Esta ciudad de Bélgica (asediada por el turismo de masas) tomó esta drástica y polémica medida: los impuestos

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La tasa turística es un impuesto que los viajeros deben pagar cuando visitan ciertas localidades o países. Este gravamen suele ser una cantidad fija por noche de alojamiento, aunque en algunos lugares se cobra al momento de reservar el billete de avión. La finalidad de esta tasa es recaudar fondos para la preservación, desarrollo y promoción de infraestructuras turísticas, así como para la conservación del patrimonio y la sostenibilidad.

Dependiendo del destino, la tasa puede variar significativamente. En la mayoría de los casos, el importe está vinculado al tipo de alojamiento: no se paga lo mismo por una noche en un albergue que en un hotel de cinco estrellas. La tasa puede incluirse en el precio de la reserva o cobrarse al finalizar la estancia. Ciudades como Barcelona, por ejemplo, tienen tarifas adicionales que incrementan el costo final para los turistas.

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En Europa, más de la mitad de los países han implementado alguna forma de impuesto turístico. Destinos populares como Italia, Francia y Alemania cuentan con diferentes modalidades y montos de tasa. En España, la tasa turística se aplica únicamente en Cataluña y las Islas Baleares, con variaciones según la categoría del alojamiento y la ubicación.

Bélgica y su estrategia para disminuir el turismo masivo

En el caso de Bélgica, el considerable aumento en el número de visitantes ha llevado a las autoridades a buscar maneras de gestionar mejor el turismo. Conocido por ciudades históricas como Gante, Brujas, Amberes o la propia Bruselas y por su impresionante arquitectura, el país europeo decidió adoptar una medida controvertida: incrementar la tasa turística.

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En Bruselas, la tasa turística varía desde los 2,15 euros por noche en hoteles de una estrella a 8,75 euros en establecimientos de cinco estrellas. En comparación con otros países europeos, Bélgica tiene una de las tasas turísticas más altas, solo superada por ciudades como Ámsterdam, en los Países Bajos. Italia, por ejemplo, tiene tasas que oscilan entre 1 y 4 euros por noche dependiendo de la ciudad y la categoría del hotel. En Venecia, una medida similar a la de Bélgica incluye una tasa para quienes visitan la ciudad sin pernoctar, con el fin de controlar el turismo de día que congestiona sus calles y plazas.

En Francia, la tasa turística se aplica en todo el país y varía entre 0,20 euros en campings y hasta 4 euros en hoteles de alta categoría. París, en particular, cobra un 10% más que el resto del país. Alemania, por su parte, ha introducido el “impuesto por cama” en ciudades como Berlín y Hamburgo, que equivale a un 5% del costo del alojamiento.

En Bruselas, la tasa turística varía desde los 2,15 euros por noche en hoteles de una estrella a 8,75 euros en los de cinco estrellas

La elevada tasa turística en Bélgica ha generado un debate sobre su efectividad para disuadir el turismo masivo. Mientras algunos argumentan que esta medida podría reducir el número de visitantes, otros creen que la belleza y el atractivo cultural de las ciudades belgas seguirán atrayendo a turistas a pesar de los costos adicionales. Las autoridades locales defienden la tasa como una herramienta para mejorar la calidad de la experiencia turística y proteger los recursos locales.