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Cómics, clases de gimnasia y un drama laboral: la historia real tras 'El juego del calamar'
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El guion nació en la crisis de 2008

Cómics, clases de gimnasia y un drama laboral: la historia real tras 'El juego del calamar'

La serie de moda en Netflix recurre a referencias infantiles para huir del arquetipo de protagonista heroico y, de paso, despertar nostalgia en el espectador

Foto: Protagonistas de 'El juego del calamar'. (Netflix)
Protagonistas de 'El juego del calamar'. (Netflix)

'El juego del calamar' es la serie de moda. En apenas dos semanas desde su estreno, ya se ha convertido en el lanzamiento más visto en la historia de Netflix, con más de 110 millones de espectadores en todo el mundo (aunque esta cifra tiene la trampa de que la plataforma contabiliza a cualquiera que haya visto, al menos, dos minutos). Por poner en contexto el dato, equivale a la mitad de los suscriptores de la compañía.

Para quien aún no conozca de qué va, este drama coreano cuenta la historia de Seong Gi-hun, un antiguo trabajador de una fábrica de coches que pierde su empleo y fracasa en su proyecto empresarial con el que intentaba remontar. Incapaz de cumplir las expectativas de su madre, una anciana que le mantiene a duras penas, y de su hija, que tiene una buena vida en casa de su madre y su padrastro, Gi-hun se alista en una macabra competición en la que 456 personas se juegan la vida para obtener una cuantiosa recompensa económica.

Como es lógico, se trata de una ficción. No existe una competición a muerte sufragada por misteriosas personas acaudaladas —o está muy bien escondida—, pero hay una parte del guion que sí se basa en la realidad. "Quería hacer una alegoría o una fábula de la sociedad capitalista moderna, algo que representara una competición extrema, algo así como la competición extrema de la vida, pero quería usar el tipo de personajes que todos hemos conocido en la vida real", explica el creador de la serie, Hwang Dong-hyuk a 'Variety'.

Y el personaje que tenía en mente era alguien muy presente en el imaginario colectivo surcoreano. En uno de los primeros capítulos, Gi-hun cuenta a sus compañeros que le despidieron de la empresa automovilística Dragon Motors y que estuvo en primera línea de la huelga contra la compañía que todos conocían por las noticias. Esta es una clara alusión a Ssangyong Motor, que en 2009 llevó a cabo multitud de despidos masivos, provocando que los trabajadores se amotinaran. De hecho, el nombre de la marca significa 'el doble dragón' en coreano y su símbolo son dos semicírculos enfrentados que representan tal concepto.

Las consecuencias de la crisis de Ssangyong fueron devastadoras para numerosas familias coreanas. La empresa llegó a un acuerdo para la prejubilación de 1.700 empleados, pero el resto quedaron abandonados a su suerte, lo que provocó que 974 de los que habían sido despedidos ocuparan la planta. Tal y como se refleja en la serie, el desalojo por parte de la policía fue muy violento. En la vida real, medio centenar de personas resultaron heridas.

Lee Chang-geun, uno de los operarios de la fábrica que sufrió en sus carnes el drama de Ssangyong, fue de los primeros en darse cuenta del paralelismo. "Durante las vacaciones de Chuseok [festividad típica coreana que se celebra en otoño] la gente a mi alrededor me dijo que debía ver la serie, pero al ver la escena en que mis colegas y yo éramos golpeados por la policía, la idea se me fue de la cabeza", cuenta en su muro de Facebook. No obstante, le dio una oportunidad al preguntarse la razón de que el director rodara esta escena y qué mensaje estaba tratando de transmitir: "Si hay ocasión, me gustaría conocerle y hablar".

"Quería hacer una alegoría de la sociedad capitalista, la competición extrema de la vida, pero con personajes que todos hemos conocido"

"Lee tiene razón en que utilicé Ssangyong Motor como punto de referencia. Pensé que ese incidente ayudaría a explicar cómo un tipo normal como Gi-hun podía caer tan lejos", admitió el creador de la serie en una entrevista concedida al medio 'Hankyoreh'. "En una sociedad capitalista, cualquiera puede encontrarse en la posición de Gi-hun en cualquier momento. Incluso ahora, muchas personas son despedidas de sus trabajos o los pierden cuando la empresa se hunde", sostiene.

Sin ir más lejos, la base realista de la serie llega hasta la actualidad: "Gi-hun abre un restaurante de pollo frito que termina cerrándose, al igual los propietarios de pequeñas empresas están teniendo problemas actualmente debido al covid-19. Quería crear un personaje que pudiera representar a personas así. Eso es lo que puedo hacer como artista. Pero conocer a Lee para conversar sería un asunto diferente, y es difícil decir si eso sería apropiado para un artista", argumenta.

El juego de la nostalgia

Los conflictos socioeconómicos de su país no fueron sus únicas fuentes de inspiración: "Admito libremente que me he inspirado mucho en los cómics y la animación japoneses a lo largo de los años". Hwang Dong-hyuk le dio forma a su idea en 2008, en plena crisis económica, pero en ese momento pensó que sería demasiado compleja y violenta como para ser aceptada por la sociedad. "Yo mismo estaba en apuros económicos y pasaba mucho tiempo en cafés leyendo cómics como 'Battle Royale' y 'Liar Game'. Llegué a preguntarme cómo me sentiría si participara yo mismo en los juegos", reconoce.

Pero, a diferencia de esos mangas, Dong-hyuk no quería que el protagonista de su obra fuera un genio: "La historia trata sobre un perdedor, no sobre un héroe". Para que esto tuviera sentido, las pruebas a las que se someten los personajes no podían ser sesudos rompecabezas, de ahí que decidiera basarse en los juegos infantiles más populares de su país. "El juego del calamar era uno de mis juegos favoritos. Pensé que podía ser el más simbólico y el que mejor podría representar el tipo de sociedad en la que vivimos", detalla.

placeholder Los participantes en 'El juego del calamar' visten de verde (color habitual de los uniformes de gimnasia) y los guardias, de rojo (color complementario). (Netflix)
Los participantes en 'El juego del calamar' visten de verde (color habitual de los uniformes de gimnasia) y los guardias, de rojo (color complementario). (Netflix)

No cabe duda de que la infancia juega un papel muy importante en la estética de la serie. Quizá desde fuera no se aprecie tanto, pero son muchos los elementos que invitan a la nostalgia: desde los fideos instantáneos Doshirak que come Gi-hun en el tercer capítulo —muy típicos de la vida escolar coreana—, hasta el vestuario de los participantes en la prueba luz verde, luz roja: un chándal que recuerda al uniforme de gimnasia que muchos alumnos del país asiático han tenido que vestir durante su etapa académica.

'El juego del calamar' es la serie de moda. En apenas dos semanas desde su estreno, ya se ha convertido en el lanzamiento más visto en la historia de Netflix, con más de 110 millones de espectadores en todo el mundo (aunque esta cifra tiene la trampa de que la plataforma contabiliza a cualquiera que haya visto, al menos, dos minutos). Por poner en contexto el dato, equivale a la mitad de los suscriptores de la compañía.

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