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El bombardero nuclear que volará 100 años puede convertirse en portaviones volante
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El B-52J como nodriza de enjambres

El bombardero nuclear que volará 100 años puede convertirse en portaviones volante

No es la primera vez que el bombardero nuclear estratégico norteamericano se postula como una nave nodriza, pero los drones actuales le permitirían operar como un portaviones volante en toda regla

Foto: No es la primera vez que el B-52 se postula como un posible portaviones volante. En la imagen lleva dos drones de reconocimiento supersónicos D-21 en los años 60. (USAF)
No es la primera vez que el B-52 se postula como un posible portaviones volante. En la imagen lleva dos drones de reconocimiento supersónicos D-21 en los años 60. (USAF)

El B-52 Stratofortress ha sido el símbolo de la supremacía nuclear aérea estadounidense desde los años más calientes de la Guerra Fría. Los venerables bombarderos están en pleno proceso de modernización para que vuelen hasta 2050 —año en el cumplirán 100 años en vuelo— pero su transformación puede ir mucho más lejos. El B-52J puede llegar a hacer realidad uno de los proyectos más ambiciosos del Pentágono: un portaviones volante con la capacidad de lanzar y recuperar enjambres de drones autónomos.

Esta evolución sería el paso más lógico dada la creciente importancia de los drones en la guerra moderna, cada vez más sofisticados, inteligentes y letales, encajando con las últimas teorías para la defensa de Taiwán, las simulaciones de batalla, y los desarrollos de DARPA, el brazo de investigación avanzada del Pentágono.

Foto: El nuevo caza sustituirá al J-20 como el caza furtivo más avanzado de China. (CNS/AFP)

Por qué tiene sentido en la guerra moderna

Los drones están entrando de lleno en todos los escenarios de guerra gracias a capacidades que son imposibles de lograr con aviones tripulados. Pueden merodear sobre objetivos durante períodos prolongados, realizar misiones de reconocimiento, atacar objetivos con municiones de precisión y llevar a cabo acciones de guerra electrónica. A medida que estos sistemas no tripulados se vuelven más avanzados, su integración en una plataforma más grande y versátil como el B-52J se vuelve cada vez más razonable..

Pero es que además ésta es la dirección que ya investiga DARPA, que está explorando esta idea a través de programas como el X-61 Gremlins, una iniciativa que tiene como objetivo crear portaviones volantes capaces de lanzar y recuperar drones en el aire, mejorando la flexibilidad operativa de una plataforma como el B-52J, que hasta ahora sólo tiene labores de lanzamiento nuclear estratégico, disparo de misiles crucero y bombardeo de saturación con munición convencional. Con su gran tamaño y nuevas actualizaciones tecnológicas, el B-52J puede servir como una nave nodriza perfecta.

Por ahora, sin embargo, el B-52J todavía no entra en esta categoría aunque en el pasado hiciera misiones llevando los drone de reconocimiento supersónicos D-21. Pero lo lógico es que ahora sí dé el salto, después del conocimiento adquirido con el programa X-61, un programa desarrollado por las empresas de defensa Dynetics y Kratos Defense. El X-61 tiene como objetivo convertir aviones como el Lockheed C-130 Hércules en plataformas capaces de lanzar y recuperar drones como un portaviones lo hace con aviones pilotados. Los Gremlins están diseñados para realizar varias misiones, desde el reconocimiento hasta la guerra electrónica, y luego regresar a su nave nodriza para reabastecer combustible y volver a armarse antes de salir de nuevo a la caza.

El programa Gremlins quiere conseguir la capacidad de lanzamiento y recuperación de múltiples drones en menos de 30 minutos. Cada dron es capaz de volar durante una hora en un radio de 555 kilómetros con una carga útil de 22 kilogramos. El programa ha demostrado la viabilidad de estas operaciones y las pruebas futuras tienen como objetivo integrar maniobras de recuperación más complejas.

placeholder Un dron BQM-34 Firebee II  bajo el ala de un B-52 de la NASA durante un vuelo de investigación en 1977. (NASA)
Un dron BQM-34 Firebee II bajo el ala de un B-52 de la NASA durante un vuelo de investigación en 1977. (NASA)

Aplicar este concepto al B-52J tiene sentido estratégico. El amplio alcance y capacidad de carga útil del B-52 le permitirían operar como portaviones volador mucho más allá que C-130 Hércules, ampliando el alcance y la eficacia de las operaciones de drones. A medida que la tecnología de DARPA madure, su integración en plataformas como el B-52J mejoraría radicalmente la capacidad de combate de la Fuerza Aérea estadounidense.

100 años en vuelo

El B-52J será teóricamente la última modernización del icónico B-52 Stratofortress, pensada para mantener el avión en funcionamiento hasta 2050. Su revisión integral incluye varias actualizaciones clave.

El B-52J estará equipado con motores Rolls-Royce F130, reemplazando a los viejos Pratt & Whitney TF33. Estos nuevos motores prometen un aumento del 30% en la eficiencia del combustible, proporcionando un mayor alcance y una reducción de las emisiones, así como menores costes de mantenimiento. Los motores también serán más silenciosos y producirán un mínimo de humo, lo que mejorará notablemente la visibilidad del bombardero.

La nueva versión del Stratofortress contará con un nuevo sistema de radar adaptado del radar APG-79 AESA del F/A-18EF Super Hornet, con mayor alcance y mejor conocimiento de la situación, algo crucial tanto para misiones convencionales como para las nucleares. El nuevo radar reemplazará el anticuado sistema APG-166, solucionando los problemas de fiabilidad y la escasez de piezas de este último.

placeholder Drones lanzados desde B1B Lancers y recogidos por C130 Hercules (DARPA)
Drones lanzados desde B1B Lancers y recogidos por C130 Hercules (DARPA)

El B-52J también podrá transportar una gama de armas más amplia, incorporando por fin misiles hipersónicos y de extrema distancia, como el misil de largo alcance LRSO.

Pero el potencial del B-52J para servir como portaviones volador le llevaría a un nuevo nivel operativo, alineándose con las nuevas estrategias militares enfocadas en el uso de sistemas no tripulados. En un rol de nave nodriza, el B-52J puede multiplicar la capacidad de los enjambres de drones, proporcionando una plataforma para la vigilancia persistente, la guerra electrónica y misiones de ataque coordinadas para saturar las defensas enemigas y neutralizar sus fuerzas. Esta capacidad será particularmente valiosa en entornos disputados donde mantener una presencia continua es crucial. La capacidad de lanzar y recuperar drones en el aire reduciría la necesidad de bases terrestres vulnerables al ataque, mejorando la seguridad y aumentando la redundancia con varias de estas plataformas aéreas cargadas de máquinas inteligentes capaces de realizar sus misiones autónomamente y volver a su avión nodriza para volver a atracar en sus bahías de bombardeo o en las alas.

El B-52 Stratofortress ha sido el símbolo de la supremacía nuclear aérea estadounidense desde los años más calientes de la Guerra Fría. Los venerables bombarderos están en pleno proceso de modernización para que vuelen hasta 2050 —año en el cumplirán 100 años en vuelo— pero su transformación puede ir mucho más lejos. El B-52J puede llegar a hacer realidad uno de los proyectos más ambiciosos del Pentágono: un portaviones volante con la capacidad de lanzar y recuperar enjambres de drones autónomos.

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