Descubre Isla Rodrigues, el paraíso natural más remoto del planeta

La costa más cercana se encuentra en la isla Mauricio, al lado de Magadascar. Solo con este dato, podemos intuir lo alejada y remota que está de cualquier continente o civilización. La Isla Rodrigues, situada en el corazón del Océano Índico, exactamente en el sudoeste, se encuentra dentro del archipiélago de las Mascareñas, junto con otras islas como la mencionada Mauricio o también Reunión. No es un archipiélago como otro cualquiera, pues estos territorios están muy separados entre sí y son diminutos. Basta con situarla en Google Maps para apreciar su invisibilidad y pequeñez en comparación a otros grupos de islas.

De hecho, su historia es bastante reciente. La primera vez que un barco llegó a sus costas fue en 1528, cuando el navegante portugués Diogo Rodrigues regresaba de una misión de exploración bajo mando de Pedro de Mascarenhas, histórico explorador luso del Océano Índico. Su posición geográfica, demasiado al sudeste del Océano Índico, la situaban fuera de las rutas comerciales de la época, por no hablar de los vientos alisios que mandaban los barcos hacia el norte, desviándose de su dirección.

Había "tantas tortugas gigantes que uno podía dar más de 100 pasos sobre sus caparazones sin llegar a tocar el suelo"

Rodrigues fue el primer ser humano en poner pie en esta isla que antes solo contenía vida natural. Un frondoso bosque cubría la isla de costa a costa. Un paisaje natural virgen e inexplorado que, a raíz de la progresiva colonización humana, fue corrompiéndose debido a una profunda deforestación que dañó el ecosistema hasta el punto de perder muchas de sus especies endémicas, sobre todo aves: los pájaros solitario y el loro de Rodrigues, así como la cotorra de Newton o el estornino, el búho o la garza endémica de Rodrigues. La conquista humana también afectó a varios reptiles, como por ejemplo a las tortugas gigantes que había en la isla y que pronto fueron eliminadas. Esta desaparición de especies la emparentan con su isla vecina más cercana: Mauricio y su mítico dodó, uno de los animales extintos más arquetípicos.

"En 1961, el francés François Leguat llegó a la isla con siete hugonotes que huían de la persecución religiosa del gobierno católico de Francia", explica Anthony Ham, periodista de la 'BBC' que se ha desplazado hasta allí para conocer sus secretos y forma de vida. "En el relato que escribió Leguat, describía la isla como hábitat de 'tantas tortugas gigantes que uno podía dar más de 100 pasos sobre sus caparazones sin llegar a tocar el suelo'". El explorador y sus hombres intentaron establecer un asentamiento humano allí, "pero la ubicación tan remota y la falta de mujeres les pasó factura: después de dos años, incapaces de soportar más el aislamiento, construyeron un bote con madera de los árboles y huyeron para no volver jamás".

Un destino turístico muy remoto

Ahora, en la actualidad, la habitan alrededor de 40.000 personas, en su mayoría de ascendencia africana y europea. La economía de la isla se basa prácticamente en el turismo, aunque también en la pesca (sobre todo del pulpo) y en menor medida la agricultura y ganadería. Según explica Ham, casi 1,5 millones de los turistas que visitaban a su compañera Mauricio cada año, solo un 6% se decantaban por visitar Rodrigues, lo que quiere decir que solo vas a visitar esta remota isla si vas a sus compañeras, ya que no hay ninguna otra forma de llegar y la mayoría de los vuelos que parten hasta Rodrigues lo hacen desde Mauricio.

Sus habitantes pueden llegar a alimentarse de pulpo hasta dos o tres veces por semana

Otra de las características que hacen de Rodrigues un lugar único es su gran seguridad. "Siempre que hace calor, lo cual es bastante frecuente, dormimos con las puertas abiertas", comenta uno de los chefs más reconocidos de la isla, en el reportaje de Ham. Al tener una población tan reducida, y que la isla esté dedicada prácticamente al turismo, la tranquilidad que se respira en sus playas paradisíacas se asemeja al perfecto retiro del mundo moderno, lo cual hace que todo el mundo que es de allí se conozca y no haya prácticamente crímenes ni ningún otro tipo de delito.

"Incluso, la capital Port Mathurin cobra vida solo ocasionalmente, con picos de gente cinco minutos al día", prosigue el periodista británico. "Hay actividad cuando llega un barco al puerto o cuando abre el mercado de los sábados. Desde Port Mathurin, la carretera serpentea por toda la costa norte, sin llevar a ningún lugar en particular, apostada entre aguas tranquilas y atardeceres perfectos".

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Uno de los protagonistas de la isla es el pulpo. Sus habitantes pueden llegar a alimentarse de este manjar, tan típico en nuestro país en las costas gallegas, hasta dos o tres veces por semana. A tal punto ha llegado la devoción a este cefalópodo que las autoridades de la isla han puesto medidas para evitar la sobrepesca, prohibiendo faenar a los marineros de febrero a marzo o de septiembre a octubre.

"Durante estos meses, las instituciones pagan a los pescadores por otros trabajos, como por ejemplo la limpieza de las playas", asegura Ham. En definitiva, si estás buscando un destino remoto y paradisíaco, no hace falta ir al Caribe o a otras zonas del planeta más famosas o repletas de turistas. La isla Rodrigues reúne muchísimas cualidades para hacer un viaje íntimo y en contacto con el silencio, la tranquilidad, el sol y la naturaleza.