus inventos y los últimos fracasan miserablemente. Afortunadamente —o desgraciadamente— las razones del desastre hipersónico americano parecen estar claras.

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