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Dos horas con Miguel Ángel Silvestre
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DE 'EL DUQUE' A ALBERTO MÁRQUEZ

Dos horas con Miguel Ángel Silvestre

Nada volvió a ser igual después de 'Sin tetas no hay paraíso'.

“Miguel Ángel Silvestre, de subidón tras su reencuentro con Amaia Salamanca”, titulaban algunos medios el pasado jueves después de que el actor subiera a su perfil de Instagram una fotografía junto a su compañera en Sin tetas no hay paraíso.¡Qué ganas tengo de volver a trabajar contigo, amiga!”, reconocía el castellonense.

Sin embargo, lo que pocos saben es la historia que se esconde tras ese mensaje. Dónde y en qué momento surgió. Y es que, si hubiera sido por el propio Silvestre, la instantánea hubiera sido otra bien distinta: su verdadero reencuentro en la sala de maquillaje de Velvet. Una fotografía en la que se puede apreciar el verdadero subidón del actor, el cariño y la ternura entre ambos.

Pero es una fotografía que la magia de la televisión no permite que salga a la luz. Una instantánea de la que los más avispados podrían adivinar detalles del papel de Amaia en Velvet. Es mejor guardarla para que el momento del reencuentro sea más impactante, le aconsejaban los que cenaban con él el pasado miércoles en el restaurante El 38 de Larumbe de Madrid.

Una cena con la persona, no con el actor. Una cena en la que con momentos así, con esa alegría por reencontrarse con una vieja amiga, con el ansia por expresar lo que siente, Silvestre se alejaba de esa imagen distante que muchos tienen de él y regresaba a aquel joven que llegó a Madrid hace casi una década con ganas de aprender y devorar guiones.

Adiós a la inocencia

Después llegó Sin tetas no hay paraíso. Nada volvió a ser igual desde aquel cuarto capítulo donde todo explotó. La fama. Las duquesitas. La imposibilidad de viajar en metro. Los paparazzis. Las portadas. El aireo de su vida privada. Y el miedo. La desconfianza. La introversión. Adiós a la inocencia. A la vivacidad. O al menos de cara a la galería.

De puertas para adentro, todo seguía igual. Silvestre seguía siendo alguien afectuoso, bromista, cándido. Sin embargo, la frontera que separa al personaje de la persona no es fácil de traspasary para el público siempre prevalece lo primero frente a lo segundo. Injusto quizá. Pero es el precio a pagar. Y sobre todo si la naturalidad vive tras la barrera del recelo.

“Bea ha tenido que comerse muchos marrones por mi culpa”, reconoce. Episodios incómodos con la prensa. “Más que una representante es un amiga”. Es con ella con la que cada lunes se sienta en el sofá a ver Velvet. La que le da fuerzas en estos difíciles momentos. La que le hace olvidar las penas. La que le obliga a respetar sus horarios de comida para recuperar los kilos perdidos durante las últimas semanas.

También sirve de terapia el intenso trabajo en la serie de Bambú. Un trabajo que comienza a las 6.45 horas cuando suena el reloj. Sin embargo, el sueño desaparece cuando ve aparecer a Paula Echevarría. “Una mujer increíble”. Alguien de la que aprende día a día. Su tenacidad, su alegría, su fortaleza, su naturalidad con los medios.

Una naturalidad que Silvestre va recuperando poco a poco. Algo difícil en elmundo de la industria audiovisual. 'El Duque', aquel que consiguió todo lo que había deseado, pero que, sin embargo, mató su viveza;ha muerto definitivamente. Todo lo que significaba también. Ahora Alberto Márquez, alguien pasional e ilusionado, le ha devueltoa su verdadero yo.

*El tercer capítulo de Velvet se emite esta noche en Antena 3

“Miguel Ángel Silvestre, de subidón tras su reencuentro con Amaia Salamanca”, titulaban algunos medios el pasado jueves después de que el actor subiera a su perfil de Instagram una fotografía junto a su compañera en Sin tetas no hay paraíso.¡Qué ganas tengo de volver a trabajar contigo, amiga!”, reconocía el castellonense.