La vida de Pía, en juego: 'La Promesa' deja caer con quién podría emparejarse

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Antes era conocida como la dulce y encantadora prima de los Luján, pero últimamente, el personaje de Martina en la serie La Promesa, ha desarrollado un enrabietado carácter que está provocando su distanciamiento con sus seres más queridos. La joven hija de Margarita, en la ficción de época que La 1 de Televisión Española emite entre semana a las 17:30 horas, sigue desolada por la ausencia de Curro y el flirteo embaucador de Ayala hacia su madre. Sin embargo, algo podría hacerle derribar sus propios muros muy pronto.

En el capítulo de este miércoles del melodrama protagonizado por Ana Garcés, Arturo García Sancho y Eva Martín, entre otros intérpretes, Ayala ha intentado convencer a Martina de que debían llevarse bien entre ellos dos. "Basta ya", ha pedido Martina, diciéndole que se quitase aquella "patética" careta. "Estoy harta de que ese señor se aproveche de usted y se ría de las dos", se ha dirigido duramente la muchacha a su madre.

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Margarita e Ignacio han intentado calmar a la joven, pero le han reprochado que hablase así, y la bronca ha proseguido. "Nos casaremos y te dejaremos en paz", ha avisado Margarita, si acaso eso era lo que quería. A esto, Martina ha contestado que la perdería como hija para siempre. Cruz ha aparecido en el salón, preguntando a qué venían aquellos gritos, y ha intentado calmar a su sobrina.

Pero Martina no se ha calmado, y ha alertado a su madre de que, cuando descubriese cómo era el conde realmente, no viniese a buscarla. "Ese indeseable ahora es el hombre que amo, será mejor que lo asumas", ha respondido Margarita. Entonces, Martina se ha serenado y, antes de marcharse, le ha contestado que era ella quien debía asumir que acababa de perder una hija, si no quería hacerse más daño.

Pía, entrando en un severo ataque de pánico: "Me ha encontrado y me va a matar"

Margarita ha acudido a pedirle perdón a Ayala, por las palabras de su hija. El conde ha reconocido que ya no sabía como ganarse a la chica, y que su actitud era cada vez más hostil. Ignacio le ha cogido las manos a su amada, y le ha avisado de que, cuando ella estuviese preparada, estaba dispuesto a dejar de ser un pretendiente para ser algo más. Margarita ha respondido que no se veía capaz de enfrentarse a algo así si eso significaba perder a su hija, y Ayala le ha dicho que aquello le ataba las manos, pues estaba imponiendo el consentimiento de Martina a su voluntad.

Nuevos pretendientes

Después, Cruz ha encontrado a María Antonia y Alonso hablando. El marqués se ha retirado, sin mostrarse demasiado entusiasmado de lo que su esposa contaba sobre Martina. A solas, Cruz le ha preguntado a su amiga si le pasaba algo al marqués, pero María Antonia le ha dicho que estaban teniendo una conversación muy apacible. Ella tampoco estaba molesta, pese a la negativa de la marquesa de querer asistir con ella a la fiesta de los Sotoblanco. Sin embargo, Cruz ha recapacitado, y le ha propuesto a su confidente comprarse unos vestidos para acudir al evento.

El modisto ha acudido a La Promesa para atender a Cruz y María Antonia, pero también a Martina. Cruz le ha dicho que le regalaba un vestido para atender la recepción de los Sotoblanco, y le ha confesado que no había avisado a Margarita para no producir otro momento incómodo entre ellas.

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Margarita ha llegado con una carta para Martina. Era de Asdrúbal Ibáñez, un hijo de marqueses, que le invitaba a la ópera. Cruz ha dicho que lo conocía, y que se trataba de un joven muy atractivo. Margarita le ha sugerido a su hija que aceptase el ofrecimiento, pero Martina ha dicho enseguida que no acudiría a la cita. ¿Sigue Martina enamorada de Curro y espera a su llegada? ¿O se dejará convencer para conocer al misterioso noble? Y lo más importante, ¿está Ignacio detrás de esta repentina y casual invitación?

A la hora del desayuno, Margarita ha sabido de la fiesta a la que pretendían acudir su cuñada y la amiga, y les ha avisado de que aquellos vestidos iban a quedarse guardados en el armario. La madre de Martina ha aclarado que los Sotoblanco no les iban a invitar a esa fiesta, pues era evidente que no querían saber nada de los Luján. La noticia ha caído como un jarro de agua fría sobre Alonso y María Antonia, y caería también sobre Cruz cuando se enterase.

Cruz ha pedido a Lorenzo que averiguase en qué consistían los planes de Alonso

Cruz le ha comentado a Lorenzo que pensaba que Alonso tramaba algo para hacer regresar a Catalina al palacio, y la marquesa le ha pedido a su cuñado que se encargase de averiguar en qué consistían sus planes. Tadeo, por su parte, ha visitado de nuevo a Catalina en el hangar, y ella le ha recordado que no quería conocer a ese tal Adriano. Pero ya era demasiado tarde, el chico ya estaba allí: "No se preocupe, señorita, que yo tampoco tengo ganas de hablar con usted", ha comentado el campesino. ¿Pasarán del odio al romance?

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Mientras tanto, Pía ha agredido sin querer a Salvador, pensando que Gregorio entraba en su habitación. Petra le ha llamado la atención por el alboroto, y poco después, la criada se ha desahogado con Ricardo. El mayordomo, mientras le ayudaba a doblar las sábanas, le ha dicho que no debía perder la sangre fría y la calma. Sus rostros se han quedado muy cerca al terminar la conversación. ¿Surgirá el amor entre ellos?

A la mañana siguiente, Pía ha encontrado algo en su habitación que, desde luego, antes no estaba: un bote de cicuta, como el que Gregorio empleaba para envenenarla. "Gregorio ha estado aquí", ha dicho Pía, entrando en un severo ataque de pánico, "Me ha encontrado y me va a matar". Jana le ha dicho que saldría a dar la voz de alarma para que lo detuviesen, pero la que fuese ama de llaves ha temido quedarse sola. ¿Acudirá Gregorio para atacarla?