Ni Colmenar de Oreja ni Chinchón: este pueblo de Madrid es un ideal para una escapada rápida y refrescante

• Ni Figueiras ni Bolos: esta es la playa más bonita de España y sufre una invasión
• Ni El Nogalón ni Las Tenerías: el paraíso desconocido del Valle del Jerte donde poder darte un baño en una piscina natural

Las altas temperaturas están azotando Madrid y el verano ya se empieza a sentir en su máximo esplendor. Es el momento perfecto para una escapada rápida y refrescante a un lugar singular: La Hiruela. Este pintoresco pueblo, escondido entre los bosques y montes de la Comunidad de Madrid, ofrece un remanso de paz y tranquilidad. A pesar de que llegar a La Hiruela requiere recorrer una "mareante" carretera de pronunciadas curvas, el esfuerzo vale la pena por la recompensa de su entorno natural casi intacto.

"El espacio natural es digno de admirar, especialmente en otoño y primavera, aunque en verano también está muy bien", comentan los visitantes. Además, la dificultad para acceder ha evitado las aglomeraciones y ruidos típicos de otros destinos turísticos. Al llegar, un pequeño aparcamiento a la entrada del pueblo asegura que los coches no alteren la vida tranquila de sus calles, permitiendo que el lugar mantenga su esencia serena y sosegada.

Una vez dentro del pueblo, uno entiende rápidamente por qué es uno de los pueblos mejor conservados de la región. "Sus casas mantienen una arquitectura tradicional basada en el uso de los materiales de la tierra", señalan los lugareños con orgullo. La piedra, el adobe y la madera se integran perfectamente en el paisaje, creando una armonía visual que encanta a los visitantes. Entre los edificios más destacados se encuentran la pequeña Iglesia de San Miguel Arcángel y el Molino harinero a orillas del río Jarama, ambos restaurados con esmero para preservar la arquitectura rural tradicional.

La Hiruela también ofrece un vistazo a su pasado con las antiguas carboneras, una forma tradicional de obtener carbón vegetal de roble o brezo, que se mantuvo hasta 1960. Actualmente, se conserva una carbonera a modo de ejemplo para dar a conocer esta actividad popular. Para aquellos interesados en la historia y tradiciones del lugar, se organizan visitas guiadas por las sendas y se puede visitar un pequeño museo etnográfico que expone utensilios y enseres de la vida rural de épocas pasadas.