Lo que ha presenciado Salvador en 'La Promesa' podría llevar a una gran pelea entre dos personajes

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El palacio de La Promesa se ha quedado patas arriba después de la impactante revelación del personaje de Curro. El señorito de la serie que La 1 de Televisión Española emite entre semana a las 17:30 horas, ha admitido sus deseos de ir a luchar a la Gran Guerra, en el bando de los franceses. Esto ha desatado la histeria tanto en la planta noble como en la del servicio, en el episodio estrenado este lunes de la ficción de época protagonizada por Ana Garcés, Arturo García Sancho y Eva Martín.

El capítulo de hoy ha retomado la conversación entre Curro y Alonso. El patriarca de los Luján, incrédulo ante la noticia, ha preguntado qué había cambiado en el joven que hacía solo unos meses no deseaba hacer carrera militar. El hermano de Jana ha dicho que había cambiado de opinión, y se ha mostrado firme ante la idea de que se debía actuar para impedir la invasión alemana, algo que Bélgica no había logrado pese a declararse neutral, como España.

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El marqués ha entendido, tras mucho discutir, que nada haría cambiar de idea a su sobrino (que, en realidad, es su hijo). Hasta Rómulo ha intentado que Curro entrase en razón, pero el díscolo chico le ha dicho al mayordomo que no se metiese donde no debía. "Ir es una muerte segura, y te garantizo que no va a ser honorable", ha advertido Alonso, a quien Curro le ha pedido que no dijese nada a los demás.

En la cena, sin embargo, los compañeros de servicio han visto a Rómulo preocupado, y al mayordomo no le ha quedado otra que contar la decisión de Curro. Jana se ha quedado preocupadísima, aunque ha intentado esconder sus sentimientos. María la observaba bien de cerca, mientras Salvador discutía con Petra la dureza del campo de batalla. "La guerra no vuelve a los hombres más fuertes, los transforma en monstruos", ha dicho el chico. ¿Cómo volverá Curro?

Pía ha dicho que no iba a permitir que su hijo muriese en brazos de otra mujer

Alonso también se lo ha contado a Lorenzo, el padre adoptivo del chico. El militar, lejos de sensibilizarse con la noticia, ha meditado qué bando tendría opciones de ganar. El marqués se ha quedado a cuadros con la fría reacción de De la Mata, quien ha pensado que no habría muerte más honorable que dar la vida en combate.

Jana tampoco ha tardado en confrontar a su hermano. Curro ha dicho que lo irresponsable sería quedarse de brazos cruzados frente al conflicto, y que, si algo había aprendido de su propia hermana, era que una sola persona podría cambiar la diferencia. Jana le ha pedido que reconociese que quería marcharse por los desplantes de Martina, y que si se iba, nunca le daría la oportunidad de que le amase de nuevo. Pero Curro ha repetido que la decisión estaba tomada.

Petra, peligrosamente informada

En otro orden de sucesos, Santos ha seguido flirteando con Vera en los pasillos del servicio. El chico nuevo ha contado que su novio Lope le había amenazado con darle una buena tunda, pero ha dejado claro que él era una persona ambiciosa. La cansada sirvienta le ha pedido que se fuese con sus ambiciones a otra parte. Lope, por otro lado, ha explicado a Salvador su preocupación de que Vera le viese, de pronto, como alguien insignificante. ¿Tendrá complejo de inferioridad frente a Santos?

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El hijo de Ricardo, por otra parte, ha alabado el buen hacer de Petra, y se ha ganado su confianza para que le contase alguno de los cotilleos de la planta noble. Petra, a cambio, ha conseguido de Santos un rumor que no esperaba: el hijo de Pía seguía en La Promesa, pese a que Cruz le pidiese expresamente que se lo llevase de allí. Cuando Petra ha confrontado a la señora Adarre, se ha sorprendido de que el ama de llaves le dijese que, si quería, podría ir a soltárselo a la marquesa, pero ella no iba a permitir que su hijo muriese en brazos de otra mujer.

Chantajes y halagos

En la planta de arriba, Cruz ha recordado a Pelayo que, por muy valiente que se volvió frente al marqués al reconocer su plan de tráfico de armas, se le quedó en el tintero otro oscuro secreto: la razón por la que había acudido a La Promesa en primera instancia. La marquesa ha chantajeado al conde con que le diese el dinero ganado con su turbio negocio, a cambio de no desvelar el acuerdo que tenían de camelar a Catalina para llevársela del palacio.

Pelayo ha acabado cediendo al chantaje, y le ha dado un sobre con dinero a Cruz, pero la marquesa ha observado que había menos de lo que esperaba. El conde ha justificado que era lo que le había quedado después de pagar a los proveedores, y ha acabado arremetiendo contra ella, a quien ha tildado de manipuladora sin corazón: "No soporto respirar el mismo aire que usted". Cruz ha contestado que él no era quién para dar lecciones de moral, y le ha amenazado con darse prisa para recuperar el afecto de Catalina, pues tarde o temprano, aquel secreto que ella guardaba saldría a la luz.

Finalmente, Santos se ha disculpado con Vera por su tono avasallador. El chico ha sabido suavizar la tensión entre ellos con bromas mientras la sirvienta tendía la ropa. La novia de Lope ha acabado riéndole las gracias, algo que no ha pasado desapercibido para Salvador, quien les observaba con distancia. ¿Se lo contará el lacayo a su amigo Lope? ¿Acabarán el cocinero y Santos enfrentados en una pelea física?