No hagan juego, señores
Hay que reconocer que los autores de The Pelayos han hilado fino, porque se trata de una película que funciona exactamente como un casino, que es
Hay que reconocer que los autores de The Pelayos han hilado fino, porque se trata de una película que funciona exactamente como un casino, que es el contexto en el que se desarrolla. Todo el mundo entra en la sala (de juego o de cine) con ciertas expectativas y, al menos durante unos minutos, se deja impresionar por los brillos, los pátinas, la erótica del azar... el puro artificio, en definitiva. Pero, al final de la velada, el noventa por ciento de los clientes salen enfadados de allí.
Hay que reconocer que los autores de The Pelayos han hilado fino, porque se trata de una película que funciona exactamente como un casino, que es el contexto en el que se desarrolla. Todo el mundo entra en la sala (de juego o de cine) con ciertas expectativas y, al menos durante unos minutos, se deja impresionar por los brillos, los pátinas, la erótica del azar... el puro artificio, en definitiva. Pero, al final de la velada, el noventa por ciento de los clientes salen enfadados de allí.