Mario García (Salvador) imagina una relación homosexual en 'La Promesa' y revela su talento oculto

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Para aquellos espectadores a los que cinco episodios semanales de La Promesa les sabe a poco, la web de Radio Televisión Española lanza de manera quincenal un pódcast grabado, llamado Si el servicio hablara. En él, los presentadores y actores de la serie, Lidia Sango y David Cid, entrevistan en cada episodio a un intérprete diferente de la ficción de época, en un tono mucho más libre, chistoso y distendido de lo que permiten los códigos de la telenovela.

Por el patio del servicio han pasado actores como Carmen Flores, Teresa Quintero, Xavi Lock, Alejandro Vergara o Guillermo Serrano, entre otros, y en el episodio de este lunes le ha tocado el turno a Mario García, quien interpreta al lacayo Salvador. El personaje de García comenzó en La Promesa desde el inicio de su andadura, el pasado enero, pero se ausentó durante varios meses cuando su personaje fue enviado a filas en la guerra de África.

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Cuando ya se le daba por muerto, Salvador regresó posteriormente al servicio del palacio de los marqueses de Luján hecho unos zorros, con un ojo dañado y el trauma de todo lo vivido en el frente. Ha costado mucho tiempo que el joven lacayo dejase atrás el trauma y se atreviese a operarse del ojo. Ahora que ha recuperado su espíritu, su mejor amigo Lope (Enrique Fortún) se ha marchado a Madrid, dejándole vía libre hasta el corazón de María Fernández (Sara Molina), si es que Valentín (Carlos Suárez), el nuevo integrante de cocinas, no se le adelanta.

El lacayo pianista

En la entrevista de Si el servicio hablara, el actor madrileño adelantaba que llegaban días mejores y de menos sufrimiento para su personaje, aunque le continuarían sucediendo cosas. Los presentadores acostumbran a repetir algunas de sus preguntas a cada uno de los invitados, y ante la cuestión de qué se llevaría García de los tiempos presentes a 1913, época en la que transcurre La Promesa, el chico no ha dudado en eludir a sus capacidades como pianista.

García ha contestado que se llevaría un smartphone con una gran lista de reproducción y se la haría escuchar a los antepasados: "Toco el piano, soy músico", comenta el actor de Dos vidas, "me traería una pieza de música para que la gente alucinase". Cid le recuerda entonces que la gente se sorprendería primero por el teléfono móvil, y después por la música.

La edición del programa aprovecha el momento para compartir algunas imágenes de García tocando el piano, entre las cuales sorprende una de ellas, en la que toca el teclado tumbado en el suelo, con las manos alzadas a las teclas, y sin mirar.

Un amor imposible

Otra de las cuestiones que vuelven a repetirse en esta entrevista es la de qué tipo de relación amorosa implementaría el entrevistado en la trama de La Promesa. "A mí me gustaría alguien del servicio con la planta noble: don Rómulo con la marquesa", responde primeramente el actor. Durante la entrevista, García concede halagos y agradecimientos tanto a Joaquín Climent (Rómulo) como a Antonio Velázquez (Mauro), quienes ejercen de verdaderos maestros, profesionales y personales, al chico.

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García va un paso más allá, y se atreve a imaginar una relación homosexual en la serie, algo impensable para la época en la que acontece el relato. "En este trío amoroso entre Enrique, Sara y yo, pues que de repente Lope y Salvador…", propone García con picardía. "¿Cómo se quedaría María?", pregunta Cid con sorna.

A continuación, la edición del programa enlaza una secuencia entre Salvador y Lope, montada con una dedicación de amor correspondiente a otra secuencia totalmente diferente de la serie, creando el efecto de que Salvador se le estuviese declarando a Lope.

Bien lejos de la realidad, una relación así sería todo un escándalo para los tiempos de comienzos del siglo XX, incluso para la clase más humilde. La relación entre Salvador, María y Lope finalmente quedó demarcada como una buena amistad a tres bandas, en la que cada parte intentó no entrometer sus sentimientos amorosos. Con Lope lejos del palacio ahora, las cosas podrían ser diferentes entre Salvador y María Fernández.