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La prensa británica sigue atacando la industria del ladrillo española, pero las inmobiliarias suben un 27% conjunto en el año
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La prensa británica sigue atacando la industria del ladrillo española, pero las inmobiliarias suben un 27% conjunto en el año

Nada puede con la industria del ladrillo, pese a las afirmaciones agoreras que se escuchan desde hace meses. Ni los elevados precios de la vivienda, ni

Nada puede con la industria del ladrillo, pese a las afirmaciones agoreras que se escuchan desde hace meses. Ni los elevados precios de la vivienda, ni el espectacular número de casas construidas (en España se inician casas al mismo ritmo que en EEUU) han causado contratiempos, por el momento, en el sector, aunque ponen los ingredientes para que estalle una recesión en toda regla a medio plazo, sobre todo si suben los tipos de interés de manera abrupta. Algo que, por el momento, no parece probable en la Eurozona.

Mientras, desde Reino Unido, no cesan de llegar críticas durísimas al ‘boom’ español de la construcción. El semanario The Economist ha dedicado al menos un par de números en los últimos meses para alertar del calentamiento de la industria inmobiliaria española, advirtiendo de un riesgo claro de pinchazo de esta burbuja. Más recientemente, Financial Times publicó el miércoles pasado un durísimo artículo, en el que afirmaba que el dinero de las mafias es uno de los grandes motores de este espectacular crecimiento en España.

La operación `Ballena Blanca´ es sólo “la punta del iceberg”, afirman, recogiendo declaraciones del fiscal general, Cándido Conde-Pumpido. Sólo con el dinero del crimen organizado se puede entender que Málaga, “una de las ciudades españolas con la tasa de paro más alta, sostenga crecimientos del 1.600% en la construcción de viviendas”. No en vano, llama a la `Costa del Sol´, “Costa del Crimen”.

El caso es que, pese a estas advertencias, la Bolsa tiene totalmente bendecidas a las inmobiliarias. Urbas, ante la posible venta de unos terrenos propios y el aplazamiento de sus pagos a Hacienda, sube un 84% anual. Dejando valores especulativos al margen, Metrovacesa se anota un 20%; Colonial y Fadesa, un 17% en ambos casos; Inmocaral, un 13%; Sotogrande, un 9%, y Urbis, un 8,5%, frente al 1,8% del Ibex. Una revalorización media del 28%.

El caso más reciente de este amor por las empresas del ladrillo es el de Metrovacesa. La compañía que preside Joaquín Rivero se ha embarcado en la compra de la francesa Gecina, lo que le propinó un momentáneo desplome en Bolsa el día que comunicó la noticia... aunque logró finalizar la sesión en positivo. Varios analistas (Urquijo, Ibersecurities...) criticaron la operación desde un punto de vista financiero y estratégico. Mientras, Goldman Sachs afirmaba a principios de mes que Metrovacesa era la inmobiliaria más cara de Europa.

Sin embargo, la semana pasada, Merrill Lynch emitió un informe positivo sobre la operación. El resultado ha sido inapelable: la compañía cotiza en zona de máximos históricos y desde el anuncio de la compra de Gecina, sube alrededor del 8%. De momento, el ladrillo sigue convirtiendo en oro todo lo que toca. Su trayectoria recuerda a la del sector tecnológico a finales de los 90, aunque es cierto que este mercado tiene un subyacente tangible.

Nada puede con la industria del ladrillo, pese a las afirmaciones agoreras que se escuchan desde hace meses. Ni los elevados precios de la vivienda, ni el espectacular número de casas construidas (en España se inician casas al mismo ritmo que en EEUU) han causado contratiempos, por el momento, en el sector, aunque ponen los ingredientes para que estalle una recesión en toda regla a medio plazo, sobre todo si suben los tipos de interés de manera abrupta. Algo que, por el momento, no parece probable en la Eurozona.