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Crítica | 'Ni que fuéramos' ('Sálvame'): los puntos suspensivos más deseados (y sin mordazas) de la tele
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Crítica | 'Ni que fuéramos' ('Sálvame'): los puntos suspensivos más deseados (y sin mordazas) de la tele

Las voces que más hemos echado de menos han vuelto a rellenar todas las esquinas de nuestros salones

Foto: María Patiño, Lydia Lozano, Víctor Sandoval, Kiko Matamoros y Belén Esteban, en 'Ni que fuéramos'. (Canal Quickie)
María Patiño, Lydia Lozano, Víctor Sandoval, Kiko Matamoros y Belén Esteban, en 'Ni que fuéramos'. (Canal Quickie)

Las voces que más hemos echado de menos han vuelto a rellenar todas las esquinas de nuestros salones. Los piques de siempre, las interrupciones más naturales y los deslices más bizarros han vuelto, y parece que para quedarse. Ya está aquí, por fin, Ni que fuéramos Shh (Sálvame).

El mismo día que Sálvame "se fue de viaje" en Telecinco, la productora esbozaba tres puntos suspensivos en pantalla. Unos signos ortográficos que venían a puntualizar algo que no hemos entendido hasta un año después de haber llorado la cancelación del programa estrella de la ahora cadena de enfrente. Ni que fuéramos Sálvame, de canal Quickie, eran esos ansiados puntos suspensivos. Y vuelven con tropezón incluido del conocido grupo televisivo: a 24 horas de su puesta de largo, les impiden utilizar la palabra 'Sálvame'. Pero, hasta para eso, han sido rápidos y genuinos, sustituyendo esta nomenclatura por la onomatopeya 'Shh', y precintándola con cinta de obra en su logo físico de plató, a la espera de poder usarla.

"El Sálvame original, el gamberro, el imperfecto, el de los cortes en directo, el de siempre"

Una ventana que, no solo se asoma a la que fue su sede durante 14 exitosos años, ya que el nuevo estudio de Fabricantes Studio se ubica a tan solo 300 metros de Mediaset, sino que entra en muchas de las casas que dejó mudas aquel 23 de junio de 2023. Y lo hacen sin las mordazas que terminaron carcomiendo el universo más libre de la irreverente televisión que entendió el mundo del corazón con otro tono. Ahora, Víctor Sandoval, Belén Esteban, Kiko Matamoros y todos los principales rostros del mítico formato han advertido a navegantes: vamos a hablar de todo, de todos y sin censuras.

El reencuentro con su público ha sido esperanzador. Una rueda de prensa que fue tendencia en la principal red social más presente en televisión y que captó la atención de más de 80.000 mirones, sin dar todavía el jugoso contenido que prometen vomitar cada día con su característico sello. Desde Supervivientes, pasando por las sustituidas tardes de Telecinco, pero también MasterChef Celebrity, Tu cara me suena o las celebridades de Latinoamérica, con las que también coquetearon de la mano de Netflix (Sálvese quien pueda). Amenazan con hablar de toda la caja tonta y prometen hacer televisión, aunque su escenografía luzca a los pódcast más innovadores de esta edad moderna.

El Sálvame original, el gamberro, el imperfecto, el de las interrupciones en directo, el de siempre, está de vuelta. Ese que cautivó a millones de telespectadores a través del televisor tradicional y que ahora, por multitud de alternativas en forma de pantalla, pueden seguir, sin tener que estar obligatoriamente en el sillón de casa. Una resurrección tan 'quickie' que es posible seguirla desde el coche, como hizo la propia Chelo García Cortés en la rueda de prensa, desde la habitación de una residencia que no disponga de televisión, pero sí de tableta o teléfono inteligente, desde una casa de campo sin toma de antena o desde el metro, bus o patinete eléctrico, volviendo o yendo al trabajo.

"Le pongo un pero: la sensación claustrofóbica es inevitable, pero fácilmente acomodable al ojo"

Y tanto se le quiere parecer a su antecesor, que, a modo de guiño pícaro, los responsables de diseño han creado una línea gráfica para sus faldones e imagen corporativa que recuerda muy mucho a la que tenía el neorreality en Mediaset: las letras 'NQF' (anteriormente, la palabra Sálvame) bien grandes, estampadas en un faldón de color rosado donde colocar los titulares, sobre el que descansa otra línea de subtítulo tintada con la misma gama cromática verde-amarilla, que, en conjunto, hace pensar al espectador que continúa por donde se quedó aquel fatídico junio del 23.

Le pongo dos peros. El primero, el espacio. Los personajes han pasado de la inmensidad del estudio televisivo, ahora ocupado por TardeAR, a una habitación de una primera planta de un edificio común. La sensación claustrofóbica es inevitable, pero fácilmente acomodable al ojo. Óscar Cornejo, mandamás de la productora y cofundador de esta idea, nacida de la famosa frase de Belén Esteban '¡Ni que fuera yo Bin Laden!', admite que la escenografía es reducida, pero completamente adaptada a las almas inquietas que no consiguen estar tres horas con sus culos pegados a las sillas. Hay zona de merienda (al que nos asoma una modernista lente de ojo de pez), esquina íntima para olvidar por momentos la mesa principal alrededor de donde ocurre todo, y también dos cámaras móviles para perseguir las locuras que ocurren con ellos y que hicieron ampliar los platós de televisión a los pasillos, otro sello más del 'universo Sálvame'.

Foto: María Patiño, en 'Ni que fuéramos'. (Canal Quickie)

Lo segundo que veo en su contra es la viabilidad del formato en el tiempo. Conociendo el gigante que supone la productora creadora de éxitos como Rocío, contar la verdad para seguir viva, Deluxe, Aquí hay tomate o Socialité, con todo el permiso del siempre latente Sálvame, digamos que las expectativas estaban bastante más altas. Pasar de un decorado tan pomposo a una simple mesa de reuniones con atrezzo de streaming, choca. Ya se sabe que es incomparable compararlo con las cifras y la repercusión que tuvo en la caja tonta, pero, partiendo de la base de que asumen que "vamos a hacer televisión", la comparación es inevitable.

Las voces que más hemos echado de menos han vuelto a rellenar todas las esquinas de nuestros salones. Los piques de siempre, las interrupciones más naturales y los deslices más bizarros han vuelto, y parece que para quedarse. Ya está aquí, por fin, Ni que fuéramos Shh (Sálvame).

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